Enlace Judío México – Una de las ciudades que mayor influencia ha recibido de los judíos a lo largo de todo el siglo XX y XXI es Nueva York. Ese lugar fue la cuna de los grandes comediantes del stand – up comedy, los matemáticos destacados y las grandes fábricas de tela, por los cuales judíos asquenacitas y sefarditas fueron conocidos en todo Estados Unidos. La gran influencia que tuvieron tanto en el entretenimiento, la cultura y el desarrollo científico es incalculable. Sin embargo, sus aportaciones no sólo se limitaron al ámbito académico y cultural; también fueron influyentes en el ambiente social de la ciudad. Uno de los hombres más importantes para el desarrollo de Nueva York a mediados del siglo XX fue Edward Irving Koch, el hombre que luchó por volver a Nueva York una ciudad segura. El siguiente artículo de Jew of the Week nos habla de ello.

Edward Irving Koch

Edward Irving Koch (1924-2013) nació en el seno de una familia humilde de inmigrantes polaco-judíos en el Bronx, Nueva York. Fue reclutado por el Ejército de los Estados Unidos en 1943 y enviado a Europa como soldado de infantería, durante su servicio ganó tres medallas de distinción. Gracias a que podía hablar alemán, permaneció en Europa después de la guerra para ayudar a desmantelar el gobierno nazi.

Al regresar a Nueva York, Koch estudió en el colegio público del estado; más adelante obtuvo un título de abogado en la universidad. Trabajó como abogado durante las dos décadas siguientes y durante ese tiempo se convirtió en un miembro influyente del Partido Demócrata. En 1967 fue electo por el consejo de la ciudad y dos años más tarde fungiría como integrante de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos.

Aunque inicialmente se consideraba “un liberal a secas”, pronto se convirtió en un “liberal con cordura” (en sus propias palabras). Pues se dio cuenta que a veces, la ideología liberal era ilógica y perjudicaba más de lo que ayudaba a las personas que pretendía proteger. Fue reconocido por sus esfuerzos en pro de los derechos humanos, así como por su lucha contra el comunismo y las dictaduras. Lo cual provocó la ira de varios gobiernos extranjeros (incluyendo Uruguay y Chile, que sin éxito conspiraron para asesinarlo).

Koch trabajó en el Congreso hasta 1977, año en que renunció para tomar el puesto de alcalde de la ciudad de Nueva York bajo la consigna de restauración de la “ley y el orden”. Cumplió sus promesas de campaña, entre ellas, la de contratar a 3500 nuevos policías para hacer de Nueva York un lugar más seguro. Puso fin a los disturbios y salvó a Nueva York de su profunda crisis económica. Fue un alcalde muy querido y ganó la reelección en 1981 con el 75% de los votos, y nuevamente en 1985 con el 78% de los votos.

Cuando Jabad quiso poner una menorá pública para Jánuca, aceptó de inmediato y se aseguró de que fuera “la más grande del mundo;” allanó el camino para que otras ciudades hicieran lo mismo. (La ceremonia se realizó un viernes en la noche en Manhattan; cuando se atrasó, el mismo Koch convocó un helicóptero para transportar al rabino de regreso a su casa en Brooklyn y que éste llegará a tiempo para el Shabat).

A pesar de un derrame cerebral en 1987, Koch se recuperó y continuó sirviendo fielmente a su ciudad. Un año más tarde, tomó una postura firme contra la candidatura de Jesse Jackson a la presidencia (citando los comentarios antisemitas de Jackson). Lo cual le hizo perder tanto el apoyo de los votantes negros como la reelección de 1989.

Regresó a la abogacía y se convirtió en profesor de la Universidad de Nueva York. Pasó un tiempo escribiendo, publicando un libro para niños y contribuyendo a varios periódicos. En 1984 ya había publicado sus memorias, Mayor, que se convirtieron en un bestseller y más tarde, en un exitoso musical de Broadway.

Era un gran aficionado al cine y sus críticas fueron legendarias. Él mismo, apareció en más de 60 películas y programas de televisión. Continuó dando conferencias y haciendo giras de exposiciones, a menudo en apoyo de los derechos humanos, y siempre en apoyo de Israel.

El puente Queensboro de Nueva York fue rebautizado en su honor, y también existe una calle con su nombre en Tel Aviv. A su funeral asistieron miles de personas, la policía de Nueva York hizo un sobrevuelo y Bill Clinton y Michael Bloomberg pronunciaron un elogio. Pidió que su lápida simplemente declarara el Shema, junto con las últimas palabras del periodista Daniel Pearl, quien fue secuestrado y brutalmente asesinado por terroristas: “Mi padre es judío, mi madre es judía, yo soy judío.”

Fuente: Jew of the Week