Enlace Judío México e Israel.- Si bien el arrepentimiento tiene que ver con nuestros sentimientos, Teshuvá también es una Mitzvá, un mandamiento indicado en nuestra Torá. Teshuvá, la posibilidad (y la obligación) de arrepentirme por lo que hice mal, significa que Dios nos da la oportunidad de corregir y enmendar nuestros errores, y no ser condenados para siempre por los errores que hemos cometido.

RABBI YOSEF BITTON

Maimónides explica que en el proceso de Teshuvá o arrepentimiento hay dos elementos fundamentales involucrados. Primero, tenemos que elevarnos a un grado de arrepentimiento que despierte nuestra contrición y culpa por lo que hemos hecho mal. El segundo paso es el Viduy o confesión, es decir, articular con palabras lo que hicimos mal. Esta confesión no se hace delante de otra persona sino en privado ante Dios. Y esta confesión es lo que completa el proceso de Teshuvá.

Estos dos elementos, arrepentimiento y la confesión, son mutuamente excluyentes: por un lado, si confesé con palabras lo que hice mal, pero en mi corazón no me arrepiento de lo que hice, mi confesión no tiene valor. Por otro lado, si me arrepiento de lo que hice mal, pero no artículo mi arrepentimiento con palabras, mi Teshuvá se considera incompleta (ver Bamidbar 5: 6-7).

En esta Halajá (Hilkhot Teshuvá 1: 1) Rambam también explica de qué se trata esta confesión, citándonos la versión mínima del Viduy que contiene los elementos básicos del mismo.

1. ANNA: «Por favor»…: comenzamos el Viduy rogándole a Dios que acepte nuestras disculpas. Esto nos ayuda a comprender que no tenemos «derecho» a lo que le pedimos a Hashem. Estamos pidiendo su perdón virtualmente como un favor, un asunto más allá de la justicia. Es a discreción de Dios perdonarnos, y es por eso que apelamos a su compasión y amor por nosotros. Nos damos cuenta de que de acuerdo con la letra de la ley, merecemos ser castigados por nuestras transgresiones.

2. HASHEM: «Dios». Al pronunciar en la confesión el nombre de Dios nos damos cuenta que confesamos directamente frente a Él. Y esto nos recuerda que Dios es omnisciente (lo sabe todo) y que sabe exactamente nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras intenciones, etc., y obviamente sabe lo que hemos hecho mal. Somos nosotros los que necesitamos tomar conciencia de esto, y recordar que estamos constantemente vigilados por Su vista … Al decir el nombre de Hashem nos damos cuenta de que no podemos engañar a Dios con palabras falsas, como podríamos hacer con otras personas, debemos reconocer nuestros errores y suplicar su perdón.

3. JATATI, AVITI, PASHATI. «Me equivoqué, he pecado, me he rebelado contra ti…». Estas tres palabras indican los tres niveles posibles de transgresión, que se clasifican principalmente de acuerdo con la intención del pecador.

«Me he equivocado», esta categoría incluye las acciones incorrectas que uno cometió involuntariamente, por error, ignorancia o sin plena conciencia.

«He pecado», uno confiesa aquí las transgresiones que hizo voluntariamente, sabiendo que estaba haciendo algo mal, y lo hizo porque no fue lo suficientemente fuerte, y no pudo contenerse o controlar sus instintos.

«Me rebelé contra ti» este es el nivel más serio y grave. Algunas veces las personas actúan contra la Torá no porque no pueden controlar sus impulsos sino porque quieren probar algo: por ejemplo, que la religión está desactualizada o es irrelevante, etc., y demostrar así que el «pecador» sabe mejor que nadie. En este caso, el pecado no se cometió debido a la debilidad del carácter y la imposibilidad de vencer los propios instintos. La causa más común de este tipo de rebelión contra la Torá es la arrogancia, para manifestar sentimientos antirreligiosos.

Es importante tener en cuenta que, aunque este es el nivel más grave y serio, si más tarde el ofensor lamenta sinceramente lo que hizo, las puertas de la Teshuvá están abiertas, incluso para él.

 

 

Fuente: halajá.org