Enlace Judío México e Israel – El pequeño grupo terrorista superó su conmoción por la muerte de Abu al-Ata y decidió que su mejor opción era agotar a Israel perturbando la vida de sus ciudadanos, pero la truncada ronda de violencia también permitió que Israel recuperara parte de su disuasión.

RON BEN-YISHAY

Al parecer, los dirigentes de la organización terrorista Yihad Islámica salieron del estado de confusión inducido por la eliminación de su comandante Baha Abu al-Ata en la madrugada del martes.

Después de varias reuniones que deben haber incluido algún grado de consulta con los líderes de la organización en Damasco, decidieron que su mejor estrategia es una guerra de desgaste contra Israel.

A raíz de los diversos ataques con cohetes que Israel ha sufrido desde el martes por la mañana, quedó claro que en lugar de desperdiciar sus armas en ataques que podrían causar víctimas dentro de la organización, la Yihad Islámica optó por agotar a Israel obligándolo a cerrar su sistema educativo y perturbar la economía en al menos la mitad del país.

Esto no sólo significó la pérdida de miles de millones de dólares en ingresos, sino que también socavó la sensación de seguridad, la moral y la fuerza mental de los habitantes en un radio de 80 kilómetros de la Franja de Gaza, y en la zona metropolitana del centro de Israel.

Al atacar de esta manera, la Yihad Islámica intentaba arrastrar a Hamás al conflicto, porque sabía que cuanto más durara el enfrentamiento, más probable era que las FDI cometieran un error, y ataquen accidentalmente a personal o instalaciones de Hamás, obligándole a unirse al conflicto a pesar de las peticiones de Egipto y las amenazas de Catar.

Otro objetivo de esta guerra de desgaste fue obligar a las FDI a emplear recursos para sofocar los pequeños pero constantes ataques contra el centro y sur de Israel.

Residentes de Ashkelón corren hacia un refugio antiaéreo durante un ataque con cohetes desde Gaza (Foto: Reuters)

Sin embargo, la Yihad Islámica no ha abandonado su plan de alcanzar un logro significativo contra Israel, que podría utilizar como “imagen de victoria” en los años venideros.

El grupo pretendía apuntar a Jerusalén occidental y sus alrededores en un ataque que tendría un sabor religioso, como corresponde a una organización islámica extrema cuya rama militar recibe el nombre de “Liwa al-Quds” (Brigada de Jerusalén).

Este es el motivo por la que, al parecer, la mayoría de los ataques del miércoles, salvo los que se dirigieron contra las comunidades fronterizas de Gaza, apuntaron a la capital y pasaron por el centro de Israel.

No hay duda de que las organizaciones terroristas en Gaza han estudiado cuidadosamente a Israel a través de los años y se han dado cuenta de que el centro del país está bien protegido por un sofisticado sistema destinado a interceptar cualquier misil, y que en la punta de la lanza se encuentra la Cúpula de Hierro.

La estrategia de desgaste de la Yihad Islámica y los ataques moderados contra Israel se derivan del hecho de que, aunque la organización dispone de miles de cohetes, sólo unos pocos son de largo alcance, por lo que trató de utilizar sus armas ligeramente para realizar una larga campaña.

Tanto las FDI como el servicio de seguridad Shin Bet están conscientes de esta estrategia y trabajaban para reducir las rondas de violencia y la consiguiente perturbación de la vida cotidiana de los israelíes.

El Shin Bet y las FDI tenían cuatro opciones estratégicas a su disposición:

1. Cazar las células terroristas en o rumbo a las plataformas de lanzamiento de cohetes. Hubo un éxito sin precedentes en perturbar las acciones de los escuadrones de cohetes de la Yihad.

2. Atacar la infraestructura militar de la Yihad Islámica, incluidos los lanzacohetes, las plataformas de lanzamiento, el almacenamiento de cohetes y diversos complejos.

3. Amplio despliegue de sistemas antimisiles.

4. Recopilación de información sobre los objetivos de la Yihad Islámica durante el conflicto.

Las FDI fueron extremadamente cuidadosas en sus esfuerzos de no dañar a inocentes, atacar blancos de Hamás o los símbolos de su dominio sobre la Franja de Gaza, no por razones humanitarias, sino más bien debido a la decisión estratégica de no tocar a la organización.

Esta estrategia funcionó y Hamás se mantuvo al margen, no porque se volviera pro sionista, sino porque sus líderes, Ismail Haniyeh y Yahya Sinwar, no querían abandonar el acuerdo que han firmado con Israel, ni renunciar al dinero que reciben de Catar, al hospital estadounidense que se construye en la Franja o a la oportunidad de construir un puerto marítimo en Gaza, simplemente para vengar la muerte de un temerario comandante de la Yihad Islámica.

Sinwar sabía mejor que nadie lo difícil que era tratar con Abu al-Ata, y lo mucho que obstaculizaba la capacidad de Hamás de gobernar la Franja de forma efectiva.

Además, Egipto y el Coordinador Especial de las Naciones Unidas, Nickolay Mladenov, presionaron tanto a Hamás como a la Yihad Islámica para poner fin a la violencia antes de una mayor escalada que obligue a Israel a entrar en Gaza.

No es coincidencia que las imágenes de la masiva fuerza de artillería que Israel estaba acumulando en la frontera de Gaza se publicaran el miércoles por la mañana.

Estas tropas debían disuadir cualquier “sorpresa” que la Yihad Islámica planeaba lanzar sobre las fuerzas terrestres de las FDI.

Pero la sola existencia de estos soldados tenía por objeto recordar a Hamás que si comete el error de unirse a los ataques, Israel no tendría otra opción que entrar a Gaza.

Irán, patrocinador de la Yihad Islámica, también se mantuvo al margen del conflicto, y el grupo estaba más que consciente de que Hamás no está demasiado dispuesto a tomar partido.

Pero la Yihad Islámica es muy sensible en cuanto a ataques a su liderazgo y jerarquía funcional, por lo que la eliminación de Abu al-Ata fue un duro golpe, quizás incluso más de lo que Israel cree.

Israel debe reconocer que independientemente de lo que haga, sus enemigos no han renunciado al deseo de borrarlo del mapa, y que también ellos tienen gente talentosa, motivada y peligrosa.

Y si se suspendió el servicio normal durante unos días, fue un precio perfectamente razonable por el restablecimiento de la disuasión que otorga a Israel períodos más largos y mejores de calma entre las rondas de conflicto que están por venir.

Fuente: Ynet / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

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