Enlace Judío México e Israel – Acaba de terminar Tu B’Av, el cual se conoce como “el día judío del amor” es una fecha en la que recordamos la sacralidad del matrimonio, la importancia del amor y la unión del pueblo judío. Empezó siendo una festividad agrícola hace más de 2,000 años y hoy se ha convertido en un día de suerte para los enamorados. Para despedirlo y honrarlo queremos recordar a 5 parejas judías que a lo largo del tiempo lucharon hombro con hombro para hacer más bello su entorno. Esperamos les guste.

Amy Sherman Palladino y Daniel Palladino. Los creadores de “The Marvelous Mrs Maisel”

Si le preguntaras a cualquiera cuál es la pareja judía más famosa de la televisión nadie dudaría en responder Joel y Midge Maisel. Esta pareja de divorciados no deja de encantar a la audiencia con sus problemas maritales, su búsqueda de independencia y la fascinación por el mundo neoyorkino que los rodea. El judaísmo se expresa abiertamente en su entorno como comediantes y al interior de sus casas sin embargo, pocos creerían que tienen una contraparte en el mundo real.

Amy Sherman Palladino y Daniel Palladino son los creadores de esta serie televisiva y aunque sólo Amy tiene una clara ascendencia judía ambos lograron captar a la perfección el entorno judío neoyorquino que caracterizó su infancia. Si bien la competencia creativa entre Midge y Joel terminó por deshacer su matrimonio en el caso de los Palladino los une: “Todas las noches nos enfrentamos en un ring… Más que una relación marital parecemos cómplices, planeamos juntos el asesinato perfecto; tenemos esa loca simbiosis megalómana que nos ha funcionado por más de 21 años.”

Han producido, dirigido y escrito juntos más de dos series televisivas, las más famosas Gilmore Girls y The Marvelous Ms Maisel, e incluso han llegado a competir por el mismo premio televisivo. No cabe duda que son una de las parejas más exitosas en el mundo de la televisión hoy.

Marc y Bella Chagall. El pintor y la escritora

Todo el mundo ha visto las pinturas de Marc Chagall donde los enamorados flotan por el aire, tuercen el cuello para darse un beso apasionado o simplemente se abrazan cálidamente. Cuando Chagall pintaba este amor tan tierno que distingue a sus personajes en realidad estaba pintando a Bella su esposa quien posó para él como modelo numerosas veces.

Ella era la hija de una familia judía adinerada y él de un padre jasídico que asistía a un mercader de arenque, ganaba menos de 20 rublos al mes. Los dos provenían de Vitebsk (Bielorrusia) y ahí mismo fue que se conocieron en una de las visitas que Marc hizo a sus padres. Como ambos lo describen fue amor a primera vista y el encanto que vivieron desde esos primeros momentos les duraría toda la vida.

Seis años después se casaron y se fueron a vivir a San Petersburgo. Ella era escritora y Chagall ya destacaba como artista surrealista. Quedaron atrapados en Rusia en medio de la Primer Guerra Mundial y cuando el régimen comunista ya estaba instaurado en Rusia a Marc se le ofreció un puesto para dirigir la primera escuela de arte en Vitebsk. Sin embargo, al poco tiempo se vio forzado a renunciar pues el arte surrealista no era visto como “arte proletario adecuado” y después de vivir en condiciones sumamente precarias, Marc y Bella pudieron exiliarse a Francia. Ya tenían una hija de cinco años y tras los horrores de la guerra esta oportunidad se abría como un nuevo comienzo.

Desde lejos presenciaron como su tierra natal (Vitebsk) fue destruida y masacrada por persecuciones a judíos, primero a manos de comunistas rusos y después a manos de los nazis. En 1941 tuvieron que huir de Francia pues la ocupación alemana ya había empezado a destituir y perseguir judíos, por lo cual se encontraban en gran peligro. Lograron migrar a Estados Unidos como artistas protegidos y pasaron el resto de su vida ahí. Bella falleció en 1944 de una infección de garganta y Marc contrajo matrimonio con otra mujer años más tarde. Sin embargo, Bella siempre fue su musa, la mujer por la que hacía sus cuadros.

Theo y Ora Coster. Creadores de juguetes

Alguna vez jugaste “Adivina Quién” o construido con palitos de paleta diseñados para ello, no sabes que cuánto influyeron los Coster en tu infancia. Esta pareja de diseñadores lleva más de 50 años diseñando y produciendo juegos educativos para niños. Han hecho más de 170 modelos y algunos de ellos como “Adivina Quién” siguen siendo de los más vendidos en el mundo.

Se conocieron en Israel por un amigo en común que tenían. Él era un sobreviviente del Holocausto que había heredado y vendido una imprenta en Holanda y ahora trabajaba en una petrolera como ingeniero químico. Ella por su lado era maestra de arte y había crecido de niña en un kibbutz. Tardaron un tiempo en enamorarse. Sin embargo, una vez que lo hicieron se casaron y estuvieron más de 35 años juntos hasta la muerte de Theo el año pasado.

