Enlace Judío – La tragedia ocurrida en Lag Ba’omer en el monte Merón este año es el mayor desastre en tiempos de paz en la historia de Israel, pero no fue el primero que sucedió en ese sitio religioso que alberga la tumba del Rabino Shimón Bar Yojái.

En el Lag Ba’omer de 1911, un total de 11 personas murieron y varias más resultaron heridas en el monte Merón tras el colapso de una estructura durante la festividad, celebrada en ese entonces aún bajo el régimen del tambaleante Imperio otomano.

Lag Ba’omer, la tradición judía anual en la que el encendido de hogueras acompañado de bailes y música es su foco principal entre los devotos que recuerdan al eminente discípulo del Rabi Akiva, había coincidido en ese año con el 15 de mayo de 1911.

Un reporte del periódico Moriá de entonces citado por el sitio Ynet informó sobre lo ocurrido en su edición del 19 de mayo de ese año: “Un terrible desastre ocurrió en Merón durante el encendido de hogueras. Una baranda sobre la que se recargaban espectadores colapsó. La conmoción fue muy grande. Hay 7 muertos. Muchos heridos graves. Gente de Jerusalén resultó ilesa”.

En una publicación posterior de Moriá se ofrecieron más detalles sobre la situación ocurrida entrada la noche en el monte Merón: “Una multitud comenzó a subir a un techo donde se alistaba una hoguera. Alrededor de 500 personas llegaron ahí y se abarrotaron durante una hora hasta que culminaron los preparativos de la hoguera.

“El rabino Rafael Din se acercó y encendió la hoguera. Toda la congregación estalló en seguida en cánticos y bailes. Pero, de repente, por encima del techo se escuchó un fuerte estruendo. Muchas personas cayeron al suelo”.

Según un recuento moderno escrito por Shmuel Har Noy, exdirector del Colegio de Safed, para el portal News1, el escritor israelí Yehoshua Bar-Yosef consignó en su libro Ciudad mágica que alrededor de 100 devotos de la multitud que se encontraba sobre dicho techo cayeron desde una altura de alrededor de 8 metros.

La aparente sobrecarga de personas, las malas condiciones de la baranda y un movimiento abrupto de las decenas de congregados hacia un punto en específico debido a que en un momento las llamas de la hoguera se agrandaron por un fuerte viento parecieron conjugarse para terminar en ello, según Har Noy.

El periódico Moriá pintó una gran agitación entre la multitud luego del derrumbe en el complejo en el monte Merón, así como los escombros apilados y la desesperación de los presentes por buscar a sus familiares y seres queridos.

“Uno gritaba que tuvieran piedad de él y lo salvarán; otro yacía sin vida en un lugar apartado”, describió así la escena el periódico, entre “llantos y lamentaciones”.

Luego del suceso en el monte Merón, el rotativo indicó que un médico local llegó al lugar y comenzó a atender a los heridos, unos 40 según Bar-Yosef.

Algunos de los presentes fueron despachados de inmediato hacia la ciudad de Safed, a menos de 10 kilómetros de distancia, para que llamaran a más médicos, judíos y árabes. Estos llegaron alrededor de 2 horas después.

Las labores por auxiliar a los heridos continuaron y algunos fueron trasladados a Safed, aunque horas después se confirmó la muerte de 7 de los devotos afectados más severamente por el colapso. Otros 4 muertos se confirmaron posteriormente. Algunos de los fallecidos fueron enterrados en el propio monte Merón.

“La alegría general se convirtió en un pesar terrible”, lamentó el corresponsal. La comunidad de Safed, entonces la segunda localidad con más habitantes judíos de entonces luego de Jerusalén, fue descrita como “muy conmovida”.

Algunos rabinos y líderes locales consideraron la abolición de la festividad de Lag Ba’omer en el monte Merón, cosa que eventualmente no sucedió, aunque sí se prohibió la asistencia de mujeres a la festividad hasta 1914.

La tragedia también dejó entrever tras el desastre las tensiones que tanto entonces como hoy en día siguen existiendo en el pueblo judío a nivel mundial.

Uno de los periódicos de la época, recuenta Har Noy, reportó que algunos se sentían “felices” de que la tragedia había afectado solo a ashkenazíes y no a sefaradíes; mientras que una publicación ultraortodoxa culpó a los sionistas que habían acudido de profanar la santidad del lugar y provocar con ello la calamidad.

Uno de los judíos que estuvieron presentes el día del derrumbe de ese 1911 fue el entonces joven inmigrante polaco de 23 años Shmuel Yosef Czaczkes, que años después sería mejor conocido como Shmuel Yosef Agnón, futuro Premio Nobel de Literatura de Israel en 1966.

Agnón mencionó su asistencia a Lag Ba’omer en el monte Merón de ese año en un breve escrito que se encuentra recopilado en el libro Meatzmi el atzmi, publicado de manera póstuma en 1976. Haber salido vivo de esa experiencia, plasmó en sus páginas, fue “un milagro”.

El futuro escritor israelí había llegado al monte Merón para la celebración judía desde la ciudad de Yafo tras caminar por 5 días y terminó por participar en las labores de rescate tras la desgracia, de la que dijo haber escuchado “un estrépito muy grande”.

“Trajeron camillas y colocaron en ellas a los muertos. Y yo, que estuve un rato con ellos mientras estaban vivos, cargué a los muertos”, escribió.

Más de un siglo después, las camillas, los apagados júbilos y la conmoción volvieron a dibujarse bajo un manto nocturno de primavera en el monte Merón.

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