Enlace Judío México e Israel – La industria de la moda ha cobrado cada vez más conciencia sobre su impacto al medio ambiente. En modo de ejemplo, este mes de enero, la revista Vogue edición Italia, no tuvo en portada la clásica fotografía a todo color, con una esbelta modelo, en una excéntrica ubicación, luciendo las nuevas tendencias de maquillaje, peinado y ropa de la última temporada. No.

Este mes, el editor Emanuele Farneti decidió hacer la portada de una de las revistas más emblemáticas del mundo de la moda de forma más sustentable; con ilustraciones en acuarela, omitiendo con ello la huella ecológica que genera realizar una portada convencional.

Con esta medida se evitaron “las intensas luces de estudio, la basura por la cantidad de comida en envases desechables durante la sesión, la gasolina para que los cientos de personas se trasladen a locación, las envolturas de las decenas de paquetes que se envían para recibir las prendas necesarias y la electricidad para tomar las fotos”.

Y es que la industria de la moda sí genera un impacto ambiental importante; algunos analistas piensan que es de las más contaminantes dentro del sector que tiene contacto directo con el consumidor.

Según un estudio de la firma McKinsey, para fabricar 1 kilo de tela se generan 23 kilos de gases efecto invernadero y para lavar y secar con métodos convencionales, 1 kilo de ropa a lo largo de su vida útil, se generan 11 kilos de gases efecto invernadero. Una cantidad que sin duda los fabricantes de ropa podrían disminuir si cambiaran sus textiles y sus diseños. En este caso, el algodón (que corresponde al 30% de los textiles usados) y la lana son las fibras que más impacto generan, tanto por la utilización de agua en su producción como en su teñido.

Líderes en la industria han asumido este reto haciendo que durante las pasarelas de las pasadas semanas de la moda en Nueva York, París, Milán y Londres todo girara entorno a la sustentabilidad. El medio ambiente fue el verdadero tema de moda.

El pasado 10 de septiembre, la diseñadora Gabriela Hearst declaró, que su show en primavera 2020 será carbono-neutral. Dos días después, Gucci se sumó a la misma propuesta.

Paralelamente, el British Council, creó el Instituto de Moda Positiva (Institute of Positive Fashion) con la idea de “fomentar la innovación y desarrollar las alianzas necesarias para hacer cambios positivos hacia una industria más amigable con el ambiente.”

Por su parte, Dior decoró su pasarela con 100 árboles que luego replantó en jardines comunitarios, Saint Laurent advirtió que los generadores que usó para prender las 414 luces de su show usaron biocombustibles y Alexander McQueen rescató agujetas viejas y tul de estilos anteriores para confeccionar sus nuevos diseños.

Los consumidores, hoy en día, guardamos nuestra ropa la mitad de tiempo que hace 15 años… la vemos casi como si fuera desechable. Por esto, consumimos mucho más. En los últimos años, las ventas de la “moda rápida”, que ofrece a bajos costos prendas con lo último de la moda, se han incrementado 60%; obligando a que compañías como Zara produzcan hasta 24 nuevas colecciones y H&M de 12-16 al año para poder refrescar las vitrinas constantemente.

Según un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la industria del vestido produce en un año más de 14 prendas por habitante de la Tierra. La organización de reciclaje de textiles, Reverse Resources, encontró que durante el proceso de corte, habitualmente se desperdicia 20% de la tela, y de la ropa ya manufacturada mucha acaba en los basureros.

Sin embargo, en promedio, solamente el 40% de la que se desecha se logra reciclar para hacer nuevas prendas, rellenos de cojines y materiales aislantes. Alemania, que es el país más avanzado en esta tarea: recolecta casi 75% de la ropa usada, de la cual reúsa la mitad y recicla un cuarto de ella. Para otros países los porcentajes son menores; Estados Unidos solamente recolecta el 15%, Japón el 12% y China el 10%.

En 2016, en Nueva York, la organización FabScrap abrió sus puertas para ayudar a los estudios de diseño del distrito de la moda a reciclar pedazos de tela y muestras inservibles de ropa. Cada semana reciben casi 2.8 toneladas de textiles que cortan en tiras y usan como relleno y material aislante, o revenden a estudiantes de moda, artistas y educadores. Hasta el momento, han colectado más de un cuarto de millón de kilos de marcas como Express, JCrew y Marc Jacobs.

Para diseñadores como David Silverstein, o Zero Waste Daniel, como se conoce comercialmente, los desperdicios son la mejor materia prima. Con la misión de hacer ropa que al cortarla genere cero desperdicio, este creativo ha logrado vestir a íconos de la moda, de la farándula y clientes conscientes con el planeta. En su estudio en Brooklyn, lleno de botes con fragmentos de telas de todos colores, Zero Waste Daniel construye sudaderas, playeras y vestidos únicos que van vende hasta en $595 dólares.

Varias otras marcas, como Patagonia, incentivan a sus clientes a regresar ropa de su misma firma, para reconfeccionarla a cambio de crédito para comprar algo nuevo. Lo mismo que Madwell, que invita a sus clientes a entregar a la tienda pares de jeans viejos a cambio de $20 dólares hacia un nuevo modelo de mezclilla; Madwell a su vez convierte los jeans viejos en material para insular casas. Según su página de Internet, hasta el momento llevan reciclados 830,714 pares de pantalones y 1,108 casas beneficiadas, ahorrando 415 toneladas de basura.

Por su parte, H&M y Levis son parte de I:CO, que recolecta zapatos y ropa para reciclar. Better Cotton Initiative reúne a más de 50 marcas y 700 proveedores que se han comprometido con la producción sustentable de algodón. Y 22 firmas de ropa pertenecen a la organización Zero Discharge of Hazardous Chemicals que se enfoca en mejorar la cadena de producción de productos de vestimenta. Muchos haciendo esfuerzos importantes hacia la sustentabilidad.

El desarrollo de nuevos textiles va encaminado hacia este mismo objetivo; en 2016, la Fundación Walmart otorgó 3 millones de dólares a 5 universidades para que enfoquen recursos en producir telas innovadores de menor impacto ambiental.

Por esto, ante la tentación que sufrimos al ir a un centro comercial, vale la pena considerar todo esto. Cada uno de nosotros somos parte de la cadena productiva de la industria del vestido, ya que somos los consumidores finales.

Por otro lado a todos nos gusta estrenar de vez en cuando y vernos siempre bien; pero hagámoslo de forma responsable. Aprópiate de lo que nos toca; elige marcas y prendas que miran al planeta con responsabilidad, lava y seca la ropa de manera prudente, conviértete en un fashionista consciente.

Sí, está de moda ser sustentable.

 


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