Enlace Judío México e Israel – Mano de obra, película mexicana galardonada en el extranjero, echa un vistazo a las profundas injusticias y desigualdades sociales que se viven en México y América Latina. Su guionista y director, el judío mexicano David Zonana, conversó con nosotros en exclusiva sobre esta propuesta cinematográfica que ya se exhibe en salas comerciales.

Un grupo de albañiles busca justicia tras la muerte de uno de sus compañeros en una construcción. Ese es el punto de partida de Mano de obra, película ganadora del Premio a la Mejor Ópera Prima Internacional del Festival de Gotemburgo, Selección Oficial del Festival de San Sebastián, y acreedora a diversas distinciones en México.

Entre los productores de la cinta se encuentra el ya reconocido cineasta judío Michel Franco, quien ha ejercido una suerte de mentoría en David Zonana, joven de ascendencia también sefaradí, quien conversó con Enlace Judío para hablarnos de esta, su primera película de largo aliento.

“Quería hablar de los contrastes económicos y sociales que vivimos en México, que son muy fuertes y es algo a lo que la gente tiene que abrir los ojos, es algo que urge poner atención en todos los niveles sociales, políticos y económicos; y para mí era prioridad hablar de un tema que me sea prioridad. Y esta parte sociológica de la historia de México y cómo se refleja económicamente hoy en día, para mí era prioridad.”

Preocupado por las causas sociales, atento a las dinámicas de corrupción y desigualdad que han prevalecido en América Latina desde siempre, David Zonana ha decidido apostar por un tema que, visto desde afuera, pareciera folklórico, según sus palabras, pero en el que se adentró de una manera más profunda y realista.

“Fue interesante adentrarme en este mundo que, al igual que muchos mexicanos, solo conocía en la superficie (…) Muy poca gente conoce a fondo las dinámicas, las jerarquías, la forma de trabajar de la gente que está inmersa en este mundo y eso era lo que yo quería conocer al estar preparando un guion sobre este tema. Entonces, pasé mucho tiempo en construcciones, conocí mucha gente, me contaron muchas historias: algunas divertidas, otras difíciles, obviamente; y ahí fue que me di cuenta que iba a ser muy complicado recrear todo esto con actores”.

Por eso, si se busca la filmografía del elenco que compone Mano de obra, entre quienes figuran nombres como Luis Alberti, Horacio Celestino y Hugo Mendoza, el resultado será una lista vacía. Así como Mano de obra es el primer largometraje de David Zonana, también es la primera vez que estos hombres, albañiles todos ellos, “actúan” en una película.

En ella, el grupo debe construir una casa lujosa. “La casa es un símbolo de algo que el pueblo construye con sus propias manos, a lo cual nunca va a poder tener acceso. Estos albañiles viven en condiciones muy difíciles, en casas muy precarias, y al mismo tiempo están construyendo casas muy lujosas que contrastan fuertemente con los lugares en que ellos mismos viven; entonces, (la película) representa ese trabajo de toda la clase trabajadora del país, que ha trabajado por años y años sin tener la posibilidad de acceder a un nivel de vida con más dignidad.”

Nacer en la miseria, morir en el olvido

Otra muestra del realismo por el que David Zonana apostó para su ópera prima es el propio motivo anecdótico que detona la trama, y que escuchó en repetidas historias que le fueron narradas por los albañiles con quienes convivió mientras se preparaba para escribir su guion.

“Muchas veces, las empresas que llevan las construcciones o demás prefieren desaparecer los cuerpos (de los albañiles que mueren a consecuencia de accidentes laborales) a hacerse responsables de pagos e indemnizaciones a las familias, porque muchas veces, los albañiles que trabajan en obras, y más cuando (estas) son muy grandes, son de provincia, no tienen familia acá, están poco comunicados, entonces, es muy fácil no tomar responsabilidad y hacer como si no pasó”.

Pero la mirada de David Zonana está lejos de ser inocente. Por eso, tras la búsqueda legítima de justicia, las pasiones humanas habrán de tomar por asalto a sus personajes y llevarlos a cometer su propia dosis de abusos, en un giro dramático que desnuda otra de las preocupaciones del cineasta: los límites morales y espirituales del ser humano.

