Enlace Judío México e Israel.-El país fue una vez un ‘refugio seguro’ para organizaciones terroristas. Ahora está totalmente entrelazado con una: Hezbolá.

TONY BADRAN Y JONATHAN SCHANZER

Después del ataque de Irán contra una refinería de petróleo saudí el fin de semana pasado, Estados Unidos envió un destructor de la Armada como una muestra de apoyo a los aliados. Pero el USS Ramage no navegó a la Península Árabe. Atracó, extrañamente, en el Puerto de Beirut, en Líbano—un país dominado por el satélite terrorista de Irán, Hezbolá.

Estados Unidos continua tratando a Líbano como un amigo, aun cuando la diferencia entre su gobierno y Hezbolá se ha vuelto difícil de discernir. Anteriormente este verano, el Tesoro de EE.UU. impuso sanciones sobre el Banco Fiduciario Jammal de Líbano por facilitar las transacciones de Hezbolá. Días después, Hezbolá disparó misiles a Israel desde territorio que controla en el sur de Líbano, con el apoyo pleno del gobierno.

Durante tres administraciones estadounidenses, desde el segundo mandato de George W. Bush, el consenso de Washington sobre Líbano ha sido algo así: La mejor forma de hacer frente al desafío de Hezbolá es empoderar al bloque político pro-occidental, fortalecer las instituciones estatales, y proteger al sector bancario. Eso es como combatir el cáncer con un placebo, y la enfermedad ha superado al paciente.

Aunque el Tesoro describió al Fiduciario Jammal como el “banco elegido” de Hezbolá, es difícilmente el único banco libanés infectado con las finanzas de Hezbolá. En el año 2011 el Tesoro expuso una operación masiva de lavado de dinero de Hezbolá saliendo del Banco Canadiense Libanés, llevando a su cierre. Cuatro años después, el Tesoro impuso sanciones sobre el empresario libanés Qassem Hejeij, fundador y entonces director del Banco de Medio Oriente y África, por apoyar financieramente al financista de Hezbolá, Adham Tabaja. Hejeij renunció y entregó la responsabilidad a su hijo. El Tesoro eligió no imponer sanciones sobre el banco, presuntamente por temor de desestabilizar más al sector bancario del país.

La red Tabaja asomó nuevamente su cabeza. El año pasado, el Tesoro identificó a Muhammad al-Amin como un “enlace entre Tabaja y funcionarios bancarios” quien “ha ayudado a Tabaja en eludir el impacto de las sanciones.” Amin Sherri, un parlamentario libanés y miembro de Hezbolá, fue sometido a sanciones anteriormente este verano debido a que él “facilitó el acceso de Tabaja a bancos libaneses.”

Todo esto llega en medio de negativas repetidas y enfáticas de banqueros libaneses y empresarios de Beirut que su sistema esté sucio.

La institución que recibe el mayor apoyo estadounidense, las Fuerzas Armadas Libanesas han trabajado mano a mano con Hezbolá a escala nacional. Se ha desplegado de forma conjunta junto a combatientes de Hezbolá combatiendo a militantes suníes tanto en ciudades libanesas como sobre la frontera con Siria. Ha establecido fuego de apoyo usando armas y municiones proporcionadas por Estados Unidos.

La Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la O.N.U., aprobada en el 2006, pedía que Líbano desarme a Hezbolá. En su lugar, las F.A.L. miraron hacia otro lado cuando Hezbolá pasó dos años excavando túneles de ataque transfronterizos subterráneos dentro de Israel. Las F.A.L. permitieron la importación de tecnología a través del aeropuerto internacional de Líbano, transportada por aire por aviones iraníes, para actualizar los proyectiles de Hezbolá en misiles guiados por precisión. Hezbolá controla grandes partes del país, incluso donde están desplegadas las F.A.L., desde el Sur de Líbano a la región oriental del Bekaa y barrios y suburbios de Beirut, por no mencionar puertos de entrada.

El problema no es sólo una falta de control—es la confabulación. Israel hace poco expuso una planta de cohetes de precisión de Hezbolá en el este de Líbano. El sitio del proyecto liderado por Irán está a corta distancia de una base de las F.A.L., donde Estados Unidos ha entregado equipo, incluidos equipos de reconocimiento ScanEagle. La base también alberga el Centro de Entrenamiento de Frontera Terrestre financiado por Estados Unidos y Reino Unido, ideado para ayudar a las F.A.L. a asegurar la frontera porosa de Líbano. Hezbolá, con ayuda de Irán, construyó una planta de misiles al lado.

El consenso en Washington insiste en continuar respaldando a Beirut y apuntalar las instituciones estatales. Pero Hezbolá y sus aliados detentan la mayoría en el Parlamento y dominan las políticas de seguridad y exterior del gobierno. Estados Unidos advirtió a Líbano el año pasado en contra de permitir al grupo controlar el lucrativo Ministerio de Salud. Los presuntos aliados libaneses de Estados Unidos ignoraron esto.

El Departamento de Estado ha clasificado hace mucho tiempo a Líbano como un “refugio seguro para el terrorismo.” De hecho, es algo peor. Con los bancos, el ejército y el propio gobierno respondiendo a una organización terrorista, Líbano está entrelazado totalmente con Hezbolá. La administración Trump merece elogio por ir tras los bancos libaneses sucios. Es hora de romper más con el consenso de Washington, reconocer a Líbano como el Estado de Hezbolá, y actuar en forma acorde.

 

 

*Tony Badran es un miembro investigador en la Fundación para la Defensa de las Democracias. Jonathan Schanzer, un ex analista en finanzas terroristas en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos es vicepresidente principal para investigación de la FDD.

 

 

Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México