Enlace Judío México e Israel – Alberto Nisman fue hallado muerto de un tiro en la cabeza el 18 de enero de 2015 en el baño de su casa, un día antes de que pudiera presentar ante el Congreso de la Nación una denuncia formal contra la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner por encubrimiento de los autores intelectuales del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, perpetrado el 18 de julio de 1994.

Ese atentado terrorista, el más cruento en la historia de América Latina, dejó un saldo de 85 muertos y más de 300 heridos. Fue precedido por un ataque a la embajada de Israel en la capital argentina, el 17 de marzo de 1992, con un saldo de 22 muertos y 242 heridos. A 28 y 26 años respectivamente, ambos atentados siguen impunes. Y luego de seis años, también sigue impune la muerte del fiscal, que causó un terremoto político y social que pone en tela de juicio la independencia del sistema judicial de Argentina.

Hipótesis e Impunidad

Aunque la justicia argentina determinó en 2018 que Nisman “fue asesinado y que dicho suceso fue directa consecuencia de la denuncia que formulara el 14 de enero de 2015”, algunos en el país cuestionan esta conclusión.

En Argentina se tejen principalmente dos hipótesis acerca de la muerte de Nisman. Una es que el fiscal se suicidó debido a la presión de tener que presentar su acusación ante el Congreso, porque no contaba con pruebas sólidas.

Otra es que a Nisman lo mataron porque tenía pruebas contundentes, en el memorando de 289 páginas que preparó contra Cristina Kichner, de que el gobierno estaba intentando encubrir a Irán.

Cabe preguntarse cómo es posible que en un país como Argentina, donde se lograron esclarecer los crímenes más aberrantes de la última dictadura militar, no haya todavía claridad sobre la muerte de un fiscal de la Nación.

¿Qué fue lo que denunció Nisman?

Nisman había sido nombrado en 2005 por el entonces presidente Néstor Kirchner como investigador principal del peor atentado en la historia de Argentina (y el más grave en Occidente antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en EE. UU.): explosión de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).

Como fiscal especial, Nisman se enfocó en Irán, país que según la justicia argentina y los servicios secretos de EE.UU. e Israel, ordenó el atentado, que fue ejecutado por el grupo militante chiita Hezbolá, de origen libanés , algo que Teherán siempre rechazó.

En 2007, logró reunir suficiente evidencia para solicitar a la Interpol la captura de cinco exfuncionarios iraníes de alto rango.

Ocho años más tarde, ese fatídico enero de 2015, sorprendió a todos cuando acusó a Fernández de Kirchner, esposa y sucesora de quien lo nombró, de encubrir a esos sospechosos a través de la firma de un “memorándum de entendimiento”.

Horas antes de explicar ante el Congreso en qué basaba su acusación -que inicialmente fue rechazada por la justicia, pero tras la muerte de Nisman se reabrió y ya llegó a la etapa de juicio- fue hallado muerto en su baño, con una bala en la cabeza y el arma que produjo el disparo a su lado.

El dueño de esa pistola, el experto informático Diego Lagomarsino, un empleado de Nisman que dice que el fiscal le pidió el arma para proteger a su familia, es el principal procesado en la causa, pero no ha sido acusado del homicidio. También los guardaespaldas de Nisman están siendo investigados.

Pero aunque la justicia determinó que se trató de un asesinato, todavía no sabe quién lo mató.

Con información de DW.

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío