Enlace Judío – A comienzos del 2008, la situación internacional de Israel no era sencilla. Después de la segunda intifada y la Segunda Guerra del Líbano, la propaganda árabe logró crear un grave problema de imagen para Israel, especialmente en Europa.

Desde entonces, muchas cosas han cambiado. Una de ellas tiene que ver con las nuevas relaciones con Kosovo, uno de los pocos países musulmanes europeos. La mayoría albanesa y la minoría serbia en el país recién establecido compitieron en la demostración de su profunda e histórica amistad con Israel y el pueblo judío.

El liderazgo del nuevo Estado, el más joven del mundo, cortejó vigorosamente a Israel, que no tenía prisa por responder. La razón principal de esto fue el temor de que Kosovo fuera un precedente legal internacional, que también podría ser utilizado por los árabes israelíes. Kosovo era parte de Serbia y se considera una tierra sagrada de los serbios. Los procesos de expansión demográfica de los albaneses los convirtió en la mayoría en esa parte del país.

Un intento del dictador serbio, Slobodan Milosevic, de llevar a cabo una limpieza étnica de la población albanesa a finales de la década de 1990 fracasó gracias a la intervención de una fuerza internacional liderada por EE. UU.

Fueron los EE.UU los que apoyaron los esfuerzos de Albania en Kosovo para lograr la independencia de Serbia. Por lo tanto, Kosovo se convirtió en un Estado soberano que luchaba por su estatus. Sin embargo, 13 años después de su establecimiento, Israel no tenía ninguna razón para no reconocerlo.

Un gran simbolismo, hacia Europa y el mundo musulmán, radica en el hecho de que un país con una mayoría musulmana moderada establece vínculos con Israel y abre una embajada en Jerusalén.

Durante los últimos 20 años, Turquía, Irán y Arabia Saudita han estado trabajando para acercar al pueblo de Kosovo a un islam más radical. La situación económica del país, que se agravó con la plaga del coronavirus, fortaleció el giro a la religión. Cientos de kosovares se han unido a ISIS. La dirección política del país es consciente del extremismo religioso y está trabajando en ello.

El reconocimiento de Israel y la apertura de la embajada en Jerusalén son un mensaje de moderación y determinación a los extremistas del mundo musulmán. Paralelamente a los Acuerdos de Abraham, el establecimiento de lazos entre Kosovo e Israel debe verse como un paso de acercamiento entre Israel y elementos musulmanes moderados y seculares, especialmente a la luz del noviazgo de Occidente, incluida la administración estadounidense actual.

 


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