Enlace Judío México e Israel – El 14 de noviembre, el antiguo director de la Biblioteca Vasconcelos recibió el máximo honor que otorga la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana como reconocimiento a una carrera de más de cuatro décadas al servicio de la difusión de la cultura. 

“Ser editor es (…) un trabajo secreto para hacer que las palabras prosperen hacia la umbría profundidad y, al mismo tiempo, hacia el cielo. Un trabajo que aspira ser invisible, o, al menos así lo creí cuando, a la hora
de regresar a México, fracasado en mis sueño de ser escritor, tuve que buscarme el modo de ganarme el pan corrigiendo textos ajenos”, dijo Goldin al recapitular sus primeros pasos en el oficio.

El antiguo director de la Biblioteca José Vasconcelos narró el génesis de uno de sus capítulos profesionales más destacados, la edición de libros para niños:

“(…) acepté internarme en el campo de la literatura para niños, el más alejado de mis intereses literarios. Era un campo que apenas conocía pues en mi infancia, más aburrida que divertida, más triste que feliz, había leído
más bien otros libros, no escritos para niños. Y, sin embargo, esas lecturas me había marcado.
Por eso acepté el desafío de diseñar un proyecto de libros para niños sin ser un experto en literatura infantil ni pretenderlo.”

Agregó que, “Investigando en la historia, la sociología o la antropología descubrí el valor político y económico de habilitar a los niños como interlocutores. Ser niño, acercarse a ellos y a ello, es una oportunidad de aprender nuevamente. De re tornar a un origen que nunca se fatiga, a un venero que no cesa.”

Dijo que repasar su trayectoria como editor de libros para niños le producía sensaciones ambivalentes. “Hoy los niños y los jóvenes leen más que nunca en la historia y tienen una oferta editorial más amplia que la que en cualquier otro momento ha habido. Leen e incluso escriben, pero la palabra dicha, escrita o leída ha perdido valor. Tal vez por el bullicio. No paramos de hablar, leer, y escribir. Pero apenas escuchamos, y rara vez guardamos silencio. ¿Qué valor puede tener la palabra si no hay silencio y escucha?”

Goldin dedicó un extenso tramo de su discurso a agradecer a quienes, de una u otra forma, lo ayudaron a transitar y consolidar su carrera. Entre ellos mencionó a Alejandro Katz, a Carmen Esteva de García Moreno, al expresidente Miguel de la Madrid, a Mauricio Gómez Morin y a Eva Janovitz, y, “de manera particular, a las dos personas con las que inicié y me acompañaron en esos maravillosos años, Catalina Iparraguirre y Ernestina Loyo, Catita y Tinina.”

También recordó que “amigos entrañables y cómplices de aquellos años y actuales fueron, han sido y serán Mauricio Merino, Elisa Bonilla y Raúl Zorrilla, con quienes desde diferentes trincheras hemos trabajado por el espacio público, a veces dentro y otras fuera del estado. Debo y quiero reconocer a Poppy Grijalbo que me permitió reinventarme, al invitarme a Serres, y a otro gran cómplice, amigo y colega, Rogelio Villarreal, quien hizo lo propio al invitarme a crear Océano Travesía.”

Para cerrar su discurso, Goldin dijo “los editores y los políticos no hemos sabido introducirlos en la economía del libro. Y ahí hemos perdido todos. Porque la economía del libro es, en su sentido más profundo, la del bien común. La del diálogo y la conversación. La que necesita la diversidad y crece con ella, como la vida. Una economía que exige que miremos en un horizonte más lejano que el del cierre de los estados financieros año con año. También más allá de un sexenio. Que tengamos siempre presente un horizonte que de la bienvenida al otro y a la esperanza, eso es lo que he intentado celebrar y propiciar. Y seguiré haciéndolo.”

El próximo 7 de diciembre, en el Sanborn’s de Pabellón Polanco, Daniel Goldin ofrecerá una plática durante la reunión mensual de la Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México (APEIM), a las 9:30 de a mañana. ¡No faltes!

 

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