“Los problemas empiezan desde lo individual, desde el egoísmo, el empoderamiento, la corrupción, los problemas morales, la doble moral… Los problemas surgen de ahí, más que de un sistema político o económico que pueda ser impuesto desde una esfera de poder”, opina.

Agrega que “los humanos somos la especie más inteligente que conocemos pero, al final, somos changos un poco más desarrollados y un poco más inteligentes (…) Tenemos muchas limitantes intelectuales, cognitivas, morales, y todo eso se refleja en cómo nos tratamos unos a los otros”.

Al respeto, lo único que podemos hacer, opina David Zonana, es “poner atención en quiénes somos, cómo tratamos a la gente de al lado, a los vecinos, a las demás especies y dejarnos de sentir una especie elegida por Dios para gobernar el mundo y, más bien, sentirnos como lo que somos: un producto de la evolución.”

El papel del arte

“El buen arte es un reflejo de la sociedad”, dice David Zonana, quien apuesta por la función social y política del quehacer cinematográfico. “El buen arte, para mí, propone cambio, revoluciona y, en ese sentido, los artistas se han encargado de mostrarnos realidades que muchas veces no queremos ver, de hacernos cuestionar situaciones o personales o sociales o espirituales que a veces dejamos de lado y que son importantes. El arte claro que ayuda a generar conciencia y la conciencia ayuda a generar cambio”.

Respecto a la extinción, junto con todos los fideicomisos, de Fidecine, David Zonana dice que “es un paso atrás, sin duda, en el mundo de la cinematografía. Eran fondos con los cuales se hacían muchas películas y surgía mucho talento joven, especialmente. Entonces, lo preocupante son todas estas voces talentosas mexicanas que se pueden quedar sin la oportunidad de hacer una obra, una película, y ese talento va a quedar desaprovechado si no se hace algo al respecto”.

Su primer largometraje obtuvo el apoyo de otra fuente. Nos cuenta:

“Los fondos de Mano de obra fueron a través de Eficine, que es un estímulo fiscal. Este fondo sigue activo. Pero, por ejemplo, para mi segunda película, que filmaré el año que entra, ahí sí tengo de los fondos que están desapareciendo. Entonces, pues sí son importantes en la industria.

El estreno de Mano de obra, planeado para abril de 2020, tuvo que aplazarse por la pandemia. Finalmente, llegó a las salas de exhibición la semana pasada “y ha ido bien”, dice David Zonana, aunque reconoce que la asistencia es mucho menor que antes de las restricciones sanitarias, pero “tenemos que adaptarnos también a estos tiempos y hacer lo que se puede.”

Independientemente de la situación económica, política y social que viven México y el mundo actualmente, ya sea como consecuencia de la pandemia de coronavirus o de los agitados movimientos políticos que han puesto a la democracia frente a un espejo no necesariamente halagüeño, la carrera de David Zonana es tan incipiente como prometedora.

Ya planea su próxima película, que “va sobre el mundo militar. Es un joven de 18 años que ingresa al Colegio Militar, y un poco la trama va de su proceso psicológico dentro del colegio y por medio de un thriller psicológico que va desarrollando este personaje dentro de la institución”.

Así, este joven autor, egresado del Colegio Hebreo Tarbut, efímero estudiante de Finanzas en la Universidad Iberoamericana, y autor ya de varios filmes de corta duración, además del largometraje Mano de obra, parece el representante de una nueva generación de cineastas judíos preocupados por mirar los entresijos más incómodos de nuestra sociedad, una determinada por la injusticia, por la acrecentada desigualdad y por el hambre de cambio.

“Hay situaciones sociales a las cuales la gente ha cerrado los ojos, que hemos dejado de lado, pero la realidad es que millones de mexicanos viven en condiciones con muy poca dignidad, con precariedad laboral, con pocos recursos para aportarle a su familia, y no mucha gente los toma en cuenta. Creo que Mano de obra puede crear algo de consciencia y abrir los ojos a gente que a lo mejor daba por hecho la forma en la que vive, sin cuestionarse mucho cómo vive la gente alrededor de ellos.”

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