La humildad no sólo es un valor, sino que también es una forma de hacer crecer nuestro potencial y así cambiar la realidad. Se trata más de conocer nuestros límites que de pobreza.

Entender los valores básicos de un ser humano es principalmente lo que hace que nuestras decisiones estén encaminadas de la forma óptima, no sólo para nosotros, sino para el universo que se encuentra alrededor de nosotros. El judaísmo está forjado de personajes que enseñan la importancia de los demás.

En el libro de Shemot (Éxodo) la Torá nos explica como la humildad fue parte del proceso básico de libertad para el pueblo hebreo y su llegada a la tierra de Israel. Todo se encuentra en la historia de Moshé (Moisés), un hombre que tuvo que ir en contra de todo su mundo, para conocerse a sí mismo y al mismo tiempo entender quién era, de qué estaba formado y hasta dónde llegaban sus límites.

Es difícil entender el concepto de “humildad”, pues nuestra cultura ya lo ha plasmado como un sinónimo a la falta de riqueza o más bien a la pobreza, sin embargo, el concepto original de la palabra “humildad”, no tiene que ver con bienes materiales, sino con entender qué nuestras limitaciones también son parte de lo que somos y por ello, debemos tomarlas en cuenta para que nuestro mayor potencial pueda ser alcanzado.

Es decir, si no sabes dónde se encuentra el límite, es muy difícil que sepas quién eres. Y la única forma de alcanzar esto es a través de la reflexión, el estudio y la experiencia.

En el caso de Moisés, su objetivo de sacar al pueblo de Egipto, iba dirigido hacia la libertad, no hacia el castigo de los egipcios. Su conflicto de identidad y consecuente arrepentimiento cuando deja Egipto para llegar al pueblo de Midián, lo preparan para empezar a entender quién es, es decir su identidad.

Y la humildad que él adquiere a través de este proceso, junto con lo que aprende en Midián sobre el mundo, lo preparan para ser el líder del pueblo hebreo. Aún así, la soberbia no supera la realidad de su condición humana.

Así, Moisés también es castigado con la imposibilidad de llegar a la tierra de Israel, pues aunque entendía sus limitaciones y las del mundo, igual tomó la decisión de pegarle a una roca, no por falta de entendimiento, sino por ignorar sus limitaciones.

El caso de Moisés es especialmente interesante, debido a que independientemente de que se le considerara el liberador de Israel, aquél que plantaría las bases del judaísmo y su relación con la libertad, el mensajero de Dios de su mensaje más sagrado; la Torá. También fue, de acuerdo al relato bíblico, el hombre que tuvo más contacto con Dios en éste plano.De él se requirió algo tan simple para que se le negara la entrada a Israel: la falta de reconocimiento de sus limitaciones.

La historia de Moisés nos enseña mucho sobre liderazgo, fortaleza y perseverancia; sin embargo, nuestros sabios nos remontan a un concepto más básico: la humildad.

Este valor implica la madurez para ser honestos tanto con nosotros mismos, como con el universo y así alcanzar nuestro máximo potencial, una vez que entendemos cuáles son los límites del cosmos y cuáles son los nuestros.

Una vez que entendamos que estos valores son esenciale para nosotros, sabremos también que no es fácil, pero que es la única manera de crecer con propósito y así como dice el gran autor judío Stefan Zweig, “nos limitamos para volvernos ilimitados”.


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