Enlace Judío México e Israel.- En su reseña sobre el libro L’Europa senza ebrei (Europa sin judíos), de Giulio Meotti, publicado en Informazione Corretta, Elena Loewenthal hace un análisis sobre el antisemitismo de nuestros días en el continente europeo. La periodista dice:

En Israel hay una obsesión con los números. Nada que ver con ecuaciones complejas o números astronómicos: el recuento es el del censo. Un pueblo que vivió durante milenios al borde de la extinción necesita saber que también existe en cantidad. Hace unos años, el censo merecía titulares en la primera página, de aquellos que se usan solo para grandes catástrofes, los eventos de la época para bien o para mal: entonces la población judía había, aunque solo por unas pocas, unos pocos miles de almas, superado los 6 millones. “¡Hemos derrotado a la Shoah!”, dijeron todos los periódicos más o menos así, registrando una profunda emoción colectiva, casi indescriptible.

En Europa sin judíos, el último libro de Giulio Meotti (…), el periodista ofrece una imagen devastadora de la presencia judía en Europa. Desde Francia hasta los países escandinavos, desde Holanda hasta Italia, el lector encuentra esencialmente dos cosas aquí: por un lado, la disminución imparable de la población judía, por otro, una larga serie de episodios de antisemitismo violento. Es cierto que los números del judaísmo europeo están cayendo bruscamente. Hay cada vez menos judíos: en Italia muy pocos, un poco en el panorama demográfico, ni siquiera 24,000 en todo el territorio, incluidas las islas. Pero hay muchas y complejas razones para esta exuberancia, tanto italiana como europea. Matrimonios mixtos, asimilación y, ciertamente, también emigración a Israel, tal vez por impulso del miedo, como sucedió en Francia después de los terribles ataques, desde Charlie Hebdo hasta Bataclan.

La imagen que describe Meotti es, por lo tanto, muy cierta: hay cada vez menos judíos. Pero, más allá de la alarma, tal vez se trate de confiar en los recursos de supervivencia, demográficos, culturales e históricos, que el pueblo de Israel siempre ha sabido movilizar. De hecho, hay una especie de alquimia indescifrable, o tal vez de fe tenaz, que siempre ha acompañado el combate cuerpo a cuerpo de los judíos con la historia, con innumerables adversidades, con la obstinación del prejuicio. Especialmente con esa condición existencial anómala que fue, y sigue siendo, la diáspora.

Y luego está la cuestión del antisemitismo: realmente más en la agenda que nunca, después de la Segunda Guerra Mundial. Pero el antisemitismo es, más que los judíos, una cuestión de Europa, de cuentas con la historia reciente aún en gran parte por hacer. Es por eso que es necesario estar alerta con tanta firmeza como equilibrio, sin poner en peligro los valores de libertad y responsabilidad. El antisemitismo es la verdadera “traición a Occidente”, como dice el subtítulo del libro: el hecho de que en Francia y en otros lugares todavía se puede asesinar por el simple hecho de ser judío, el hecho de que en Alemania y en otros lugares se ha vuelto arriesgado ir por las calles con una kipá en la cabeza muestra que Occidente ha traicionado y continúa traicionándose a sí mismo. Tiene algo de absurdo, el antisemitismo hoy. Sin embargo, es real, tangible.

Meotti enumera una serie de casos preocupantes en el pasado más reciente. Puesto que los judíos son realmente los canarios en la mina de carbón, los primeros en sufrir los humos mortales de metano y monóxido de carbono. Pero luego llega a los demás. Porque, además de ser un desvalor en sí mismo, el prejuicio antijudío es invariablemente una llamada de atención, el desencadenante de una cadena de violencia, ya sea física o verbal. ¿Qué hacer? Difícil administrar recetas preempaquetadas. Pero quizás el primer paso sea precisamente el de la conciencia: comprender que el antisemitismo no concierne tanto a los judíos y su destino de cuerda floja que hasta ahora lo ha ganado a lo largo de la historia, a pesar de todo, tanto como a Europa. Con sus tragedias pasadas y presentes, sus valores, su memoria y su amnesia, su determinación de enfrentar el futuro.