Enlace Judío México e Israel – El rabino Akiva ben Joseph, fue uno de los más brillantes, originales y humanos de los rabinos cuyas vidas se relatan en el Talmud, fue llevado cautivo por los romanos un día como hoy en 134 de la Era Común (EC), según el cálculo religioso judío, para ser torturado y ejecutado cinco días después.

Hijo de conversos, de origen muy humilde, sin educación ni nivel social, fue ignorante hasta los cuarenta años. Trabajaba como empleado de uno de los hombres más ricos de Judea, Kalba Savua y su hija Raquel, quién vio en él condiciones especiales y prometió casarse con él a cambio de que se dedicara a estudiar la Torá.

Así lo hizo, pero Raquel fue desheredada y pasaron muchas penurias para mantenerse, mientras él estudiaba en Yavne hasta que llegó a ser el más grande erudito de su época.

Llegó a tener 24 mil discípulos en su academia de Bnei Brak, entre ellos los que serían con el tiempo, destacados maestros de la siguiente generación como el Rabino Shimon Bar Yojai.

Akiva ben Joseph se hizo un connotado líder del pueblo judío y el más grande de los Rabinos de su época. Llegó a ser un hombre rico, que protegía a los pobres y viajó a lo largo del mundo, de Roma a Alejandría, Grecia y Asia Menor para recaudar fondos.

Se destacó principalmente por organizar las complejas leyes de la Torá Oral o Tora she’bealpé, de acuerdo a diferentes tópicos, estableciendo las bases para la posterior redacción de la Mishná por el Rabino Yehudá Hanasí.

Respecto a su grandeza como intérprete de la Torá escrita, el Talmud relata que en el Monte Sinaí, Moisés vio a Di-s haciendo pequeñas coronas, como adornos sobre las letras de la Torá, cuando preguntó su significado, se le respondió que algún día, cierto sabio llamado Akiva ben Yosef, deduciría interpretaciones legales y reglas de cada corona y línea de adorno de esas letras.

Así fue el Rabino Akiva el que enseñó que no hay nada superfluo en la Torá. Los demás sabios lo consideraron como uno de “los padres del mundo”, “un manantial de sabiduría” y la “fuente de la Torá Oral”.

Cuando Roma promulgó los decretos contra el judaísmo, el Rabino Akiva, integró la comitiva que fue a la capital imperial para obtener su derogación, al decretarse finalmente la prohibición categórica de estudiar Torá, rabino Akiva la ignoró, hasta que fue condenado a morir como un mártir, después de la derrota de la rebelión de Bar Kojba.

Murió con el Shemá Israel, en sus labios, cuando pronunció la palabra Ejad, “Uno”, su alma lo dejó y falleció. El Talmud explica que había alcanzado el nivel más alto del alma al que puede acceder un ser humano.

El Rabino Akiva fue enterrado en una colina en la ciudad de Tiberias con vista al Lago Kineret. Su memoria sigue viva en el pueblo judío, en la Tora que luchó por estudiar y enseñar, en la luz y el amor que trajo al mundo.

Con información de Jabad.

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