Enlace Judío – El uso de sustancias adictivas cobra ahora mayor importancia ya que estamos viviendo simultáneamente dos pandemias de forma bidireccional: la de COVID-19 y la de trastornos por dependencia de sustancias.

Previo a la pandemia el 10% de la población mexicana entre 12 y 65 años había probado alguna sustancia adictiva y 0.6% tenía dependencia con una tendencia en aumento según la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017.

Sin embargo la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto importante en estas conductas, siendo que durante los encierros algunas personas sufrieron violencia doméstica, menor acceso a ayuda profesional, pérdida de empleo y el desarrollo de nuevos trastornos psicopatológicos como la ansiedad y la depresión que exacerbaron la demanda, propiciaron nuevas dependencias y recaídas estimadas en 19% para consumo de alcohol y 25% para nicotina. importante mencionar que en algunos casos se reportó la recuperación por falta de disponibilidad a estas drogas. 

La revista Neuroscience and Biobehavioral Reviews publicó la investigación que hicieron los médicos y científicos mexicanos y colombianos, Dra. Sandra Lopez-Leon, Dra. Talia Wegman-Ostrosky, Dr. Diego Forero y Dra. Yeimi González, sobre la asociación entre la genética molecular y los trastornos por consumo de sustancias.

Para ello, los autores hicieron un estudio de tipo paraguas revisando 150 meta-análisis existentes en la literatura científica que incluían todo lo que se ha investigado sobre los genes relacionados al uso de alcohol, nicotina, cannabis, heroína y metanfetaminas. Como resultado de esta revisión de revisiones, los autores encontraron más de 25 genes relacionados al abuso de sustancias adictivas, de los cuales cinco genes están asociados a varias adicciones: OPRM1, DRD2, DRD4, BDNF y SL6A4.

El gen OPRM1 codifica para un receptor de opioides que disminuye el dolor y puede generar placer cuando el opioide se pega a él y está presente en la adicción a todas las sustancias mencionadas menos a la nicotina y metanfetaminas. Los genes DRD2 y DRD4 codifican para receptores de dopamina que se relaciona con la motivación, el placer, la cognición, la memoria, y el aprendizaje. Y siendo el primero, el DRD2, uno de los más recurrentes para el uso dependiente de todas las sustancias estudiadas excepto el cannabis.

El gen BDNF codifica para el factor de crecimiento de neuronas y está involucrado en la plasticidad, en el desarrollo del sistema nervioso, en la memoria y en el estado de ánimo. Y el gen SL6A4, codifica para un transportador de serotonina que está relacionada a procesos y comportamientos, como a las emociones, sueño, locomoción, percepción, cognición, agresión, conducta sexual y apetito. Estos resultados añaden al conocimiento de las adicciones y guían en el desarrollo de medidas de prevención y medicamentos para tratarlas conociendo la predisposición genética a ellas.

El uso recurrente de sustancias destructivas es un trastorno neuropsiquiátrico que combina el abuso y la dependencia a sustancias como el alcohol, nicotina, cannabis, opioides, heroína y metanfetaminas. La prevalencia del uso recurrente de drogas es una condición multifactorial y compleja que combina por un lado elementos ambientales, como el contexto social y la historia familiar, y por los otros factores genéticos como los hallados en este estudio y que integran una predisposición.

La importancia de conocer los genes presentes en cada una de las adicciones amplía la posibilidad de comprender la patogénesis, la prevención y tratamiento de cada uno de los trastornos por dependencia de sustancias. La heredabilidad general, es decir, la proporción de conductas atribuibles a la carga genética de las personas, ha sido estimada entre 40-60%, siendo la mayor en el abuso de cocaína en un 72%, alcohol con 50%, opioides entre 23 y 54% y la menor heredabilidad está en el consumo de alucinógenos con un 39%.

El entorno tiene un peso muy importante en el desarrollo de las adicciones a estas sustancias ya que pueden activar estos genes. Es por ello que entre las medidas de prevención está el promover una vida saludable. Es esencial comer bien, hacer ejercicio y dormir bien. Se ha visto que no dormir bien activa enfermedades a las que tenemos predisposición incluidas las enfermedades mentales y las adicciones.

En la adolescencia no debe promoverse el consumo de ninguna droga incluido el alcohol, ya que en esta hay cambios muy importantes en el cerebro y las drogas pueden afectar el desarrollo de este. El uso de cada una de las sustancias tiene riesgos muy importantes siendo el común denominador el que devasta la salud general, la estabilidad emocional, la interacción con otras personas, el gasto de dinero, aumento de violencia y pone en peligro la vida tanto del que las consume, como la de sus seres queridos.

Es fundamental comunicar estos riesgos especialmente a las poblaciones vulnerables a través de colegios, médicos y padres que transmitan información basada en evidencia, eduquen y pongan el ejemplo para mitigar el riesgo de uso de sustancias adictivas en personas cuyo contexto pueda contribuir con el consumo, considerando la predisposición genética individual. 

 


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.