Enlace Judío México e Israel.- Ayer estuvo a punto de encenderse la mecha más temida del Medio Oriente: El conflicto abierto entre Israel y Hezbolá. El grupo terrorista chiíta disparó tres misiles antitanque contra posiciones de Tzahal, que respondió con una lluvia de artillería cuyos resultados no se dieron a conocer. Afortunadamente, el asunto no pasó de allí. Y sospecho que fue por decisión de Hezbolá.

IRVING GATELL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

¿Qué estaba buscando Hezbolá con ese ataque? Según indicaron sus propios voceros después del incidente, no estaban interesados en una escalada.

Tiene sentido. Pese a disponer de una cantidad de armamento muy superior a la de muchos ejércitos del mundo, Hezbolá no está en condiciones de lanzarse a una guerra contra Israel. Y no precisamente por el aspecto militar, sino más bien por el aspecto económico.

Hezbolá depende de Irán, un país sumido en una severa crisis interna que, además, sigue desperdiciando cualquier cantidad de dinero en la guerra civil en Siria. La obsesión de los ayatolas por conservar a Siria como país satélite —o régimen títere, que al caso es lo mismo— los ha llevado a arriesgarlo todo, literalmente.

La disposición real de Hezbolá —y, por ende, de Irán— para entrar en un conflicto abierto contra Israel se puede ver en la reacción que han tenido frente a decenas de bombardeos que la aviación israelí ha efectuado contra posiciones pro iraníes en Siria. Es decir, nula. Durante cuatro años, Israel ha operado impunemente (incluso, con el beneplácito extra-oficial de Rusia) en territorio sirio, destruyendo cualquier cantidad de depósitos o envíos de armas para Hezbolá, instalaciones estratégicas, o sistemas de defensa antiaérea. El número de muertos, tanto sirios como iraníes o libaneses, se eleva a varias decenas.

Cada vez que hay ataques, los voceros de Hezbolá, o incluso el propio jeque Nasrallah, aparecen a amenazar a Israel, jurando que tomarán venganza, que se abrirán las puertas del infierno, y que el Sionismo será destruido.

Pero nunca habían hecho nada. Siempre se habían mantenido en el mero nivel de la perorata.

Hasta que hoy vimos una magra y limitada respuesta por parte de Hezbolá al ataque que la semana pasada dejó a varios soldados muertos, entre ellos dos de la agrupación terrorista afincada en Líbano.

Dada la discreción del ataque —apenas unos misiles antitanque disparados contra un Jeep vacío y contra una edificación en un puesto de vigilancia—, y el nulo intento por responder a la fuerte reacción del ejército israelí, pareciera que el único objetivo de Hezbolá era propagandístico.

Poder decirle a su público “vean, atacamos a Israel”.

¿Qué pasaría en caso de que Hezbolá realmente decidiera ir a una confrontación total contra Israel?

La agrupación terrorista tiene miles de misiles apuntando a todo el territorio israelí. Se habla de hasta 150 mil. Pero su tecnología no es un misterio. En términos generales, son misiles bastante conocidos por los servicios de inteligencia israelí.

En sentido contrario, Hezbolá no está bien informada del tipo de armamento que tiene Israel. Porque una cosa es segura: Mientras Hezbolá se dedica a armarse lo más posible, Israel hace no sólo eso, sino también desarrollar nueva tecnología armamentística. Para Israel es una obligada necesidad estar siempre por encima, tecnológicamente hablando, de sus enemigos.

Ya lo vimos la semana pasada con un intento de ataque con un dron. El aparato no pudo realizar su ataque porque, de algún modo, Israel lo interfirió y lo inutilizó. Así que nos vamos enterando que Israel ya tiene la tecnología para intervenir las máquinas de sus enemigos.

Ante una posible lluvia de misiles desde Líbano, Israel aplicaría a fondo los sistemas de defensa aérea que lleva depurando durante ya más de diez años, y cuya efectividad se ha demostrado en los conflictos con Hamás en Gaza. Por supuesto, es obvio que si se disparan 150 misiles contra Israel no todos lograrán ser detenidos. Pero el número de víctimas de todos modos será reducido por el entrenamiento de toda la sociedad israelí para reaccionar en caso de ataque. Todos saben qué hacer, hacia dónde ir.

Lo terrible del caso sería, en definitiva, la reacción del ejército de Israel. La respuesta contra Líbano y Hezbolá sería, literalmente, fulminante. Netanyahu ha advertido a Líbano —un país demasiado displicente con el terrorismo de Hezbolá— que si Israel es atacado desde su territorio, Líbano será regresado a la Edad de Piedra.

Cualquiera que conozca la situación de Israel sabe que eso significa, con toda seguridad, un bombardeo nuclear. Ese recurso es, a fin de cuentas, el máximo método disuasivo que podría usar Israel para forzar a sus enemigos a detener sus ataques.

En otras épocas, recurrir a ese recurso habría podido ser contraproducente para Israel, porque semejante reacción seguramente habría provocado el ingreso de todos los países árabes en el conflicto, y en ese caso Israel quedaría —literalmente— rodeado.

Pero el cambio en la postura de los países árabes es evidente. Cada vez se callan menos sus críticas contra Hezbolá, y en estos días los voceros del gobierno de Bahrein declararon que Israel tiene derecho a defenderse.

No es una situación que resulte extraña. En realidad, Hezbolá está peleado con todo el mundo sunita. Si en otros tiempos pudo conservar la imagen de ser una organización chiíta no interesada en el conflicto sectario del Islam, sino enfocada a la futura destrucción de Israel, la brutalidad con la que tropas de Hezbolá reprimieron a manifestantes adversos a Bashar el-Assad en Siria provocó un derrumbe en el prestigio del grupo terrorista. Sus milicianos se evidenciaron como típicos chiítas dispuestos a atropellar en todo sentido a los sirios sunitas, y esa afrenta no fue perdonada por Arabia Saudita, Pakistán —aliado incondicional de los saudíes—, los Emiratos y el resto del mundo sunita (que abarca casi el 90% del Islam en el mundo).

Hezbolá se está quedando solo. Ante la creciente incapacidad iraní para controlar los riesgos, una posible guerra contra Israel cada vez se ve como algo definitivamente suicida.

Por eso Hezbolá pidió la tregua casi de inmediato en esta ocasión. Prefiere replegarse para tratar de armarse mejor, mejorar sus estrategias e incrementar su poderío bélico.

El problema para ellos es que Israel hace lo mismo. Sin alharacas, sin presumir en la prensa o en las redes sociales, el gobierno de Netanyahu (en realidad, de quien sea) se dedica a desarrollar nuevas tecnologías bélicas que lo mantengan en posición de ventaja ante el grupo terrorista más peligroso del mundo.

La estrategia israelí ha funcionado. Por eso, esta tarde Hezbolá ha lanzado una campaña publicitaria para fingir que le han dado un golpe —por lo menos uno— al imbatible ejército judío.

Se conforman con muy poco, pero es que saben que no dan para más.

 

 

 

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