Muchas veces se habla de la madre judía, pero pocas veces hablamos de rabinas, de estudiosas, de abogadas que litigan en cortes rabínicas. Por eso, conversamos con una mujer erudita que, además, dirige un sitio web para las mujeres que quieren estudiar y entender el judaísmo desde una visión diferente: Ethel Barylka.

El sitio Mujer y judaísmo estrenó imagen recientemente y nos pareció un buen momento para conversar con su directora, Ethel Barylka, una mujer ilustrada que, más allá de ser la esposa de un rabino, ha construido una carrera como estudiosa y divulgadora de esta cultura ancestral.

“Lo particular de nuestro proyecto tiene que ver con la mirada femenina sobre el judaísmo. Nosotras tratamos de extraer siempre una visión que no solo trata sobre asuntos de mujeres, que no es la idea, sino que trata sobre el judaísmo desde una perspectiva nuestra, o sea, de poder encontrar la voz de la mujer que lee, interpreta y estudia”.

En algunas comunidades judías, las mujeres han sido proscritas del estudio de los textos sagrados, así como de ciertos ritos religiosos en los que solo pueden participar los hombres. Pero la visión de Barylka es claramente distinta:

“Las mujeres no tenemos que tocar de oído, sino que tenemos que poder leer las partituras. Se trata de poder entrar a los textos judíos, leerlos, estudiarlos y tratar de encontrar nuestro propio sentido ahí”.

¿Se le había quitado voz a la mujer judía?, se le pregunta a Ethel Barylka. Ella opina que no es que a la mujer judía se le haya quitado la voz para después devolvérsela, y tampoco es un fenómeno exclusivamente del judaísmo sino uno universal. “La mujer no formaba parte, históricamente, de los círculos del estudio, de los círculos intelectuales de la sociedad. La mujer estaba fuera de esa esfera, por muchas razones”.

Sin embargo, dice Barylka, hubo a finales del siglo XIX y a principios del XX una “eclosión” de la posición de la mujer en el mundo. La lucha histórica por sus derechos logró que no solo obtuviera el derecho al voto sino al estudio. Hace menos de un siglo, dice, comenzó a ocurrir un proceso que hoy es cotidiano.

“Hoy nos parece totalmente normal que una mujer sea médica, abogada, sicóloga… pero hasta hace 100 años atrás, incluso menos, esas cosas eran inimaginables. Entonces, si nosotros hablamos de una cultura milenaria como es el judaísmo, también dentro del judaísmo, la voz de la mujer, en ese sentido, la mujer erudita, no había mucho (pero) tenemos vestigios y testigos, testimonios de mujeres eruditas durante todas las épocas”.

El sitio web de Ethel Barylka, Mujer y Judaismo, pretende “reivindicar o volver a traer esas voces que existieron históricamente pero que en algún momento quedaron como diluidas, por muchos motivos, también porque la transmisión de la tradición oral judía y de las costumbres, etc., estaba en manos de los hombres. La mujer empieza a acceder a todo esto recién, a finales del siglo XX, en el ámbito del judaísmo, y hoy tenemos un gran cambio: tenemos miles de mujeres que acceden al estudio judío de alto nivel, que estudian el Talmud, que conocen las fuentes, y que pueden no solo estudiar sino enseñar e interpretar. Es algo muy rico, que le agrega mucha riqueza no solo a las mujeres, le agrega mucha riqueza al judaísmo en su totalidad”.

Barylka es reacia a aceptar los estereotipos, los roles impuestos y las ideas preconcebidas sobre cómo son las mujeres judías. Para ella, por ejemplo, no hay virtudes propiamente femeninas en la tradición judía sino que esta es una religión más igualitaria, pues “consideramos virtuosas ciertas características tanto del hombre como de la mujer. El tema, por ejemplo, de ser modesto”. Esperamos de las personas que sean humildes, modestas, dice. Hombres y mujeres.

“Hay también toda una serie de mitos acerca de qué es la mujer judía o mejor dicho, la madre judía”, recuerda Ethel Barylka. “Los relatos tienen alguna base de realidad pero no me atrevería a decir que es una característica únicamente judía. Yo creo que el esfuerzo que todos tenemos que hacer por ser virtuosos y por ser personas de bien nos corresponde tanto a los hombres como a las mujeres”.

