Enlace Judío México e Israel – La figura más perseguida hoy por los cazatalentos de la meca del cine no es la de un prometedor intérprete a la espera del proyecto que lo catapulte a la fama. Tampoco es una influencer con capacidad para convertir millones de seguidores en espectadores, ni un streamer de Twitch que demuestre más carisma frente a la cámara de su ordenador que algunos actores con una veintena de películas a sus espaldas.

CARLOS MEGÍA

La prueba fehaciente de la profunda transformación que asola a la que un día fue la industria más aspiracional y glamurosa sobre la tierra es que la misma agencia que representa a Harrison Ford ponga ahora sus ojos en un consultor empresarial de 39 años cuya foto bien podría ilustrar la definición del adjetivo ‘corriente’ en el diccionario. De no ser, y ahí está el truco, por su faceta como forero en Internet.

La última obsesión hollywoodiense atiende al nombre de Jaime Rogozinski. Un hombre casado y padre de gemelas, que practica el judaísmo, reside en Ciudad de México y sin experiencia previa alguna en arte dramático. Además de ser reclutado por la agencia UTA, que pretende hacer de él un conferenciante de primer nivel, el director y productor Brett Ratner ha comprado los derechos sobre su historia vital por una cantidad “que llega a las seis cifras”.

El acuerdo ofrece a la productora de Ratner, RatPac Entertainment (artífice de películas como Wonder Woman o El escuadrón suicida), acceso exclusivo al protagonista para adaptar sus vivencias y recuerdos en forma de película, podcast y hasta teatro musical.

Unas memorias a priori ordinarias que, sin comerlo ni beberlo, llegaron a poner contra las cuerdas al sistema bursátil estadounidense y prometen ahora agitar los cimientos de la industria cinematográfica.

A finales del pasado mes de enero, una legión de usuarios de Reddit, el mayor agregador de contenido de Internet, hicieron temblar los cimientos de Wall Street.

Centenares de miles de inversores minoristas, muchos de ellos completos amateurs, decidieron coordinarse para subir el precio de las acciones de compañías como Gamestop –cadena de venta física de videojuegos en horas bajas y símbolo de esta rebelión de ‘vengadores’–, provocando pérdidas millonarias en los fondos que especulan y apuestan contra estos negocios, los denominados bajistas, que sacan provecho económico del hundimiento de las empresas.

“Una lucha entre socialismo y capitalismo”, como lo definió Ratner, antes de que algún politólogo madrileño decidiera convertirlo también en lema de campaña electoral. La onda expansiva de su acción fue tal que la Casa Blanca se vio obligada a intervenir y, aunque el previsible derrumbe de las acciones infladas de las compañías acabó llegando unos días después, sugiere el inicio de una revolución más profunda.

Como corroboraba Francisco de Zárate en este mismo periódico, si “las redes sociales ya le dieron la vuelta al mundo de la política, al de la información y al del entretenimiento, ¿por qué no iban a transformar también el de las finanzas?”.

Tienda GameStop
Centenares de miles de inversores minoristas decidieron coordinarse para subir el precio de las acciones de compañías como Gamestop –cadena de venta física de videojuegos en horas bajas–, provocando pérdidas millonarias en los fondos que especulan y apuestan contra estos negocios. En la imagen, un establecimiento de la cadena GameStop.

Rogozinski asistió al espectáculo como mero espectador externo. “Es como una de esas películas de terror en las que ves al malo subiendo lentamente por la escalera. Eres testigo de un accidente de tren en directo”, declaró al Wall Street Journal en una de las poquísimas entrevistas que ha ofrecido en estos meses.

Su nombre copó los titulares de la prensa salmón porque él es el padre de WallStreetBets (Apuestas de Wall Street), el foro que sirvió como punto de encuentro y asociación para los pequeños inversores que se atrevieron a desafiar a los mercados.

Fundó la página en 2012, cuando todavía estaba soltero y trabajaba y residía en Washington. Tenía ahorros y quería invertir en bolsa, pero el conservadurismo de las webs de inversión le frenaba. Por eso decidió dar forma a una comunidad en la que otros inversores compartieran sin vergüenza sus apuestas más arriesgadas, creciendo en el transcurso de ocho años hasta el millón de seguidores.

Esta guerra de guerrillas volvió locos a los ejecutivos de la meca del cine, que emprendieron una frenética carrera por ser los primeros en adaptar los hechos a la gran pantalla y actualmente coinciden hasta nueve proyectos en desarrollo de forma simultánea. Para Raúl Encinar, guionista de series como Vis a Vis, la razón del enorme interés despertado atiende a sus semejanzas con el mito clásico de David contra Goliat.

“El antagonista de esta historia son los fondos especulativos y eso es clave. El descontento con las instituciones económicas desde la crisis global financiera es un filón dramático en el que una operación con tintes robinhoodescos siempre funciona”, defiende, sin minusvalorar tampoco el tentador y amargo final del cuento.

