Enlace Judío – Para poner fin a la pandemia que ha matado a más de 2.5 millones de terrícolas con la propagación de una partícula más de un millón de veces más pequeña que la punta de un alfiler requerimos cubrir dos frentes.

Por un lado es fundamental obtener un tratamiento que cure a las personas enfermas de COVID-19; por el otro, debemos vacunar con rapidez a más de tres cuartas partes de la población mundial para que dejen de ser susceptibles al coronavirus y finalmente este baje su ubicua circulación.

Ambas tácticas importantísimas y los dos representadas por mujeres que vivieron en tiempos y latitudes diferentes pero que compartían una misma pasión: su entrega a la ciencia; una misma cualidad; su gran creatividad; y el mismo ideal por la incansable búsqueda del conocimiento en un entorno dominado por hombres. 

Me refiero a quien encontró la forma de inactivar a los virus cuando están infectando nuestras células y a quien desarrolló la tecnología para hacer una de las vacunas más eficaces de la historia de la humanidad.

Conozcamos más a detalle a este par de mujeres quienes mucho antes de que conociéramos la COVID-19 establecieron los cimientos para lograr el actual antiviral remdesivir de Gilead Sciences y la exitosa vacuna de ARNm de Pfizer-BioNTech y Moderna

Gertrude Elion

Galardonada en 1988 con el Premio Nobel de Medicina, nació en 1918 en Nueva York durante la pandemia de influenza en el seno de una familia inmigrante judía.

A sus quince años vivió la muerte de su abuelo a causa de un cáncer que la motivó a estudiar ciencias y a sus 23 años, cuando acababa su maestría en química, perdió a su prometido a causa de una infección bacteriana que hubiera sido curable con la penicilina descubierta unos años más tarde, suceso que la orientó hacia el mundo de la farmacología.

A lo largo de su vida hizo aportaciones extraordinarias al desarrollo de nuevos medicamentos que la hizo acreedora de 45 patentes. Entre sus desarrollos están el de un tratamiento para la leucemia, un compuesto para la malaria, estrategia para que pacientes inmunosuprimidos reciban trasplantes, un remedio para la gota y varios antivirales como el aciclovir para el herpes y el AZT para el SIDA. 

La genialidad de Gertrude la hizo pensar en que debido a que los parásitos, como los virus y bacterias, e incluso los tumores, necesitan “ladrillos” para construir su material genético cada vez que se replican dentro de nuestro cuerpo, una forma de interrumpir su crecimiento, y por ende su propagación, es dándoles “ladrillos” defectuosos que inhiban su multiplicación y con ello eliminen la enfermedad.

Estos “ladrillos” defectuosos, conocidos como análogos de los nucleótidos, son la gran creación de la bioquímica Elion. Su ingenio para lograr lo que muchos pensaban imposible: inactivar a los virus, es la base para el diseño de los compuestos que están siendo probados contra COVID-19; entre ellos el ya aprobado remdesivir, el favipiravir y sofosbuvir.

Durante su trayectoria, Gertrude tuvo que vencer varios retos. Por un lado la crisis de 1929 había puesto en dificultad económica a su familia por lo que para costearse sus estudios y tenía que trabajar de recepcionista en un consultorio médico. Además, muchos laboratorios no contrataban mujeres porque podían ser “fuente de distracción” para sus colegas. Sin embargo, Gertrude continuó su lucha por conquistar su sueño y cursó su maestría en química en la Universidad de Nueva York siendo la única mujer.

El trabajo de Gertrude fue el de desarrollar nuevos compuestos a través de un enfoque racional y lógico, no con ensayos de prueba y error como se hacía antes. La revolución en el mundo farmacéutico fue tal que Elion se convirtió en la quinta mujer en ganar un Premio Nobel en Medicina. Gertrude murió en 1999, aunque, sin duda, tiempo después sigue salvando vidas con su legado.

Katalin Karikó

Es esencial contar con remedios que resuelvan los casos de COVID-19, sin embargo, para realmente terminar con la circulación del virus y ver el fin de la pandemia hay que lograr que los humanos dejemos de ser susceptibles al coronavirus; o al menos que gran parte de la población esté inmunizada para disminuir los contagios.

Para ello se requiere la aplicación rápida de vacunas seguras y efectivas. Y entre las múltiples que ya tenemos disponibles están las basadas en una tecnología nueva para vacunas pero con décadas de investigación iniciadas por la bioquímica húngara Katalin Karikó.

Nacida en 1955, Katalin es la actual vicepresidenta de BioNTech, la empresa aliada de Pfizer y responsable de la idea de utilizar ARNm (ácido ribonucleico mensajero) para curar enfermedades raras cambiando enzimas con terapia génica, reparar tejidos introduciendo las instrucciones para sintetizarlo y elaborar vacunas como la usada contra COVID-19.

Desde que en 1990 Katalin era profesora de la Universidad de Pensilvania, ha enfocado sus investigaciones en el mejor entendimiento de esta molécula y perfeccionando su alcance. Sin embargo, el camino ha sido arduo. Todo ese año coleccionó rechazos de becas por tratarse aparentemente de un tema poco viable. Su idea hacía sentido en teoría pero parecía un sueño difícil de concretar.

Así, luego de seis años en la lucha y sin conseguir ningún tipo de apoyo para financiar sus investigaciones, la Universidad de Pensilvania la degradó en su cargo. Sin embargo su convicción y confianza en sí misma hicieron que no aceptara la derrota y comenzara a colaborar con el inmunólogo Drew Weissman con quien mejoró sus experimentos para hacer que el ARNm funcionara “como cambiar una llanta”, agregándole nucleótidos análogos, una estrategia algo similar a la que ideó Gertrude Elion.

El dúo de Weissman y Karikó fundó una pequeña compañía que produjo varias patentes que la Universidad de Pennsilvania vendió a quien eventualmente se convirtió en Moderna. 

Por sus grandes aportaciones revolucionarias en el tratamiento y prevención de enfermedades, y de las cuales apenas estamos viendo sus frutos, el científico británico Richard Dawkins y el fundador de Moderna, Derrick Rossi, piensan que Katalin Karikó debería ser candidata a recibir el Premio Nobel. Esperemos así sea.

De esta forma vemos cómo las piezas de la pandemia poco a poco se van acomodando para por un lado darles una mejor solución a aquellos con COVID-19, y por el otro, proteger a las personas sanas y evitarles la infección.

Y estas piezas, los dos frentes de la batalla contra el coronavirus, han sido diseñadas por dos mujeres que por su tenacidad y pasión están ayudando a la humanidad. Gracias a ambas, gracias Gertrude y gracias Katalin.

 


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.