Su empresa como diseñadores de juegos empezó cuando Ora estaba embarazada de su segundo hijo e inventó un juego con mapas para entretener y enseñarle geografía a Boaz su primogénito. Un amigo suyo vio y le gustó el juego y empezó a ofrecerlo en sus gasolineras como regalos a clientes. Así Theo y Ora impulsaron Matat, su primera empresa, la cual vendía juegos que las compañías compraban para ofrecer como regalos a sus clientes. Con Icetix, unos palitos de paleta hechos para construcción los esposos se volvieron famosos pues incrementaron las ventas de paletas por millones y pudieron crear su propia compañía en la que se dedicaron a producir juegos más elaborados.

Siempre trabajaron juntos y hasta la fecha son de los creadores más reconocidos en el mundo de la invención y el diseño de juegos.

Beate y Serge Klarsfeld. “Cazadores de nazis”

Que implica mirar hacia atrás y juzgar el pasado histórico del país en el que creciste. Esa pregunta se hicieron Europa y Alemania cuando empezaron a buscar y juzgar altos funcionarios nazis por primera vez. En ese momento de la historia Beate Auguste Künsei y Serge Klarsfeld estaban conociéndose en el metro de París. Ella era una niñera joven que había llegado a Francia a educarse y el un intelectual de izquierda que dirigía una estación de radio. El padre de ella (aunque nunca había sido miembro del partido) había luchado en el ejercito nazi formado por Hitler, mientras que el de él había muerto en Auschwitz; antes de ese hecho trágico logró esconder a su familia y salvarles la vida.

Beate no había escuchado del Holocausto hasta que llegó a Francia. Sin embargo, siendo ya una mujer educada empezó a trabajar para la unión de juventudes franco – alemanas y quedó escandalizada al enterarse que un ex nazi (Kurt Georg Kiesinger) estaba siendo elegido canciller para la coalición de la coalición entre partidos en Alemania (1968). Beate empezó a hacer protestas para exponer el pasado de este hombre, fue encarcelada y liberada por abofetearlo públicamente y tras perder su trabajo decidió darle un rumbo a su vida. Junto con su esposo se dedicó a rastrear el paradero de altos funcionarios nazis que habían escapado a la justicia europea y juntos fomentaron que fueran juzgados. Su trabajo fue tan conocido que llegaron a ser llamados “la pareja cazadora de nazis.”

Lograron dar seguimiento y apresar a hombres como Klause Barbie (conocido como el carnicero de Lyon), Alois Brunner (la mano derecha de Eichmann), Walter Rauff y Maurice Papon entre otros. Lograron hacer que se firmaran tratados entre los países para permitir continuar con los juicios. Fueron amenazados de muerte varias veces y sufrieron un atentado contra su vida. Sin embargo, continuaron con su labor por más de 30 años.

Arlene y Richard Feyman. El genio y su amada

Hay pocas historias tan trágicas como la de Richard y Arlene (a veces escrito como Airleen) Feyman. Los dos se conocieron y se enamoraron en la preparatoria, él desde entonces destacaba por sus dotes para la matemática y las ciencia y ella compartía una rigurosa disciplina para el piano. Antes de los 17 años prometieron casarse y amarse eternamente.

Pospusieron la fecha de matrimonio para que Feyman pudiera estudiar la universidad y el doctorado y durante varios años mantuvieron una relación a distancia, en la que Feyman aprovechaba cada segundo libre para verla. El destino, que no perdona, los alcanzó: Arlene enfermó gravemente de tuberculosis. La familia de Richard quiso disuadirlo para que no se casará con ella, pero el fue perseverante en su amor y tuvo una sola respuesta a los médicos: “sólo explíquenme cómo se trasmite y ya nosotros nos arreglamos.”

Lejos de dejarla el enamorado se apuró a terminar el doctorado para poder casarse con ella (pues su beca in Princeton no se lo permitía). En junio de 1942 tomaron el ferri a Staten Island y se casaron sin amigos ni familiares en la oficina pública, él sólo pudo besarla en la mejilla pues había un riesgo fuerte de contraer la enfermedad. Tres años después estaría despidiéndose en el lecho de su cama.

Incluso después de muerta Feyman escribiría una de las cartas de amor más desgarradoras que han sido escritas simplemente para decirle que la extraña y que la quiere cerca, y aunque sabe que está muerta, su amor es lo único real que tiene y que sólo escribirlo le da fuerza. Las cartas que se escribieron entre ambos, incluida ésta, se mantuvieron de forma privada, pero cuando fueron publicadas muchos se sorprendieron de ver éste lado tan cálido del científico famoso, pues Feyman fue de los físicos más importantes de su época. Participó en el proyecto Manhattan, fue de los primeros en desarrollar la idea de “nanotecnología” y durante muchos años fue de los profesores más renombrados. Hoy nadie duda del lugar tan importante que tiene en el mundo científico.