Enlace Judío México e Israel.- 12 años han pasado desde ese momento que cambió mi vida. Jamás me hubiera imaginado que aquel domingo por la mañana mi vida nunca más volvería a ser la misma y mucho menos que aquella misma noche dormiría en la más oscura de las penumbras y en la desesperanza.

SHULAMIT GRABER

Como dicen por ahí, “eso no te pasa a ti, hasta que te pasa”…

El ser humano por naturaleza intenta a toda costa evitar el dolor, somos buscadores de placer…pero paradójicamente es en ese dolor producto de una experiencia traumática, que encontramos crecimiento y transformación. Y esa gran lección de vida, la iba a vivir en carne propia un domingo cualquiera…

Durante un evento traumático uno se enfrenta a emociones y miedos que jamás se imaginó. En el secuestro, el miedo al que me enfrenté es el ver de frente a la muerte…

Dos preguntas son evidentes en una experiencia traumática: ¿Podré sobrevivir a esto que me está pasando? Y en todo caso, ¿Cómo va a cambiar mi vida a partir de este momento?

A raíz de esta experiencia he invertido mucho tiempo en trabajar y entender cómo influyó mi secuestro no solo en la psicología de mi propia vida, sino también en mi práctica profesional.

Me convertí en una mujer que dejó de preguntarse los “porqués” de la vida, y empecé a preguntarme el para qué de lo que vivimos. ¿Para qué me llegó esta experiencia a mi vida? ¿Qué es lo que debo aprender de ella? ¿En quién quiero convertirme para superarlo?

Todas estas preguntas en un principio no tenían ningún sentido, pero con el tiempo lo encontré, y ese sentido terminó siendo una única conclusión:

“No es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa”…

Yo tenía que hacer algo con lo que viví, pero ¿qué era ese algo?

Estando en mi cautiverio, en uno de los momentos de mayor desesperanza, me hice dos preguntas: si es el último momento de mi vida. ¿Qué me faltó por vivir?, y si salgo viva ¿qué haré diferente?

Mi respuesta para la primera fue una reflexión instantánea, reconocí en ese momento que había vivido una vida maravillosa; mi respuesta para la segunda en cambio, estaba basada en aquello que me faltaba por hacer, y fue ahí cuando tomé la decisión de convertirme en una experta en el
acompañamiento de experiencias traumáticas para ayudarme a mí y a mis pacientes. Esta promesa está siendo cumplida…

La prueba por la que atravesé ha sido por mucho, la más difícil de toda mi vida y mi práctica profesional. Muchas cosas han cambiado…

Después de ese evento lo primero que hice fue buscar una respuesta para reconstruirme, y esa respuesta la encontré en el estudio del manejo de trauma, así que decidí hacer una especialidad en manejo de estrés postraumático y Resiliencia, y he trabajado con experiencias traumáticas de toda índole y desde diversas trincheras, he sido invitada a participar en foros sobre trauma, a participar en programas de radio y televisión, y colaborado con gobiernos dirigiendo programas de apoyo psicológico para víctimas de trauma.

Después de vivir algo traumático queremos cerrar…pero….

Cerrar, es un decir, aunque es el primer consejo que te da la gente después de sobrevivir a una fuerte crisis o a una experiencia límite. Hoy sé que vivencias de esta índole no “se cierran por decreto” o a través del tiempo, de voluntad o de simplemente querer “darle carpetazo” como dicen por ahí…

Lo crucial para poder acomodar en nuestro interior el evento, es no correr prisa ni intentar olvidarlo, sino mantener la calma y el tiempo necesario para lograr resignificar la experiencia.

A lo largo de estos años he tenido la oportunidad de ayudar a miles de pacientes que han venido a mí con una pregunta: ¿Cómo superar el dolor de una experiencia traumática?

Hoy me queda claro que no me conformo con que superen el dolor, sino que quiero que logren crear una nueva versión de sí mismos.
Resignificar una experiencia traumática requiere de ciertos pasos, los mismos que yo utilicé para superar mi experiencia de secuestro y convertir el estrés postraumático en un crecimiento postraumático.

Si decides aceptar mi propuesta, en éste mi libro, encontrarás esa respuesta a tu propio “para qué” que no has encontrado, yo lo encontré… ahora te toca a ti…”

Escribir este libro significa para mí un acto reflexivo, porque he querido que el sufrimiento se convierta en mi propio autoconocimiento, conocimiento de lo que ocurre en un hecho de secuestro, la búsqueda de alternativas para sobrevivir y remontar el trauma, pero también es mi forma de solidarizarme con todas las personas que han sufrido o siguen sufriendo daños morales, físicos, psicológicos por causa de la violencia en diferentes manifestaciones, como abusos, feminicidios, secuestro y otras innombrables, no porque no tengan nombre, sino por terribles…

Siempre seremos más que lo que vivimos; una circunstancia o un evento no puede englobar la totalidad de nuestra identidad, ya que si eso es lo que nos define, podríamos olvidarnos de quienes somos…

Es por ello, que hoy mi reto consiste en transmitir esto a mis pacientes; esta idea de compromiso personal con nuestra propia historia, ya que únicamente el 10% es lo que nos pasa y el 90% es lo que hacemos con lo que nos pasa.

