Enlace Judío México e Israel.- Quien cree que el tema de la moda sólo está enfocado en la ropa se equivoca, pasan de moda los maquillajes, los cortes de pelo y hasta las actitudes; sí, leíste bien, las actitudes.

NADIA CATTAN

Empecemos por un breve análisis que nos permita identificar en las personas de nuestro entorno, o incluso en nosotros mismos, el grado de autocompasión que manejamos en la vida cotidiana, ejemplos sencillos nos pueden hacer descubrir características de nuestra personalidad, tanto buenas como malas.

1.-Una persona víctima nunca te responde con una respuesta positiva cuando le preguntas “¿Cómo estás?” Siempre busca en su cerebro cuál es el motivo por el que ese día y en ese momento se encuentra mal, motivo que encuentra rápidamente y no se tarda en responder: “Pues aquí, con un dolor de rodilla insoportable” “Pues aquí, con el problema de mi mamá que ya sabes” “Pues aquí, sufriendo con esta situación económica” “Pues aquí, agotada con los niños”. ¡Las personas que disfrutan victimizarse creen que porque una persona les hace la cordial pregunta: “¿Cómo estás?” ya pueden robar el tiempo de la otra persona con sus amargas quejas!

Acaso escucharon la pregunta: ¿Qué te duele? ¿Cómo va tu economía? ¿Cómo vas con ese problema? ¿Qué tan cansada estás? ¡No! Nadie preguntó eso, la pregunta de “¿Cómo estás?” es una mera cordialidad y así se debe de tomar. Si vas a proporcionar más información, intenta que ésta no esté contaminada de una vibra negativa y amargada.

2.-Una persona víctima no te cuenta las cosas buenas. A cada situación les extrae la parte más negra para mostrarla tanto como se pueda. Te comentan que la mamá está en el hospital pero no te cuentan que está mejorando, te cuentan que la situación económica está mal pero no te cuentan que mes a mes lo acaban logrando, te cuentan simplemente todo lo malo. De manera personal me ha pasado que una persona me bombardea con un problema durante meses, pero posteriormente ya no me comenta nada cuando el famoso problema se resuelve. Esto, es simplemente porque a las personas víctimas les gusta ser los protagonistas de los problemas irresolvibles, pero no de los finales felices.

3.-El víctima escucha poco o nada. Son tan egoístas que creen que ellos son el centro del universo y que no hay nadie que tenga problemas más grandes que ellos. Se extienden tanto ante la pregunta de “¿Cómo estás?” que olvidan devolver la pregunta por simple amabilidad, o cuando la devuelven la falta de tiempo ya imposibilita una conversación, porque claro, aquello que pudo ser un diálogo fue realmente un monólogo de frustración.

4.- Las víctimas sonríen poco. Así de fácil, en su rostro hay una expresión de malestar permanente, que aunque no lo crean, alejan a la gente. Digámoslo así: Todos tenemos problemas en la vida, claro, algunos más grandes que otros, pero detenerse a digerir los problemas de otras personas nos suele provocar una ansiedad difícil de explicar, pues ahora, ya tenemos nuestros problemas más toda la energía negativa que aquella víctima nos quiso proporcionar, ¿resultado? Una actitud más pesimista y un gran sentimiento de hartazgo.

5.-Las personas víctimas están llenas de rencor. Veamos, en este mundo hay gente mala y gente buena, y sin duda, a veces hay sorpresas, la gente mentalmente fuerte intenta llenar su vida de gente positiva, y con todo lo que ello pueda implicar deja fuera a la gente nociva, por otro lado las personas que aman hacerse las víctimas mantienen sus personas nocivas cerca, pues se hacen dependientes de sus carencias y de sus problemas. Si una persona toma el control de su vida algo muy fuerte puede pasar: Si le sucede algo malo no habrá a quien culpar. Es por ello que muchos mártires se mantienen en el asiento de copiloto, es la mejor manera de declararse inocente ante cualquier escenario equivocado o doloroso.

Hoy en día situarse en un papel de víctima está completamente pasado de moda, y si no me crees compara las telenovelas de antes con las de la actualidad, antes era típico encontrarse a una protagonista que lloraba de principio a final, el llanto y la tragedia ocupaban la mayor parte de la trama, pero hoy esos personajes simplemente ya no nos atrapan; queremos figuras más aguerridas, que aunque ficticias, nos propongan una actitud ante la vida. Es por esa razón que dejamos las telenovelas y pasamos a las series de televisión, en donde vemos a personajes con problemas y actitudes más reales, aunque sólo se trate de ficción. Y no, las telenovelas no dejaron de existir, aunque no lo creas siguen ahí, con un público cada vez más pequeño, que se conforma con sólo dos tipos de personajes: el malo y el bueno, aunque el mundo sea mucho más complejo que eso.

Así que si identificaste estos síntomas en tu propia persona estás a tiempo de entrar en remodelación y replantearte preguntas como: ¿Qué le quieres enseñar a tus hijos? ¿Qué le quieres mostrar a la gente? ¿Eres realmente un tumulto de quejas y dolencias permanentes?

Dijo Víctor Frankl que “cuando ya no somos capaces de cambiar nuestro entorno nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos” así que tu reto es cambiar tu propia actitud, pues si un sobreviviente del Holocausto cómo Frankl pudo encontrarle a la vida un sentido te deja a ti sin pretextos para no hacer lo mismo.

Es cierto, algunos de tus problemas pueden resolverse, otros no, pero nadie te aseguró que la vida tenía que ser sencilla, y si tú no aprendes a sacar de cada situación las cosas positivas, un buen día vas a darte cuenta que lo más importante simplemente lo perdiste de vista.

Todos tenemos problemas, deja de lamentarte, la vida es muy corta para vivirla en una eterna queja, simplemente no vale la pena.