La eliminación en Irán del Dr. Mohsen Fakhrizadeh, catalogado por Israel como “el padre de la bomba nuclear iraní“, deja mensajes que deben ser cuidadosamente interpretados por varios actores regionales.

En primer lugar, por el mismo Irán. Atribuido el ataque al Mossad —algo no negado por Israel— el gobierno iraní nota una vez más el largo brazo de la inteligencia israelí para combatir con insistencia su plan nuclear, que poco tiene de civil.

Los iraníes ven con preocupación la eficacia en la obtención de datos de inteligencia que indican que los israelíes o norteamericanos han logrado vulnerar sus defensas logísticas.

Por otro lado le debe quedar claro a Irán, que Israel NO renunciará a reconocer a un Irán nuclearizado en la región y ello a pesar del cambio de administración en los EE. UU. En las últimas semanas, Israel ha golpeado duro a Irán.

Por un lado ha eliminado en el territorio persa al número dos de al Qaeda, Abu Muhammad al Masri, a pedido de EE. UU. Al terrorista sunnita se lo veía muy cómodo en territorio chiita, hecho que dejó descolocado a Irán en la consideración de Europa.

Por otro lado, hace unos días, 19 miembros de milicias pro-iraníes fueron eliminados por Israel en la frontera con Siria, una cantidad inusualmente alta en los más de 1,000 operativos que Israel ha llevado a cabo contra la penetración regional iraní. Pro-iraníes atacaron a Israel 9 veces sin resultado positivo alguno.

El siguiente receptor del mensaje es Arabia Saudita y los países del golfo Pérsico que firmaron acuerdos con Israel. Con esta acción, por si cabía dudas, Israel ratifica su decisión de anular la capacidad nuclear y estratégica de Irán, algo que los saudíes ven como una espada de  Damocles.

Es casi evidente que la eliminación de Mohsen Fakhrizadeh ha sido consensuada entre Israel y Arabia Saudita o por lo menos los saudíes sabían lo que iba a pasar. En la misteriosa reunión entre Netanyahu y Mohammed bin Salman el pasado domingo en Arabia  Saudita, Israel ratificó que a pesar del cambio de mando en EE. UU., la unidad israelo-árabe contra Irán está más firme que nunca.

Lo de hoy fue una prueba y es casi con certeza probable que Israel sea premiado con mayores acercamientos entre los países, fortaleciéndose la alianza regional y sumando otros actores a la flamante no proclamada coalición anti-iraní.

El último destinatario del mensaje ha sido Biden. La salida del poder de Trump no va a cambiar un ápice la actitud preventiva de Israel respecto a Irán. Israel no aceptará acuerdo alguno que no lleve a un desarme real de la potencia persa y no aceptará los atajos que Biden decida tomar si sigue los lineamientos de Obama.

Hace dos años, en la famosa exposición que el mundo tomó con ligereza y hasta desprecio, Netanyahu señaló al director del proyecto nuclear iraní como un nombre que “debe ser recordado“. Ya entonces el Dr. Mohsen Fakhrizadeh fue marcado. El reloj comenzaba a correr. Justo hoy hace 10 años se producía la eliminación del antecesor en el cargo. A buen entendedor, pocas palabras.

*El autor es director de Comunidades Plus y corresponsal en Argentina de Enlace Judío


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