Enlace Judío México e Israel – Dentro del hervidero de pasiones religiosas que abundaban en el siglo I EC existió un judío fariseo bastante estricto y conocedor de las leyes de la Torá. Se llamaba Saúl.

Saúl se dedicaba a perseguir a los nuevos seguidores de Yehoshua y cuando se dirigía a Damasco para cumplir con su misión, Saúl presenció un milagro en el que Yehoshua le habló y lo cuestionó sobre los motivos de su persecución, Saúl terminó uniéndose al nuevo movimiento de los judeo-cristianos y por eso terminó decapitado por el Imperio romano, pasando a la historia con el nombre de Pablo.

Mientras tanto, Simon Bar Joná, uno de los seguidores más fieles de Yehoshua decidió emigrar, se dirigió a Roma para solicitar a las máximas autoridades construir en honor a Yehoshua un santuario, y en respuesta Shimon Bar Joná terminó cruelmente crucificado.

Hoy, 2,000 años después de la muerte de Yehoshua, cuyo nombre fue traducido a Jesús, el cristianismo ha crecido y se ha diversificado, pasó por un tiempo oscuro en el que su rama del catolicismo fue impulsora de terribles matanzas pero también renació con un nuevo mensaje de paz y de tolerancia.

Sin embargo, pese a lo inmenso que sea hoy en día el mundo cristiano, Jesús no tenía la intención de crear una nueva religión: él nació, vivió y murió como judío. Para algunos fue el Mesías y para algunos otros fue un crítico confrontativo de como se llevaba el judaísmo y, sobre todo, de los negocios que en su tiempo se habían generado alrededor del Templo.

Al regresar al Jesús primitivo, al que en realidad se llamaba Yehoshua, al evaluar su vida, a su padre Yosef y a su madre Miriam, al analizar su mensaje surge una pregunta inevitable:

Yehoshua tú no lo sabes, pero 300 años después de tu muerte el Imperio romano que había ordenado tu crucifixión y se había lavado las manos para deshacerse del pecado decidió que siempre sí querían sumarse a tu ideología y a tu forma de vida.

A aquél Simón que había muerto crucificado en Roma se le construyó una basílica hermosa, el majestuoso lugar lleva su nombre: la Basílica de San Pedro. Y aquél Saúl que se dedicó a llevar tus enseñanzas a lejanos lugares, se convirtió en San Pablo. Y del cristianismo es uno de los grandes pilares.

¿Que qué es el cristianismo? Claro, olvidé que tú no lo sabes. El cristianismo es una religión basada en ti, pero tú no la conoces. Pablo se encargó de transmitir cómo debía conformarse tu iglesia y con el transcurrir de los años muchos conceptos se han agregado.

Lo maravilloso sería encontrarnos contigo y preguntarte si te sientes orgulloso de la religión creada en tu nombre, o si en alguna parte del camino consideras que se distorsionó el mensaje que originalmente tú querías transmitirnos.

 


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.