Enlace Judío México e Israel – Recuerdo muy claramente la primera clase que tomé sobre Rosh Hashaná y Yom Kipur, la dio un rabino al que respeto mucho. Contó un recuerdo de su infancia e hizo una analogía con cómo deben verse los días que se acercan en esta época. Su madre era una mujer tan bondadosa que abría la puerta de su casa a quien lo necesitará. Recogía gente que vivía en la calle, les daba hospedaje, comida y ropa nueva. Sin embargo, ponía una sola condición: que se bañarán. Recordaba a gente que no se había bañado en más de un año y lo difícil que se volvía quitar la mugre de la piel; implicaba tallar entre capas de costras y tierra. La imagen la describía de forma muy vívida y cerraba la clase diciendo: “Si no te vas a bañar diariamente, al menos hazlo una vez al año.” Ése es el sentido de Rosh Hashaná y Yom Kipur. Es la oportunidad y la obligación que nos da D-os de “lavar” nuestra alma y empezar con el pie derecho el año nuevo.

Son días en los que tratamos de cambiar radicalmente para bien, no deshacemos de malos hábitos, corregimos los errores del pasado, perdonamos y pedimos perdón; dejamos ir la culpa, el resentimiento, los malos sentimientos, las malas intenciones; y nos acercamos a D-os pidiéndole que nos disculpe y nos recuerde para bien. A ese proceso se le llama “hacer teshuvá” – mejorarse; y a estos días Yamim Noraim (Días Solemnes). Pues se considera que D-os nos juzga en ellos.

El juicio

Rosh Hashaná toma varios nombres entre ellos está el de Yom Ha Din (Día de Juicio). Es así porque se considera que en Rosh Hashaná D-os juzga el destino del mundo durante el siguiente año. Se dice que en ese día se decide “quién vivirá y quién morirá, quién obtendrá riqueza y quién infortuna, quién salud y quién enfermedad.” Estos pasajes pueden ser leídos metafóricamente o literalmente. En cualquiera de los casos se acepta que el juicio mismo no es totalmente determinante, sino que un mal decreto siempre puede ser cambiado si la persona decide cambiar y superarse en el transcurso del año.

¿Qué implica que D-os juzgue al mundo? Que hay un orden superior al cual el hombre está sujeto y éste no es subjetivo. Según la tradición judía en Rosh Hashaná también se celebra la creación del mundo, pues fue el día en que Adán y Eva terminaron de ser creados y la totalidad de la existencia llegó a su plenitud a través de ellos. Un principio básico judío es que el mundo material depende totalmente del hombre, de su relación con D-os. Cuando el hombre sigue los mandatos divinos y se acerca a su Creador, cae bendición sobre la tierra y la vida se reproduce y surge. Cuando es al revés D-os se aparta del mundo y éste cae en destrucción; es una de las enseñanzas que el pasaje del Diluvio enseña. En Rosh Hashaná, al ser el aniversario de su creación, se juzga la situación del hombre con D-os. Y se hace un juicio individual por cada ser humano que fue creado. En base a sus acciones pasadas y sus actitudes presentes se determina su futuro.

El juicio es distinto en cada persona, sin embargo el Talmud menciona tres situaciones distintas: los tzadikim, aquellos hombres que son justos y están cumpliendo en el mundo a la perfección el motivo por el cual fueron creados, D-os los inscribe inmediatamente en el libro de la vida. Los rashaim, aquellos que están tan separados de D-os que han cometido varios pecados capitales (asesinatos, violaciones, etc) y carecen de rasgos de bondad en su carácter, D-os los inscribe en el libro de la muerte automáticamente. Los benonim, por su lado son aquellos cuyos actos buenos están nivelados con sus actos malos, que todavía tienen mucho que perfeccionar en su carácter, pero todavía no están tan separados de D-os como para no merecer la vida su juicio se prolonga hasta Yom Kipur o en Sheminí Atzeret (después de Sucot). Rosh Hashaná y los días de solemnidad son una oportunidad que les da D-os para hacer un cambio real en sus vidas y ser juzgados favorablemente.

Casi todos nosotros cabemos en esta última categoría y en realidad el juicio resulta más una bendición que en castigo porque es la oportunidad de crecer espiritualmente y mejorarnos año con año. Si no hubiera una fecha designada para dedicar toda nuestra energía a ello, muchos de nosotros no lo haríamos. De esa forma es que el juicio toma dos caras: por un lado es un momento de ansía y miedo y por el otro es un momento de festejo, felicidad y celebración de que D-os nos haya dado vida y que podamos nutrir nuestra relación con Él y el mundo que nos rodea.