“Demuestra que se puede hacer tambalear al sistema, que la gente corriente, asociándose, puede tener el control. Pero, al mismo tiempo, que no estamos abocados al caos a cada rato. En un mundo tan conservador como Hollywood, esta ilusión, estas muestras de rebeldía controlada, deben de ser muy atractivas”.

El productor Brett Ratner
El productor Brett Ratner, en la imagen, ha comprado los derechos sobre la historia de Rogozinski por una cantidad “que llega a las seis cifras”.

Además de los producidos por Brett Ratner, Netflix ha establecido conversaciones con Kathryn Bigelow (directora de La noche más oscura) para poner en marcha un largometraje que estaría protagonizado por Noah Centineo, y la Metro Goldwyn Mayer prepara uno con el escritor Ben Mezrich, autor del libro en el que se basó La red social.

Precisamente el Mark Zuckerberg salido de la pluma de Aaron Sorkin, tan genial como desprovisto de empatía y herramientas sociales, puede ser el mejor referente a la hora de convertir en héroes cinematográficos figuras tan poco glamurosas como Rogozinski.

Estos nuevos yuppies de Wall Street beben más de los gurús de Silicon Valley que del magnetismo de tiburones financieros del séptimo arte como el Gordon Gekko de grandes tirantes y camisas azules de cuello blanco interpretado por Michael Douglas en Wall Street (1987) o el bróker al que dio vida Matthew McConaughey en El lobo de Wall Street (2007).

Gordon Gekko de 'Wall Street'
¿Recuerdas a Gordon Gekko de ‘Wall Street’? Efectivamente, no se parece en nada a Jaime Rogozinski.

“En el caso del forero, el factor de identificación será fundamental, así como el aspiracional: personificar ese David como alguien que podría ser cualquiera de nosotros. Además, sus acciones se mueven en la atractiva y fina línea entre la legalidad y la ilegalidad. Esto favorece el desarrollo de otro punto clásico para el drama: ¿el fin justifica los medios?”, añade Encinar. Ni siquiera Rogozinski pudo controlar el destino de su propia creación.

En solo un mes, WallStreetBets pasó de tener dos millones de suscriptores a seis –actualmente supera los nueve– y hasta un magnate como Elon Musk animó a sus 49 millones de seguidores en Twitter a formar parte de la comunidad que estaba arruinando a los fondos bajistas.

La agresividad de buena parte de los foreros, que profirieron insultos y amenazas de muerte contra los trabajadores de estos fondos y compartieron en Internet sus datos personales, no pilla de sorpresa al consultor. Él mismo fue expulsado como moderador de su propia página web hace un año, como represalia por haber intentado llevar a cabo una limpieza de chats y moderadores que presumían de opiniones obscenas, racistas u homófobas.

“Había un grupo que eran directamente supremacistas blancos”, revela. Pero el Frankenstein al que había dado forma ya era mucho más grande que él y, además de boicotear el lanzamiento de su libro sobre el origen de WallStreetBets, WallStreetBets: How Boomers Made the World’s Biggest Casino for Millennials (Cómo los Boomers hicieron del mundo el casino más grande para los Millennials), y otras iniciativas empresariales, acabaron expulsándolo.

Pese a las decenas de llamadas recibidas por los grandes inversores de la bolsa estadounidense para que les ayudara a controlar la rebelión de los ‘degenerados’ –como se hacen llamar–, su influencia actual es anecdótica y no parece tener demasiado interés en recuperarla.

El libro de Rogozinski sobre el origen de WallStreetBets, 'WallStreetBets: How Boomers Made the World’s Biggest Casino for Millennials'
En menos de 24 horas, el libro de Rogozinski sobre el origen de WallStreetBets, ‘WallStreetBets: How Boomers Made the World’s Biggest Casino for Millennials’, se convirtió en el más vendido entre las novedades de Amazon.

Quizá como reclamo publicitario ante su inminente mudanza a las colinas de Los Ángeles, Rogozinski asegura que todavía quedan muchos secretos por desvelar en su historia. “Voy a ponerlo todo sobre la mesa. Algunos de los hechos van a ser extremadamente chocantes, cosas que la gente no sabe sobre mí”, desveló al WSJ.

Pero, ¿de verdad este sujeto y este episodio albergan tantos ingredientes dramáticos como para estimular a los estudios? Teniendo en cuenta que ya han llegado a nuestras pantallas películas y series sobre Harvey Weinstein o Roger Ailes, por nombrar a dos de los exponentes más mediáticos de movimientos recientes como el #MeToo, parece que Hollywood está decidido a dramatizar la realidad con la mayor premura posible. Raúl Encinar considera que este hecho no es sino la prueba de la hiperconexión del mundo en el que vivimos.

“El alcance global e inmediato de los sucesos provoca que cualquier historia en la que haya una implicación emocional a nivel mundial sea anunciada como proyecto de ficción aprovechando el tirón. Además del ejemplo de WallStreetBets me vienen a la mente casos como el de los mineros chilenos, o el de los niños rescatados en la cueva tailandesa”, concluye.

En el caso de la legión de foreros de Rogozinski, y parafraseando a Leonard Cohen, primero tomaron Manhattan… ahora toca el resto del mundo.

Fuente: El País.