Enlace Judío México e Israel – El presidente de Israel, Reuven Rivlin se dirigió hoy a la nación en vísperas del nuevo confinamiento nacional, el segundo de este año, ante el alto índice del contagio de COVID-19 y la creciente frustración de propietarios de negocios y el sector ultraortodoxo por el cierre del comercio y las sinagogas, informó The Jerusalem Post.

“Hermanas y hermanos, ciudadanos de Israel, esta noche les hablo en la víspera del segundo confinamiento en Israel, y les pido que abran su corazón a mí y a lo que tengo que decir. Sé que no hemos hecho lo suficiente como líderes para ser dignos de su atención. Confiaron en nosotros y los hemos decepcionado.

Esta noche, quiero decirles que comprendo la confusión e incertidumbre, la ansiedad que mucha gente siente. Lo entiendo y, ante todo, me disculpo. A nivel personal, les pido perdón por mi comportamiento aquí en la Residencia del Presidente durante el confinamiento en Pésaj.

Me disculpé por ello en el pasado, y lo estoy haciendo de nuevo hoy. Mi soledad no es más dolorosa que la soledad de muchos de ustedes, que fueron tan cuidadosos de seguir la palabra y el espíritu de las instrucciones.

También les pido perdón hoy a nivel nacional. Estamos a punto de comenzar el nuevo año y nos cuesta hacer espacio para las celebraciones que nos acompañan todos los años en esta época. Nos hemos acostumbrado a vivir en un país que lidera en todos los aspectos de la vida, en una sociedad libre y abierta, y ahora encontramos nuestro movimiento severamente restringido y luchando por mantener la rutina que dábamos por sentada.

Cuando el coronavirus irrumpió en nuestras vidas, sabíamos que sería una batalla difícil, pero esperamos una victoria rápida y por eso ustedes aceptaron las restricciones del distanciamiento social con comprensión, a pesar de los costos que conlleva.

Pagaron un precio elevado, un precio real que los acompaña durante mucho tiempo. Nuestras sinagogas estuvieron cerradas en Pésaj, nuestras mezquitas estuvieron cerradas durante el Ramadán, y hasta hoy me apena pensar en las familias en duelo que no pudieron visitar las tumbas de sus seres queridos en Yom Hazikaron.

Celebramos con nuestras familias bajo grandes restricciones, lloramos a nuestros muertos de una manera indigna de ellos, vivimos nuestras vidas en un compromiso doloroso, creyendo que el país y sus instituciones nos sacarían de esta crisis rápidamente.

Ustedes, ciudadanos de Israel, merecen una red de seguridad que el país debe proporcionarles. Los responsables de la toma de decisiones, las oficinas de gobierno, los ejecutores de políticas deben trabajar para ustedes y sólo para ustedes, para salvar vidas, para reducir la infección, para rescatar la economía y la vida social. Comprendo la sensación de que nada de esto se hizo satisfactoriamente.

Y ahora, ustedes, ciudadanos de Israel se ven obligados a pagar el precio de nuevo. Pienso en aquellos con problemas de salud mental en los albergues, en los soldados, en los padres que viven en asilos de ancianos. El anuncio del confinamiento significa que nuestra capacidad de vivir juntos, de celebrar juntos, de llorar juntos, de orar juntos, de satisfacer juntos nuestras necesidades humanas más básicas se daña. Comparto con ustedes estos sentimientos y al mismo tiempo debemos levantar la cabeza y creer.

Desde el inicio de la pandemia, he ido a los lugares donde se libra la batalla y me he reunido con nuestras fuentes de fuerza y poder, en toda su gloria. Me reúno con los directores de hospitales, las enfermeras dedicadas, los médicos que trabajan las 24 horas del día, el Maguén David Adom y los equipos de rescate, los soldados y oficiales, los científicos y los voluntarios. Veo de cerca su incesante dedicación y sacrificio para garantizar la seguridad pública, para luchar contra este virus desenfrenado y con un sentido de responsabilidad mutua en tiempos de crisis. He conocido a los que se preocupan por ustedes, ciudadanos de Israel, y están haciendo todo lo posible para ganar esta batalla, y les pido, pongan su confianza en ellos.

Y desde aquí, quiero decir al gobierno de Israel, a sus líderes, ministros y asesores: la confianza del pueblo es lo más valioso. Debemos hacer todo lo posible para restaurar la confianza personal, médica y económica de todos los ciudadanos. Esta es una segunda oportunidad y debemos aprovecharla porque me temo que no tendremos una tercera.

Queridos míos, además de cuidar de su propia seguridad, debemos abstenernos de culpar a otras partes de la sociedad como si un sector fuera “responsable” de la propagación del virus. El Estado de Israel está bendecido por su excepcional diversidad humana, y creo de todo corazón que es una enorme ventaja y no una desventaja. Cada grupo y comunidad de nuestra sociedad juega un papel crucial en nuestra fuerza combinada y nuestra capacidad para ganar esta batalla. No prevaleceremos a través de señalamientos y acusaciones tóxicas. Sólo juntos.

Queridos míos, estamos destinados a vivir juntos, a compartir los buenos y los malos años, a construir y desarrollar nuestro país. En el frente contra el coronavirus, estamos juntos – judíos y árabes, laicos, religiosos y ultraortodoxos – en hospitales, escuelas y en organizaciones. Juntos, aprendemos en tiempos como este lo que es la unión, la responsabilidad mutua, la esperanza israelí.

Ciudadanos de Israel, ustedes no pueden vencer el coronavirus solos, pero está claro, nadie puede vencerla sin ustedes. Creo en este pueblo; creo en nuestra capacidad de superar estas dificultades. Les pido que crean en la capacidad de este pueblo de superarlas.

Este es el momento de seguir las instrucciones, de cuidarnos y cuidar a nuestros seres queridos, de unir las manos para ayudar a los que nos rodean y requieren de ayuda.

Porque no tenemos otra tierra, no tenemos otro país, no tenemos otro pueblo, no tenemos otro camino.

Que sea un año con salud, en cuerpo y alma. Que el próximo año sea la continuación de la paz como concluimos este año. Oremos todos juntos. Que el año anterior y sus maldiciones pasen; que el año nuevo y sus bendiciones lleguen. Que así sea”.

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