Además de ser modestos y decentes, debiéramos ser realistas. “Las mujeres judías somos muy pragmáticas, diría yo. Sin entrar otra vez en estereotipos. Pero hay como una sabiduría de la vida. Que no fue la sabiduría de los libros, porque hablábamos antes que la mujer fue excluida del estudio, pero sí fue la sabiduría que fuimos recibiendo y transmitiendo de generación a generación, de madre a hija. Es una sabiduría que, a veces, uno ni siquiera es consciente de que la tiene”.

Pone Barylka como ejemplo a un personaje fundamental para el pueblo judío:

“Esta semana tenemos el aniversario de la muerte de Rajel Imeinu, esposa del patriarca Abraham. Y decía uno de los análisis que estaba tratando de ver… hablaba de que Rachel tenía una visión muy realista de la vida, frente a la visión de su pareja, del patriarca Jacob, que tenía como una visión mucho más amplia, mucho más a futuro, mientras que ella estaba como mucho más centrada en el aquí y en el ahora”.

Esa característica, dice Barylka, “es parte de una herencia cultural que tenemos, y es la posibilidad de resolver las situaciones cotidianas que las mujeres normalmente tenemos que resolver”.

Los efectos de la pandemia

Hoy en día es imposible saltarse el tema que ha puesto al mundo de cabeza. Al respecto, Ethel Barylka dice que la pandemia “ha hecho que nuestro proyecto crezca en el sentido, no solo de la cantidad de gente que llega a nosotros sino de la profundidad. Hay como un fenómeno de más interés en los temas judaicos, tal vez porque la gente tiene más tiempo, tal vez porque hay más necesidad espiritual, de encontrar respuestas a ciertas cosas…”

En ese contexto Barylka ha vivido experiencias que le han acarreado una gran satisfacción. “Para mí hay experiencias muy emocionantes. Como terminar una clase y que una mujer me mande un mensaje que me diga ‘a mis 70 años es la primera vez que entendí lo que quiere decir Tisha b’Av”.

En la página de Facebook de Mujer y judaísmo, son frecuentes los mensajes de usuarias que dicen, por ejemplo “he estado muy alejada del judaísmo y en los últimos meses siento necesidad de investigar, indagar más, y he descubierto que hay una posibilidad de una visión diferente”.

Profundidad académica en un lenguaje actual. A decir de Ethel Barylka, esa fórmula ha ayudado a Mujer y judaísmo a acercarse a sus lectoras, muchas de las cuales se sentían intimidadas por la formalidad o la excesiva seriedad que percibían entre los estudiosos de la religión.

Pero entre los lectores del sitio “también hay hombres y para nosotros eso es muy importante. Porque el cambio real que debería de poder pensarse en la vida judía no es una cosa que es solo incumbencia de las mujeres, tiene que ser también incumbencia de los hombres. Este recorrido tenemos que hacerlo juntos”.

Barylka estudió abogacía rabínica y, aunque no presentó el último examen para titularse ­–‑la decisión de ser madre interfirió con su vida académica, en ese sentido—, es el ejemplo de lo que ella describe como una nueva forma de aproximarse al estudio por parte de las mujeres judías. Que si bien no es tan frecuente en América Latina, en Estados Unidos y en Israel es cada vez más común.

En esta interesante entrevista, que puedes ver completa en el video adjunto, Barylka habló también de la transmisión de la judeidad por vía materna. Dijo que esta no es tan antigua como se piensa, pues durante el periodo bíblico era el padre quien transmitía la pertenencia al pueblo judío.

“El tema de la judeidad por el vientre materno es un tema más tardío. Algunos dicen que es medieval”. Según Barylka, hay distintas versiones sobre el origen de esta tradición. Una de las explicaciones tendría que ver con que “siempre se sabe quién es la madre pero no siempre se sabe quién es el padre”, y recuerda que durante las invasiones a aldeas judías se cometían violaciones contra mujeres.

Actualmente, además de trabajar con intensidad en Mujer y judaísmo, Ethel Barylka dirige grupos de estudio, es maestra de maestros y sigue estudiando ella misma que, aunque con gran sencillez, con esa modestia de la que hablaba antes, exhibe una erudición que no tiene nada que pedirle a los hombres más estudiosos de la materia.

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