Enlace Judío México e Israel- Intenso el inicio de 2020: Trump había amenazado a Irán con fuertes represalias por los ataques contra la embajada estadounidense en Irak, y esta tarde nos llega la noticia de que Qassem Soleimani, número 2 del régimen iraní y el militar de más alto rango, ha sido eliminado en un bombardeo.
Irán está enfrentando la peor combinación posible de problemas. Está hundido en una severa crisis económica, provocada primeramente por sus estúpidas políticas más preocupadas en financiar sus proyectos expansionistas (Hezbollá, huthies, palestinos), que por invertir en su propia gente. Pero se han agravado por las eficaces sanciones impuestas por Estados Unidos.
Eso ha generado una situación de descontento popular que no se veía desde hace 40 años, justo cuando la Revolución Islámica derrocó al Sha Reza Pahlevi. La violencia en las calles de muchas ciudades iraníes ya se ha saldado con, por lo menos, 1500 manifestantes asesinados por las fuerzas del régimen.
Lo sorprendente es que en medio de todo eso, los ayatolas no han renunciado a sus proyectos de financiar el terrorismo internacional. Y por ello un grupo afín a su ideología y apoyado económicamente desde Teherán —las Fuerzas de Movilización Popular, también conocidas como Haash al-Shaabi, y que son parte de Hezbollá— lanzaron un ataque en el que fue destruido un sector de la embajada estadounidense en Bagdad. Según dijeron sus líderes, fue una represalia por el ataque estadounidense a una base de milicias iraquíes pro-iraníes y que se saldó con 25 combatientes muertos, y que a su vez fue una represalia por un cohete disparado contra tropas estadounidenses, ataque en el que murió un contratista norteamericano.
Ahora Trump ha dado su respuesta, eliminando al segundo hombre más poderoso del régimen de los ayatolas.
¿Qué va a hacer Irán?
Pese a todo lo que presume, la fuerza iraní no es mucha. Se ha visto en los ataques israelíes contra sus posiciones e intereses en Siria. Las pérdidas humanas y económicas de Irán han sido múltiples y onerosas, y aun así no se ha arriesgado a tomar represalias en serio contra Israel. Las únicas veces que dio respuestas, más bien tímidas, la contra-respuesta israelí fue contundente y demoledora. En todos los enfrentamientos, Irán salió perdiendo.
El riesgo ahora es que el régimen iraní se decida por una imprudencia suicida (algo que no sería raro, dada su irracionalidad propia de un grupo extremista religioso que no entiende muy bien de causas y efectos).
Podría atacar a Israel, o dar la orden de que se ataque a Israel desde Gaza, Líbano y Siria. Podría lanzar ataques también contra tropas y posiciones estadounidenses en el Golfo Pérsico. Y podría lanzar ataques contra Arabia Saudita y sus aliados.
Eso, en conjunto, podría encender una conflagración masiva en Medio Oriente.
Pero también puede pasar otra cosa: Que un recrudecimiento de la crisis lance a la población iraní a las calles para derribar al régimen de los ayatolas.
En ese aspecto, Israel y Estados Unidos han sido muy cautos y se han reprimido en la posibilidad de atacar a Irán directamente. Saben que un ataque en territorio iraní podría ser usado por la propaganda del régimen para inflamar los sentimientos anti-occidentales, y diluir la fuerza de las protestas populares en contra de los ayatolas.
Pero Soleimani cometió un error: Apersonarse en el aeropuerto de Bagdad para recibir a gente afín al régimen iraní. Estados Unidos aprovechó esa coyuntura en la que un enemigo emblemático estaría fuera de Irán, y lo eliminó.
Ahora, a estar pendientes de lo que sucede en los próximos días. Seguro que habrá mucho de qué hablar.
Por el momento, uno de los máximos enemigos de Israel ha quedado hecho polvo por un misil norteamericano.
Dato extra: Soleimani estuvo involucrado en el atentado contra la AMIA en Buenos Aires.
No lo vamos a extrañar.
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