Enlace Judío México e Israel.- Yo soy una judía errante. Y he caminado durante siglos bajo un sol abrumante y sobre nieve resbalosa.

DEBY MEDREZ

También he caminado sobre pastizales, campos de girasoles y dentro de alcantarillas.

He caminado, pero también he corrido escapando de algo que no conozco.

Una vez me atraparon y me metieron en una jaula. Las personas pasaban y me hacían muecas como si fuese un orangután exótico.

Una vez caminé desnuda en un bosque encantado, jugando a las escondidillas con mi primer amor. Me escondía por entre los árboles, pero él siempre me encontraba.

He caminado sobre la cuerda floja, trabajando como contorsionista para un circo ambulante de payasos judíos. Una vez llegó un rabino apurado a ver a nuestro oso y le dijo “Yosele, ya eres libre, ya te puedes morir.” Y el oso cayó muerto en ese instante.

Fui esposa de un hombre rico e influyente en la ciudad de Córdoba. Ahí no tenía que caminar, porque me cargaban esclavos negros en inmensas caravanas.

He caminado en pantuflas, descalza y con botas. Una vez también caminé con cadenas en los pies. Siendo arrastrada por generales del Imperio asirio mientras veía a mi Jerusalén arder en llamas.

He caminado por diferentes continentes, en ciudades, en valles, y muchas veces he tenido que mantenerme quieta en un solo lugar durante años. Sin moverme y sin hacer un solo ruido.

Hoy en día, no tengo razón alguna para seguir deambulando de un lugar a otro como una judía errante. Pero lo hago, porque mis pies están acostumbrados a hacerlo. Primero escapé de mis padres, después fue la yeshivá, los gitanos, la música, los rabinos, los amigos, los novios, los sueños, de mis memorias, de Dios, de mí. Y camino de un lugar a otro buscando la manera de deshacerme de cosacos invisibles, inquisidores de plastilina y nazis de Lego.

Yo siempre estaré lista para ponerme mis botas de invierno, para ir a pararme de nuevo al continente europeo, al Medio Oriente, a alguna isla remota o al sueño de alguien más. Siempre cargando con mi guitarra y estos recuerdos sobre mi espalda. Cantando en las esquinas las canciones del viejo templo, del shtetl, del desierto, del cabaret yiddish; esperando que alguien me tire una moneda de oro. Esperando a un mesías que se va desdibujando en mi mente. Buscando el arca perdida y la entrada al edén en alguna jungla. Peleando por lo que creo que es mío. Escapando de esos Mamzerim asquerosos que nos quieren destruir. Rezando todos los días para que caiga ese templo del cielo. Que caiga del cielo lo que tiene que caer, pero que ya caiga.

Soy la judía errante. Caminé, camino y caminaré; yendo de un lugar a otro buscando algo. Esperando algo. Aunque no tengo maldita idea qué es ese algo. Pero llegará. Ya verás. Solo hay que esperar.


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