Enlace Judío – El duro ataque israelí llevado a cabo el martes contra milicianos proiraníes en la zona de Abu Kamal -en el límite entre Irak y Siria- ha tenido dos destinatarios principales.

El primero, las milicias que operan en Siria con la intención de expandir la influencia iraní en el país. En el ataque aéreo israelí, murieron por lo menos 57 personas, entre soldados sirios y milicianos aliados de Irán, sin que el régimen ni lo desmienta ni haya tomado represalia alguna. El segundo, diplomático: la administración entrante de Joe Biden en Washington.

Esta es la cuarta vez en el último mes que un ataque contra Siria se atribuye a Israel, siendo el ataque actual el más complejo y extenso de todos. Si bien los otros tres ataques se llevaron a cabo en Damasco y sus alrededores, el ataque esta vez fue a cientos de kilómetros del territorio israelí.

Este es un desafío logístico y de inteligencia mucho más complejo desde un punto de vista operacional. Según varios informes, los ataques en el sector de Damasco los lleva a cabo la Fuerza Aérea de Israel desde el Líbano y, a veces, incluso desde Israel. Pero un ataque en el interior de Siria -en su frontera con Irak- requiere un vuelo relativamente largo, de noche, sobre países extranjeros, y es probable que se coordine con otras fuerzas que operan en la región, especialmente los estadounidenses que controlan el espacio aéreo en este sector.

Esta también puede ser la razón por la que fuentes desconocidas en Washington afirmaron que EE. UU. proporcionó la inteligencia para el ataque pero que los estadounidenses recibieron un informe temprano al respecto. De hecho, el suministro de inteligencia funciona en el eje opuesto. Israel es el que actualiza a los estadounidenses sobre casi todo lo relacionado con Irán y sus enviados en la región.

Parece que este también fue el motivo de la reunión muy publicitada ayer (por la noche en un famoso café de Washington) entre el jefe del Mossad, Yossi Cohen, y el secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo. Solo tomó un día para que se vieran los frutos de esta reunión: el dedo acusador que Pompeo señaló a Irán, como patrocinador de Al Qaeda y altos miembros de la organización en el propio territorio iraní.

Recordemos que los talibanes son sunitas y los iraníes son chiitas, corrientes ideológicas islámicas distanciadas y en colisión en Afganistán y Yemen, por lo menos. En el ataque en sí, que fue relativamente extenso, se destruyó la infraestructura logística de las milicias en Deir ez-Zor y Abu Kamal. Estos son objetivos que también han sido atacados en el pasado, aunque dado el alcance del ataque, parece que la inteligencia se recopiló relativamente temprano para acumular la mayor cantidad de activos posible en una operación.

Los informes procedentes de Siria sobre el alcance de las víctimas del ataque, así como sus identidades, pueden ser cuestionados: la experiencia pasada muestra que estos suelen ser ciudadanos sirios o mercenarios (afganos, paquistaníes) y no tanto iraníes. Las actividades de Irán y sus emisarios se concentran en la frontera sirio-iraquí, asumiendo que para Israel será más complicado de atacar allí que en Damasco.

Esto es una limitación, pero no un obstáculo: la Fuerza Aérea de Israel ha demostrado en varias ocasiones desde la destrucción del reactor nuclear sirio en 2007 que tiene un gran alcance, y la inteligencia ha demostrado que no hay información en este sector que sea casi completamente transparente. Los ataques recientes muestran que Teherán no se ve disuadido por una intensa actividad en su contra.

Cualquiera que afirme que Irán esta abandonando Siria se equivoca. Aunque es más complicado, los proiraníes están decididos a continuar con sus intentos de establecerse en Siria y armar a sus emisarios en la región, liderados por Hezbolá. Para Israel, esto significa que la actividad ofensiva en Siria deberá continuar en el futuro.

Pero a partir de la próxima semana, el que se sentará en la Casa Blanca no será Trump, quien dio luz verde a Israel para cualquier actividad y lo recompensó con un amplio paraguas amistoso de protección, sino Joe Biden. Si bien es un viejo amigo de Israel, es un nuevo presidente con el que aún no se han perfilado las relaciones, para bien o para mal, con énfasis en los esperados desacuerdos sobre su intención de volver al acuerdo nuclear con Irán.

En ataques recientes, Israel aparentemente ha tratado de dejarle claro que no hay nada de qué hablar sobre Siria: Israel continuará operando en ella como en el pasado, sabiendo que cualquiera que no frustra el terrorismo en la frontera entre Siria e Irak lo recibirá más tarde en la frontera entre Siria e Israel.

 

*El autor es director de Comunidades Plus y corresponsal en Argentina de Enlace Judío


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