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Respuesta corta

El judaísmo cree en los ángeles. No como criaturas humanas con alas blancas, sino como entidades completamente espirituales sin imágenes físicas (aunque a veces pueden tomar una forma física temporal). Los ángeles son creados por D-os para acciones específicas, o por los humanos como resultado y a través de sus diversas acciones.

Respuesta larga

Ángeles orgánicos

Un ángel es una entidad espiritual con su propio contenido, cualidades y características únicas. Lo que distingue a un ángel de otro no es la calidad física o la distancia espacial, sino más bien una disparidad con respecto al propósito fundamental de tal esencia. La cualidad sustancial de un ángel puede ser un impulso o una fuerza, es decir, una inclinación al amor, al miedo o a la compasión.

Mientras que entre los seres humanos las emociones cambian y varían, ya sea a medida que las personas cambian o según las circunstancias de tiempo y lugar, un ángel es totalmente la manifestación de una única esencia emocional.

(En los mundos espirituales superiores hay ángeles más elevados, como los serafines, de la palabra hebrea “quemar”, “saraf”. Al igual que los ángeles (de los mundos espirituales inferiores), los serafines son esencias abstractas singulares, no cambiantes, sin embargo, mientras que los ángeles son encarnaciones de la emoción pura, los serafines son esencias de la inteligencia pura).

Para tener mayor precisión al hablar del ser, podemos referirnos a “un campamento de ángeles”. En el campo general del “amor”, por ejemplo, hay muchas subdivisiones, virtualmente innumerables matices y gradaciones de sentimiento tierno. No hay dos amores que se parezcan en la emoción, como tampoco hay dos ideas que se parezcan. Así, cualquier fuerza o impulso general es un campo entero y no es siempre el mismo a todos los niveles.

Mensajeros

La palabra para decir ángel en hebreo es “malaj”, significa también “mensajero”. Como su nombre en hebreo expresa, la naturaleza del ángel es ser un enviado hasta cierto punto, constituyendo así un contacto permanente entre los mundos.

Las misiones de un ángel se suceden en dos direcciones: puede servir como emisario de D-oss hacia lo terrenal, hacia otros ángeles y hacia los mundos y criaturas inferiores, y/o también puede servir como el que se dirige al Cielo desde abajo, desde nuestro mundo hacia los mundos superiores.

Humano vs ángel

La verdadera diferencia entre el hombre y el ángel no es el hecho de que el hombre tenga cuerpo, sino el contraste esencial que existe entre el alma humana y el ángel mismo.

El alma del hombre es muy compleja e incluye todo un mundo elementos existenciales diferentes y de todo tipo, mientras que el ángel es un ser de una sola esencia y por lo tanto en cierto sentido unidimensional.

Además, el hombre, debido a su naturaleza polifacética y a su capacidad de contener las contradicciones (incluido su don de un poder interior del alma) tiene la capacidad de distinguir entre el bien y el mal. Es esta capacidad la que le permite alcanzar grandes alturas, y por la misma razón crea la posibilidad de que fracase y retroceda, lo que no es cierto en el caso del ángel.

Desde el punto de vista de su esencia, el ángel es eternamente el mismo. Es estático, una existencia invariable, ya sea temporal o eterna, fijada dentro de los límites rígidos de calidad dados en su misma creación.

Crear un ángel

Entre los muchos ángeles que se encuentran en los diversos mundos están aquellos que han existido desde el principio de los tiempos, ya que son una parte inalterable del Ser Eterno y del orden fijo del universo. Estos ángeles constituyen en cierto sentido los canales de la abundancia por los que la gracia divina sube y baja en los mundos.

Pero también hay ángeles que se crean continuamente de nuevo, en todos los mundos, y especialmente en el mundo de Asiyá (nuestro mundo material, el “más bajo” de los mundos), donde los pensamientos, las acciones y las experiencias dan lugar a ángeles de diferentes tipos.

Cada mitzvá que una persona hace no es sólo un acto de transformación en el mundo material, sino también un acto espiritual, sagrado en sí mismo. Y este aspecto de espiritualidad concentrada y santidad en la mitzvah es el principal componente de lo que se convierte en un ángel. En otras palabras, la emoción, la intención y la santidad esencial del acto se combinan para convertirse en la esencia de la mitzvá como una existencia en sí misma, como algo que tiene una realidad objetiva.

Más precisamente, la persona que realiza una mitzvá, que reza o dirige su mente hacia lo Divino; al hacerlo, crea un ángel, que es una especie de acercamiento por parte del hombre a los mundos superiores. Tal ángel, aunque esté conectado en su esencia al hombre que lo creó, sigue viviendo, en general, en una dimensión diferente del ser.

Encuentro con un ángel

Un ángel no puede revelar su verdadera forma al hombre, cuyo ser, sentidos e instrumentos de percepción pertenecen sólo al mundo físico, en el que no hay medios para captar la forma del ángel.

Sin embargo, los ángeles se han revelado a los seres humanos de dos maneras: una es a través de la visión del profeta, el vidente o el hombre santo, es decir, una experiencia de una persona del nivel más alto; la otra es a través de una revelación aislada de una persona ordinaria que repentinamente tiene el privilegio de recibir mensajes de niveles más altos.

Cuando esa persona o profeta experimenta de alguna manera la realidad de un ángel, su percepción, limitada por sus sentidos, permanece atada a las estructuras materiales, y su lenguaje tiende inevitablemente a expresiones de formas físicas reales o imaginarias. Así pues, cuando el profeta intenta describir o explicar a otros su experiencia de ver un ángel, la descripción roza lo inquietante y lo fantástico. Términos como “criatura alada del cielo” u “ojos del carro supremo” sólo pueden ser una pálida e inadecuada representación del incidente porque esta experiencia pertenece a otro reino con otro sistema de imágenes. La descripción será necesariamente antropomórfica.

Por lo tanto, todas las visiones articuladas de la profecía no son más que formas de representar una realidad espiritual abstracta (sin forma) a través del lenguaje humano.

Aunque también puede existir la manifestación de un ángel que adquiere forma ordinaria, que se viste en algún recipiente familiar y manifiesto como un fenómeno “normal” en la naturaleza.

La dificultad es que quien ve un ángel de esta manera no siempre sabe que se trata de una aparición, que la columna de fuego o la imagen de un hombre, no pertenecen enteramente al reino de los fenómenos naturales. Y al mismo tiempo, el ángel – es decir, la fuerza enviada desde un mundo superior – hace su aparición y hasta cierto punto actúa en el mundo material, estando o bien enteramente sujeto a las leyes de nuestro mundo o bien operando en una especie de vacío entre los mundos en los que la naturaleza física no es más que una suerte de vestimenta para alguna sustancia superior.

Por ejemplo, en el Tanaj, Manoa, el padre de Sansón, ve al ángel en la imagen de un profeta, pero siente de alguna manera inexplicable que no es un hombre lo que ve, que está presenciando un fenómeno de un orden diferente; sólo cuando el ángel cambia completamente de forma y se convierte en una columna de fuego, Manoa reconoce que el ser al que ha visto y con el que ha conversado no era un hombre ni un profeta, sino un ser de otra dimensión de la realidad, un ángel.