Enlace Judío México e Israel – En muchos países, EE.UU entre ellos, en casi todas las habitaciones de los hoteles hay la que se puede considerar como la guía sexual más antigua e inteligente; La Biblia.

Desde el Génesis, el Principio, cuando D-os ordena a Adán y Eva “Creced y multiplicaos”, el sexo es un tema predominante emparejado con la espiritualidad.

En la tradición judía, el sexo esta muy presente y jamás ha sido un pecado ni algo de lo que no se debe hablar y se establece que, al comprender los misterios de la sexualidad, podemos comprender la belleza y los misterios de la ley de D-os.

La Biblia es muy directa respecto al sexo y a las relaciones sexuales de los personajes bíblicos.

El Talmud dice que incluso los varones más santos deben casarse. El celibato no es una virtud, los orgasmos si lo son.

Sin embargo, la Biblia no es un manual de sexo libre, donde todo se vale. No todo tipo de sexo está permitido. El bestialismo (sexo con animales) y el incesto están prohibidos, así como el adulterio.

Pero el adulterio en la Torá no tiene el mismo significado que en la actualidad. Era un concepto más estrecho que se puede reducir a tener sexo con una mujer casada. Las mujeres casadas no podían tener sexo con otros. No estaban disponibles, mientras que los hombres tenían mucha más libertad mientras que la mujer objeto de su lujuria no fuera la mujer de otro hijo de Israel.

Sin embargo, en la Biblia hay muchos episodios en las que personajes importantes, hasta los mismos patriarcas y matriarcas violan estas leyes de una manera que hoy se consideraría escandalosa. De estos episodios, los talmudistas han extraído lecciones y enseñanzas trascendentales para la historia del pueblo judío.

Algunas de estas historias involucran a Abraham y Sara, a Isaac y Rebeca, Jacobo, Raquel y Lea, Tamar y Yehuda, Ruth, el Rey David y Abigail, las hijas de Lot, la Reina Esther y muchos más.

Abram y Saraí

En época de hambre viajó Abraham con Sara a Egipto. Sara tenía fama de ser muy bella. Cuando se aproximaban, Abraham le dijo a su mujer “Se que eres una mujer de gran belleza y cuando los egipcios te vean y sepan que eres mi esposa me matarán para quedarse contigo. Así pues, di que eres mi hermana, yo seré favorecido y mi alma vivirá por ti”. La belleza de Sara llegó a oídos del faraón quien, al conocerla, la tomó por esposa y Abraham fue muy bien tratado por el faraón, recibiendo riquezas y privilegios. Sarah fue regalada con la tierra de Gosén recibió a la propia hija del faraón, Agar como esclava, pero, según el Talmud, Sara pidió a D-os que la protegiera del faraón y así, cada vez que este quería tocarla, un ángel lo golpeaba. “El Eterno hirió con grandes plagas al faraón por causa de Sara” dice la Torá. Entonces, ella le confesó que era esposa de Abraham. El faraón se enfureció por el engaño, pero les perdonó y dio órdenes de que los despidieran, escoltándolos fuera de Egipto, con todo lo que era suyo, incluyendo a Agar quien fue concubina de Abraham, a quien dio su primer hijo, Ismael.

Esta es una presentación muy brusca de lo que es la primera familia del pueblo judío. Sin embargo, los sabios han extraído una enseñanza moral de esto.

Egipto era el símbolo de “el mundo exterior”, secular y sensual y lo que Abraham dice a Sara es.  “Cuándo vamos por el mundo y afrontamos tentación, decadencia y seducción, prometámonos tu y yo, entre nosotros y ante D-os que nuestra relación es más preciosa que eso” Y es entonces, cuando cambian de nombre, Abram a Abraham y Saraí a Sara, por mandato divino, como implicación de un renacimiento.

Judá y Tamar

Los dos hijos más famosos de Jacobo son José y Judá (Yehuda). Judá tuvo un hijo llamado Er quien se casó con Tamar. Er murió joven y sin descendencia, por lo que Tamar, por la Ley de Levirato debía casarse con el hermano del difunto, para que la descendencia quedara en la familia. El hermano de Er era Onan, a quien su padre, Juda’ le dijo “Cásate con Tamar. Con ella criarás hijos para mantener vivo el nombre de tu hermano”

Onan se acostó con Tamar pero derramó su simiente fuera de ella sin fecundarla. Por esto, D-ós lo castigó matándolo. Judá tenía otro hijo, Sela, que era demasiado joven, por lo que pidió a Tamar que esperara a que Sela creciera para casarse con él. Tamar envejecía y no quería estar privada de vida sexual ni de ser madre cuando aún era joven.

En un viaje que Judá hizo a Timna, Tamar lo esperó en el camino, cubierta por un velo, sentada en un lugar donde se ubicaban las prostitutas. Al llegar Judá al lugar, Tamar se le acercó y le ofreció sus servicios. Judá se acostó con ella y le dejo en pago su anillo, su manto y su bastón. Tamar quedó embarazada sin que Judá supiera con quién había estado.

Pronto, el embarazo de Tamar fue evidente y el pueblo comenzó a murmurar y dijo a Judá “Tu nuera ha sido libertina y está embarazada”.

Judá ordenó sacarla del campamento y quemarla. Entonces Tamar enseñó el anillo, el manto y el bastón y dijo: “estoy embarazada del hombre a quien pertenece esto”

Judá lo reconoció y se arrepintió, dejando libre a Tamar. Los talmudistas explican que al haberse ella cubierto con un velo, había actuado con modestia y por eso fue recompensada con descendientes que fueron reyes, nada menos que David y Salomón y profetas como Isaías.

De esta manera, la Biblia reconoce las debilidades del hombre y en muchos casos, como el de Tamar, historias sórdidas tienen consecuencias venturosas al paso del tiempo.

De acuerdo con la tradición judía, ninguna relación sexual es tan simple como parece superficialmente. Lo más sutil de los relatos de la Torá es la comprensión de que las situaciones desafortunadas ocurren y deben ser habladas. La torá nos muestra que esas cosas ocurren en las mejores familias, en las familias más santas y que la vida no solo puede y debe continuar, sino que la redención siempre esta presente y siempre es posible.

 


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