Enlace Judío México e Israel – Ahora que Israel se prepara para extender su legítima soberanía a Judea y Samaria (“Cisjordania”), tenemos la responsabilidad histórica y moral de llamar a este acontecimiento lo que es: reunificación.

GERARD FILITTI

Israel está reuniendo familias, comunidades y al pueblo judío. Se está reuniendo con su historia, que se remonta a miles de años atrás. Está reunificando las tradiciones y la cultura que han sobrevivido e incluso prosperado a pesar de las adversidades, la animosidad y los horrores de innumerables guerras.

Judea y Samaria siempre han sido parte de Eretz Israel. La realidad jurídica es que el Estado moderno de Israel siempre ha tenido derechos soberanos sobre todo Judea y Samaria, Gaza y Jerusalén Este. La Declaración de Balfour (2 de noviembre de 1917) anunció el apoyo al establecimiento de un “hogar nacional para el pueblo judío” en una zona entonces denominada “Palestina”, que estaba gobernada por el Imperio Otomano. La Resolución de San Remo (25 de abril de 1920) fue el resultado de una conferencia celebrada después de la Primera Guerra Mundial para formular un tratado de paz con el Imperio Otomano. Entre otras cosas, la Resolución de San Remo creó un Mandato para Palestina (formalizado el 24 de julio de 1922 por la Sociedad de Naciones), administrado por los británicos, con el pueblo judío como beneficiario del sagrado fideicomiso. El territorio sujeto al Mandato de Palestina fue aprobado específica e intencionadamente con el propósito de convertirse en el Hogar Nacional Judío. El Mandato, incorporado en el Artículo 80 de la Carta de las Naciones Unidas (10 de octubre de 1945), incluye a Judea y Samaria, Gaza y Jerusalén Este.

El 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión proclamó el establecimiento del Estado de Israel. De conformidad con un principio de derecho internacional conocido como uti possidetis juris (“como usted posee según la ley”), las fronteras del Estado de Israel se ajustaron a los límites territoriales del Mandato para Palestina, tal como existían en ese momento. Como ha explicado la Corte Internacional de Justicia, “al independizarse, [el] nuevo Estado adquiere la soberanía con la base territorial y los límites que le dejaron las [fronteras administrativas de la] potencia colonial”. Para el naciente Estado de Israel, esto incluía los territorios de Judea y Samaria, y Gaza.

Al día siguiente de la declaración de su independencia, Israel fue atacado por cinco países árabes. Como resultado de esa guerra, Judea y Samaria, Gaza y Jerusalén Este fueron arrebatados de Israel. Se violó la integridad territorial de Israel, situación que no se corrigió hasta la guerra defensiva de 1967, cuando Israel recuperó el territorio que se le había prometido en el marco del Mandato para Palestina. La mayor parte de la integridad territorial de Israel fue restaurada.

No obstante, la realidad política, resultante en su mayor parte de una campaña internacional opresiva para denominar esas partes de Israel “territorios ocupados”, dio lugar a una serie de decisiones que dejaron en suspenso el pleno ejercicio de la soberanía con respecto a Judea y Samaria, Gaza y Jerusalén Este. Sin embargo, Israel ha mantenido el control de seguridad en Judea y Samaria (territorio que podría ser reunificado pronto). Los ciudadanos que viven allí, que también disfrutan de prestaciones económicas, educativas y de bienestar, se han regido por el derecho civil israelí. La historia, la naturaleza y el carácter de los israelíes que viven en Judea y Samaria siempre han sido israelíes, pero han pasado demasiados años viviendo separados del resto del Estado judío. Necesitan, y merecen, reunirse con su comunidad.

Así como Alemania Occidental y Oriental fueron reunificadas al final de la Guerra Fría, hace tiempo que Judea y Samaria debía reunificarse con el resto de Israel. Sus residentes son parte de una cultura y un pueblo, una familia. Y, como las familias, tienen un derecho básico, si no fundamental, de permanecer juntos.

Si, como se espera, el gobierno israelí ejerce la plena soberanía sobre todo (o partes) del territorio de Judea y Samaria, no es un acto de anexión. Es un acto de reunificación, que reúne a individuos y familias que han sido separados artificialmente sin una buena razón, pero siempre sujetos a la soberanía de Israel. La anexión es una proclamación de la soberanía fuera del dominio de un Estado, lo que no es el caso aquí. La reunificación es el reconocimiento de que la familia judía ha estado separada durante demasiado tiempo. La reunificación es un acto de amor, que finalmente vuelve a unir a esa familia.

Fuente: The Times of Israel / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

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