Enlace Judío- Estamos acostumbrados a pensar que la idolatría se reduce a acciones tan elementales como rendirle culto religioso y adoración a estatuas o pinturas, en donde aparezca el rostro o la imagen de alguna supuesta deidad. A veces hablamos en términos más sofisticados y hablamos de la idolatría al dinero, a la fama, al poder, a una estrella del cine o del deporte, o a alguna persona cercana a nosotros mismos.

Pero el Judaísmo entiende la idolatría como un fenómeno más complejo que eso. Se trata de algo que tiene que ver con nuestro modo personal de relacionarnos con la vida. En ese sentido, el idólatra es aquel que está convencido de que las cosas suceden afuera de sí mismo. Es decir, la fuerza para enfrentar exitosamente la vida no la tiene él, sino que la debe buscar y obtener de algo más (literalmente, de un fetiche).

¿Qué pasa cuando tratamos de entender este fenómeno desde una perspectiva histórica? Irving Gatell nos explica el origen del pensamiento mágico. Es decir, de la tendencia casi natural del ser humano a crearse esos relatos fantásticos, pero irreales, en los que todo tipo de fuerzas ajenas a uno mismo son las que determinan nuestra realidad.

Y, de paso, nos cuenta cómo el ser humano se ha rebelado —con mayor o menor éxito contra eso— por medio de la filosofía y la ciencia, y cómo el judaísmo siempre ha sido una idea revolucionaria que ha insistido en que el ser humano, a la hora de buscar las soluciones a sus problemas, debe comenzar buscando dentro de sí mismo.


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