La esperanza es tan imprescindible al sentido de la vida como el oxígeno a los pulmones…Mantener la esperanza cuando nos enfrentamos a fuerzas abrumadoras nos permite empeñar en ello nuestros mejores esfuerzos, nunca perdí la esperanza de estar aquí, porque al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino… A diario, a cualquier hora, se ofrece la oportunidad de tomar una decisión; una decisión que determinaba si uno se someterá o no a las fuerzas que amenazan con robarle el último resquicio de su personalidad: la libertad interior… Bajo esta premisa viví mi experiencia de cautiverio, y así me vivo día a día en mi trabajo, exhortando a las personas a recobrarse de la adversidad, fortalecidas y dueñas de mayores recursos. Se trata de un proceso activo de resistencia, autocorrección y crecimiento como respuesta a las crisis y desafíos de la vida…

Mi libro intenta llevarte del caos al orden, estrés postraumático vs. crecimiento postraumático, con el objeto de que quienes estuvieron frente a una experiencia traumática, salgan más fortalecidos y enriquecidos después de lo que vivieron. Esta es la famosa y tan citada “Resiliencia”, la capacidad de levantarnos más fortalecidos de la adversidad; con la firme convicción de que lo vivido con dolor y sufrimiento, puede convertirse en una oportunidad de crecimiento. Si así sucede, estaríamos hablando de crecimiento post-traumático en vez de estrés postraumático.

Pero, ¿cómo o por dónde comenzar? Probablemente esto es lo que tú te estas preguntando; de hecho, cuando por primera vez al finalizar una conferencia me hicieron esta pregunta, me percaté que resulta difícil dar el primer paso para la elaboración y el procesamiento de la misma. De aquí que como terapeuta, mi labor consiste en hacer un “traje a tu medida” para detectar la forma individual en que cada experiencia se gestó en cada uno de nosotros, ya que no hay ni dolor universal, ni significados comunales, es decir, cada uno construye el suyo propio en base a su propia experiencia.

Este libro guiará tu propio proceso.

Tuve la oportunidad de conocer a una mujer que sufrió un severo accidente traumático en Madrid, España y sus palabras aún suenan en mi interior.

Ella tenía 12 años, y había un grupo terrorista que decidió masacrar Madrid. Iba en el carro con su madre rumbo al colegio y una bomba explotó justo segundos antes de que llegasen a su destino, unas cuantas cuadras antes. Y esto fue lo que me dijo:

“Ese accidente nos destrozó el cuerpo a ambas, pero milagrosamente salvamos la vida, mi madre perdió un brazo y una pierna, vino a verme al hospital y me dio el consejo que más me ha servido toda mi vida: “esto es lo que tenemos y con esto vamos a vivir toda la vida, podemos vivir maldiciendo o decidir que la vida empieza hoy y tienes la oportunidad de elegir tener la vida más parecida a la que tenías.”

De la adversidad es de lo que más se aprende, te enseña a agarrar la vida con fuerza y ganas de vivir, a mí me enseño que la vida no se acaba si tu no quieres; cuando ocurre la adversidad uno solo ve el problema y la limitación, es importante cambiar el foco, enfocarse en las posibilidades y soluciones, en lo bueno, pues por más negativa que sea la realidad, por muy negro que veamos todo, siempre hay una luz al final del túnel. “Uno no sabe lo fuerte que es, hasta que ser fuerte es tu única opción”.

Debes tropezar para aprender, porque cuantas más piedras encuentres en tu camino y más grandes sean, más fuerte construirás tu castillo”.

Escuchar a esa mujer es una gran lección de vida. “Nadie sana siendo la misma persona, la sanación es un viaje de transformación”

Hoy puedo decir, después de 12 años, que concuerdo con esta idea de que hay una oportunidad ilimitada de transformarnos después de una experiencia traumática, sin embargo, “no es magia”, ya que la calidad de las preguntas y respuestas que logres trabajar y resolver después de una experiencia límite, será directamente proporcional a la calidad de tu vida.

En fin, el esfuerzo de este libro, pretende ser una pausa y una pauta para que el dolor y el sufrimiento se conviertan en una invitación al crecimiento, pero sobre todo para despertar la pasión por construir el mejor de los mundos.

Gracias por su presencia solidaria conmigo, pero sobretodo, con tantas personas que sufren a causa de la privación arbitraria e injusta de su libertad y de la vida, vaya para todos ellos, este acto como un homenaje.