Aranza Gleason – Cuando uno habla de invierno la palabra tiene distintos significados dependiendo del lugar donde uno se encuentre. En mi caso, crecí en la Ciudad de México, la ciudad de la eterna primavera, donde frío en la noche significa abajo de doce grados (centígrados) y cinco grados es a lo mucho que uno puede llegar. Sin embargo, en algún tiempo por una razón u otra tuve la oportunidad de ver nevar, sentir el frío en mi cara y el vaho del cuerpo formar un humo. Fue uno de los espectáculos más bellos que he visto y desde entonces, el invierno tuvo para mí el significado del frío y la nieve. Cuando me es posible viajo y las veces que no se puede, me conformo con un cuento, una película o fotos que traigan a mi casa la nieve.

Y es curioso la cantidad de símbolos e historias que el invierno y la nieve han generado dentro de la cultura moderna desde los sonetos de Shakespeare, hasta el Gigante Egoísta o en los cuentos de Capote o Andersen el invierno tiene un gran peso artístico. Puede representar a la vez la crudeza de la soledad o la sabiduría de la vejez y la nieve ser el símbolo de armonía, la paz y el calor familiar o una fuerza de la naturaleza que pone en peligro la misma vida. En cualquier caso, ni la nieve ni el invierno pasan desapercibidas en los textos. Para el caso judío existe un fenómeno similar aunque el invierno en Israel no sea tan crudo como en ciertas regiones de Europa o Estados Unidos es común ver nevar en el norte del país e incluso durante algunos inviernos en ciudades del sur o centrales como Jerusalén. Esto ocurre principalmente en el mes de enero.

Por lo mismo la nieve también es un símbolo cultural importante para el judaísmo que aparece en la Torá, el Tanaj y la tradición oral y al igual que la cultura popular su significado es múltiple, representa tanto la pureza y la luz de D-os como la maldad y el Gueinom a continuación hablaremos de ella.

Pureza y expiación

Al leer los textos bíblicos lo primero que encontramos es que la característica más notoria de la nieve en ella es su blancura. En la Torá y el Tanaj aparece varias veces en analogías y símiles, primero cuando D-os emblanquece “como la nieve” la mano de Moisés para mostrarle el poder de las señales que realizará en Egipto o cuando Miriam habla mal de Moisés y su esposa y el tzara’at (blanco como la nieve) invade su cuerpo (Éxodo 4 y Números 12). Aquí vemos como la blancura de la nieve representa la intervención divina, la característica de justicia. El tzara’at, que errónea y popularmente se confunde con la lepra, en realidad es considerada por el mundo judío como una enfermedad que existía sólo en tiempos antiguos y que era espiritual más que física. Surgía en la persona al hablar mal de sus congéneres y era un llamado de D-os a la persona exigiendo pureza y corrección, para eliminarla de su cuerpo la persona debía primero aislarse del campamento, cambiar su carácter, corregir sus formas y finalmente someterse a rituales de purificación. Sólo cuando ya se había redimido finalmente es que el blanco desaparecía de su piel o su casa, por eso en este caso la blancura representa ese juicio que D-os realiza y al que la persona es impulsado a hacer.

Sin embargo, esta lectura no necesariamente es la tradicional de los pasajes y definitivamente no es la representación de la nieve que más impacto en el imaginario judío. Porque la mención a ella en estos casos puede también ser un asunto práctico. Realmente los versículos dentro del Tanaj que más impactaron sobre cómo concebir la nieve se encuentran en los profetas y aquí la nieve simboliza claramente pureza y no sólo tangencialmente. En Isaías está escrito: “aunque tus pecados sean escarlata se volverán blancos como la nieve” (1:18) y David le pide a D-os que perdone sus pecados diciéndole “limpiame y seré más blanco que la nieve.” En ambos casos la nieve representa la posibilidad de enmendar los pecados, el hacer “teshuvá” (arrepentimiento), la paz y la pureza de una conciencia limpia y un espíritu redimido. En Yom Kipur cuando la cabra de Azazel era liberada en el desierto se tomaba un pedazo de la tela roja que se le había amarrado en los cuernos, ese pedazo se colocaba en la puerta del Santuario y si se tornaba de rojo a blanco significaba que los pecados de Israel habían sido perdonados, el versículo de Isaías recuerda este momento. La blancura, en Yom Kipur representa expiación y por lo tanto la nieve al ser el elemento más blanco que tenemos también toma ese significado. Muchos interpretan una nevada en Israel como un momento de purificación y como una muestra de la misericordia y bondad divinas. Incluso existen grupos de cabalistas que realizan ritos de purificación en la nieve.

