Enlace Judío México – Desde 1979 hasta la fecha cada año se celebra la festividad de Janucá dentro de la Casa Blanca. Es un acto de respeto y aceptación de parte del gobierno americano para con sus habitantes judíos que hoy se ha vuelto muy común. Sin embargo, esta ceremonia no siempre fue celebrada el siguiente artículo de Jude Eisenberg nos cuenta la historia de cómo en los últimos años esta celebración se volvió popular en Estados Unidos.

¿Cómo llegó Janucá a la Casa Blanca?

Estados Unidos es el país más multiétntico de la tierra, no existe otro país que no tenga una representación sustancial de sus habitantes en alguno de los 50 estados de la Unión Americana.

Sin embargo, muy pocos grupos tienen el gozo de que la presidencia misma celebre alguna de sus fiestas. Y mucho menos una que puede caer en Navidad, la fiesta más importante en el calendario americano y occidental.

¿Cómo es posible que un grupo aún marginado hace un siglo en el suelo americano, haya logrado que una de sus celebraciones más distinguidas, aunque no más importantes, sea el centro del día de la presidencia más importante del mundo?

La Navidad del año 1800 fue la primera en tener una cena en la Casa Blanca. No es raro, dado que sólo hasta 1800 es que un presidente americano, John Adams, habitó esta nueva residencia. Es decir, ha habido cenas de navidad en la Casa Blanca desde el primer momento de su habitación, pero no fue sino hasta 1979, 179 años más tarde en que Janucá fue celebrada dentro de la residencia del presidente estadounidense.

El primer árbol de navidad fue puesto en la Casa Blanca hasta 1923 por Calvin Coolidge, 123 años después de iniciar la primera celebración de navidad, pero el encendido de la januquilla o menorá (para los americanos) en la Casa Blanca, fue desde el primer momento, eso es porque la celebración de Janucá misma se lleva a cabo con el encendido de las velas. Para esto se levantó la Menorá Nacional, con sus 9.1 metros, aunque no fue la primera que prendió el presidente Carter en 1979.

Para llegar a este momento, varias han sido las escenas, a veces ríspidas, otras suaves de Janucá y la Casa Blanca.

Franklin D. Roosevelt, que fue el presidente con el que comenzó la participación estadounidense en la Segunda Guerra Mundial y que fue el sucesor de Cooligde, envió en reiteradas ocasiones felicitaciones de navidad a varios rabinos y distinguidos miembros de la comunidad judía, entre ellos, a rab Stephen Wise, declarando que la Navidad era una fiesta nacional, puesto que las enseñanzas de Cristo eran fundamentales en sus vidas. Esto continuó con Harry Truman, quien hizo un llamado nacional antes de Navidad exhortando a los americanos a poner su confianza en la estrella que guió a los Reyes Magos hacia el pesebre de Belén.

Más tarde, el presidente que quizá podría habernos iluminado con su conocimiento de la fiesta, puesto que creció a escasas cuadras de una de las sinagogas más grandes de Brooklin y que fue aclamado por la comunidad judía, en 1962 enunció que musulmanes, hindúes, budistas y por supuesto cristianos, para labores el día 25 para celebrar el nacimiento del príncipe de la paz, y que no había prueba más fehaciente que esa para decir que Navidad es una fiesta universal. De judíos, ni rastro.

Nixon tampoco dio rastros de reconocer Janucá como un aporte importante en el santoral americano. Fue Jimmy Carter, uno de los presidentes con peor imagen en la comunidad judía quien habló por primera vez de Janucá. En 1979, Carter salió de su reclusion de cien días provocada por su fracaso en la crisis de rehenes en Irán. Decidió caminar a Lafayette Park en Detroit donde Jabad había puesto una januquilla, dio un breve discurso y la prendió. Al año siguiente y viendo lo exito que fue con la comunidad tras ello, dio un discurso más amplio. Por supuesto que intentando recobrar ese voto que en varios estados sería indispensable y creyendo que minimizando Navidad ganaría votos en los estados más seculares, su mensaje de navidad tuvo la fórmula “a aquellos ciudadanos que nos acompañen en la jubilosa celebració de Navidad” Desde entonces, todos los presidentes han reconocido Janucá como una ceremonia importante y han limitado la Navidad únicamente a aquellos que la celebran y no como fiesta nacional.

Reagan continuó reconociendo la fiesta a lo largo de sus ocho años en el poder, pero Janucá llegó fuerte a la Casa Blanca en 1989, cuando George Bush padre mostró la gran januquilla donada por el Concejo de Sinagogas de América (SCA, por sus siglas en ingles).

Varios han sido los incidentes de Janucá, como el de Bill Clinton en 1993 que invitó a doce niños a la sala oval para la ceremonia y la cola de caballo de una niña se encendió con el fuego. Clinton lo apagó con las manos y pasó a la historia como un acto más de la presidencia. En 1998 Clinton recibió a Ezer Weizman, presidente de Israel. La fiesta de Janucá en la Casa Blanca se había convertido en un centro de gravedad política.

A menudo se invitan grupos a capela, se hacen grandes banquetes, y grandes figuras políticas se congregan en la cena. Ruth Bader Ginsberg, juez del Tribunal Supremo a menudo hace aparición en esta cena en particular. Por supuesto, no está libre de crispación. Durante la presidencia de Bush hijo, la parte ortodoxa de la comunidad recibió trato preferencial, durante la de Obama, hasta una rabina, Rachel Isaacs se presentó para dirigir el rito.

Hoy, Janucá se ha convertido en una fiesta de ley en los Estados Unidos, y más aún con los Kushner viviendo en la casa Blanca. ¿Qué historias tendrán Jared, Ivanka e hijos?

Fuentes: Forward, Insider