Enlace Judío México e Israel – Este 28 de agosto le fue entregada la medalla “Juan Rueda Ortiz” al catedrático y promotor cultural Andrés Roemer, por su “valiosa aportación como creador y curador del evento internacional La Ciudad de las Ideas”. 

 

“Primero, antes de pensar en cualquier otro tema, primero hay que hacerse una autoevaluación y tratar de entender quiénes somos, y en segundo término, saber qué es lo que queremos. Yo creo que en el caso del doctor Roemer, desde que tenía 10 años ya se había autoevaluado y también ya sabía qué era lo que quería”, dijo Raúl Gómez Espinoza, presidente del Instituto Mexicano de Ciencias y Humanidades al hablar del homenajeado del día, de quien también dijo que “ha tenido cargos muy relevantes en diferentes partes del mundo pero, sin duda, lo más importante es su pasión por hacer bien las cosas.”

Así inició la ceremonia en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, que contó con la participación de diversas personalidades del mundo académico y científico.

Andrés Roemer tomó la palabra con su típica elocuencia y comenzó por hablar de los distintos orígenes lingüísticos de la palabra “gratitud”, en diversos idiomas. Y todo para hacer hincapié en lo muy agradecido que se sentía por las palabras que los panelistas le habían dedicado ese día.

Luego dedicó varios minutos a recordar los orígenes de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, su importancia histórica y el gran afecto y admiración que siente por dicha institución.

Después, Roemer leyó un discurso: “Son amante de las ciencias duras y empático con los corazones frágiles, por eso estar en el Instituto de Ciencias y Humanidades me toca en lo más profundo. Lo que más tiempo me quita es conquistarme, combatir mis sombras. Tirar las calacas muertas. Lograr multiplicar mis logros y dividir mis fracasos. Cambiar de lentes que me miran por dentro. Exigirme en ellos. Verme con otros ojos, “instrospectivamente”. Y cuando creo que lo logro, una preocupación sustituye a otra, un impulso a otro, una ambición a otra, y acumulo más críticas de mi crítico severo.”

“Soy ciudadano del mundo”, leyó más tarde, “libre pensador; guadalupano porque vivo en México, judío por mi historia, romano porque vivo en la colonia Roma”, siguió el científico entre carcajadas de los asistentes que no dejaron de prestar atención al largo y emotivo discurso.

Al terminar la lectura de ese texto, Roemer habló sobre lo que le preocupa. “Cómo combatir la pobreza; cómo no dejar a nadie atrás; cómo lograr que los excluidos sean parte de nuestro país y de nuestro mundo; pero sobre todo, no entender las causas de la pobreza sino entender las causas de la riqueza.

Así llevó su discurso a la importancia de las ideas que, al intercambiarse, se suman. “Y la realidad es que las ideas que generan desarrollo son las ideas científicas. Son las ideas que se patentan, que pueden generar realmente evidencia de progreso.”

Luego dedicó algunos minutos a hablar del libre mercado y su capacidad de generar riqueza. Ofreció algunos ejemplos históricos pero advirtió que dicho mercado libre también genera rezagados, y propuso la importancia de un mercado libre con inclusión  y responsabilidad social.

Habló sobre la importancia del derecho y del intercambio de ideas. Dijo que la educación no basta y citó al nazismo como ejemplo de que un pueblo educado, capaz de cometer atrocidades. Llamó a tener una mente abierta y crítica y recalcó la importancia de la innovación tecnológica.

Al final habló sobre la Ciudad de las Ideas y su misión de escuchar a la tercera cultura, no ya aquella de los filósofos clásicos o de los viejos científicos, sino esta representada por el Instituto de Ciencias y Humanidades, porque “la ciencia tiene que sentir, porque si no, la ciencia es fría y no genera prosperidad.”

Al responderse a la pregunta ¿para qué La Ciudad de las Ideas?, Romer dijo: “para que cada uno de ustedes, para que cada ciudadano del mundo pueda liberar su potencial.  encuentre su potencial creativo. Porque si ese no es el propósito que yo tuve a los 10 años —dijo y volteó a buscar la mirada del orador inicial—, de qué serviría mi vida.”

 

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