La luz de D-os en tiempos de oscuridad

Para muchos rabinos la nieve no sólo representa ese estado purificador sino la luz de D-os que lleva a dicha purificación. En los midrashim (relatos de la tradición oral) se nos habla del polvo con el cual D-os creó el mundo y se nos dice que ese polvo trascendental y eterno fue la nieve. Al interpretar el midrash, el Maharal de Praga nos dice que la nieve representa la luz que nos da D-os en tiempos de oscuridad y que es esa luz eterna de la que el relato oral habla, pues es la misma luz a través de la cual el hombre puede purificarse; la guía que da D-os al hombre pues baja del cielo a la tierra y se mezcla con ella. El rabino además remarca que durante todo el invierno no existen festividades provenientes de la Torá (Janucá y el Ayuno de Tevet son rabínicas) y es la estación donde los días son los más oscuros del año. Como consuelo y muestra de Su grandeza D-os nos da la nieve para recordemos Su luz en la oscuridad.

La nieve y la lluvia

Para entender a fondo dicha idea, debemos entender como se ve la lluvia en el judaísmo, la cual simboliza la bendición que da D-os al hombre y la relación que el hombre establece con Él. Uno de los midrashim (relatos de la tradición oral) más famosos es aquel en el que se nos narra la creación de los árboles. Se nos dice que en un inicio D-os los hizo pequeños para que Adán tuviera que pedir por lluvia y entonces surgiera la plegaria. La lluvia por lo mismo representa la relación entre D-os y el hombre, pedimos por lluvias y que éstas lleguen en el tiempo y la proporción correctas y creemos que llegan sólo cuando D-os ha escuchado nuestras peticiones. La lluvia también al ser el centro de la vida y nutrir individualmente a cada árbol también representa la Torá y sabiduría.

La nieve finalmente es una forma de lluvia y se asume como tal en el judaísmo y por eso se entiende como una de las maneras en que D-os se comunica con el hombre y le ofrece bondades. Lo que distingue a la nieve de los otros tipos de lluvia es su blancura, así como la lluvia representa la sabiduría de la Torá, la nieve por su blancura representa la sabiduría eterna de D-os. Alegóricamente se habla de que los tefillin de D-os son blancos, mientras que los nuestros son negros, pues el negro absorbe la luz (queremos absorber la luz de D-os) mientras que el blanco representa la luz que D-os irradia al mundo, la nieve nos recuerda ese blanco perfecto. Es la fuerza que nos acompaña a lo largo del año y nos permite tener constancia en nuestra espiritualidad

El Gueinom y Amalaek

Sin embargo no todas las connotaciones de la nieve en el Talmud y los midrashim son positivas también se le compara con la frialdad, la falta de fuerza y vitalidad. Se nos dice que en el Gueinom (donde las almas redimen sus pecados) existen dos caminos: el de fuego y el de nieve. Al de fuego vamos por los pecados que realizamos con pasión, por deseo, los que hicimos a través de acciones, mientras que al de la nieve vamos por falta de empatía, desidia o pasividad. Por eso la nieve también representa la indiferencia en su cara más fría, el desapego a D-os, la frialdad que llega a la persona con ello y la oscuridad del invierno que la acompaña.

.A Amalek la nación que quiso destruir a Israel también es comparada con la nieve por su falta de empatía y porque “enfrío a Israel” quien tras su encuentro se neutralizó el fuego que Israel había obtenido al recibir la Torá; represnta la separación a D-os.

Varios rabinos destacan la dualidad de la nieve en el judaísmo, por un lado representa la luz de D-os y la pureza y por el otro la frialdad y el alejamiento de D-os lo que ello nos indica es que al superar el obstáculo de la apatía que produce en nosotros el frío de la nieve, es cuando realmente podemos ver sus características divinas.