Enlace Judío – Tengo un buen amigo, amante del lenguaje, que siempre cita a Pablo Boullosa para recordarme que “las metáforas nos enseñan a pensar” ya que requieren de la imaginación para ser comprendidas.

Pues querido lector, hago un llamado a tu poder imaginativo y a tu deseo de pensar, para hilar junto conmigo esta idea que pretendo transmitir haciendo uso de éste generoso recurso literario; porque luego de tantos meses de pandemia ya son pocas las herramientas que han quedado sin erosionar.

Así, en las próximas líneas trataré de dar un estado del tráfico. Sería irresponsable salir y festejar el semáforo epidemiológico en verde, la ansiada apertura, sin conocer los pormenores de las calles. Llevamos meses y meses buscando las mejores formas de mantenernos sanos, vivos, y hoy que nos abren la puerta de prácticamente todo, es esencial comprender cómo se juega este nuevo juego. Casi como si aprendiéramos de nuevo a conducir. 

Todos poseemos ya nuestras licencias. El haber llegado a este momento nos concede cierto permiso para transitar, pero nadie se aventuraría en nuevas avenidas sin conocer algo del panorama general.

¿Cómo esquivar los baches, saltar con prudencia los topes y evitar las coladeras abiertas? No es que no conozcamos el mapa citadino; más bien las reglas de tránsito son las que se han modificado. Como choferes de nuestras vidas es nuestra responsabilidad evitar sanciones, multas y siniestros. Incluso prevenir daños a terceros.

Empecemos con algo de optimismo diciendo que sin duda es un gran logro el sentir que luego de tanto tiempo ya podemos disfrutar de mayores libertades; que al menos tenemos más posibilidades en el día a día. La ciudad se escucha más ruidosa, vibrante, activa.

Las rutinas regresan a lo que eran. Los niños ya con la opción de ver a sus profesores, regresar a las aulas, convivir con sus compañeros. Lo social dejando las pantallas para mirarse de frente en los cafés y los comercios activando sus cajas registradoras. Y aunque pareciera, y quisiéramos, darle un cajuelazo a este episodio histórico, lo cierto es que aún no estamos ahí. Estamos más cerca del fin, pero aún no ahí.

A pesar de que el semáforo epidemiológico está en verde, que los casos han bajado y la positividad de pruebas ha disminuido, es fundamental que comprendamos que estos no son cero. Y que la idea no es aprender a vivir con el virus, sino más bien encontrar cómo vivir a pesar de él. Ya que éste sí está, y así como los humanos estamos en verde, el virus también lo está.

Sabemos que el virus no viaja solo, sino que somos los seres humanos los que lo contagiamos llevándolo con nosotros a todas partes. Por lo que entre más personas ves, más encuentros tienes, y mayores libertades existen; entre más relajados estamos todos, mayor probabilidad de encontrarnos con él. O más bien, mayor probabilidad de encontrarnos a alguien con él.

Aclaro, no digo que esto es un tema binario, no es blanco o negro. No digo que regresemos a encerrarnos en casa y nos congelemos abrumados por el miedo a salir con síntomas de síndrome de cabaña. No. Lo que quiero transmitir es información clara que nos ayude a resolver la angustia de pisar el asfalto y nos permita tener una vida más segura, de menor riesgo. Para salir hay que saber cómo hacerlo. No solo es encender el motor del auto y pisar el pedal.

Nadie en su sano juicio arrancaría su coche, aunque esté en semáforo verde, cuando los coches de la avenida perpendicular siguen circulando. Menos lo harías sin ponerte cinturón de seguridad. Tampoco acelerarías, incluso en semáforo verde, sin fijarte que no hayan peatones cruzando la calle y sin verificar los espejos laterales y el retrovisor. Y todos, al avanzar, preparamos con cautela el pie en el pedal de freno, especialmente en semáforo verde. Porque estar en semáforo verde es una oportunidad, pero está en nosotros obedecerla de forma segura.

Claro que además no está de más recordar que tampoco te pasas el semáforo verde sin asegurarte que tienes gasolina, agua, aceite, y que tu motor esta en condiciones óptimas para operar. La salud es primero. Nadie debe salir de casa si no se siente bien.

Pues aquí es igual. Y seguimos con la metáfora vehicular.

No porque estemos en semáforo verde echamos todo lo que hemos aprendido y arrancamos a todo motor. No. Porque eso pone en riesgo tu salud, tu vida, y la de los demás. Incluso más que antes. En rojo ni se diga, todos parados y las calles desérticas.

Cuando en naranja y amarillo andabas con precaución, más prevenido. Pero ahora el verde hace irónicamente que la calle está más llena y los coches piensen equivocadamente que pueden circular con menos cuidado. Pero es precisamente en estos contextos donde los accidentes suceden. Y ya lo estamos viendo. Justo ahora es cuando más escrúpulos hay que tener.

La gente se confía y entonces, embriagados de emoción, es cuando los percances nos alcanzan. No vale la pena el riesgo descabellado luego de tanto esfuerzo por llegar a hoy. Sí, salgamos, sí, hagamos, sí… pero con ciertas medidas básicas de cuidado. Esto es una nueva libertad, pero no es la puerta al libertinaje. Muchos lo traen confundido y las consecuencias suceden; que no te sorprendan.

Como lo he dicho, cuando se eliminan las restricciones de movimiento hay que tener aún mayor cuidado en las calles. Es como si hubieran de la noche a la mañana ya borrado los camellones, invertido los sentidos, destruido las banquetas, quitado las señalizaciones, fusionado los carriles y hasta despedido a los oficiales de tránsito. Incluso, también suspendido el programa de “hoy no circula”, por lo que ahora sí todos andamos sueltos.

Más, muchos más autos por todos lados. Todo este operativo deja en las avenidas solamente inútiles semáforos, y para colmo, todos prendidos en luz verde. Así pues, no controlan nada y no protegen a nadie. En esas condiciones, y con tantos coches en la calle, cualquiera manejaría con más atención. Porque o te cuidas o… chocas. Carambola. Un caso, y posiblemente ocasionamos un brote.

Pues bien, ¿quieres manejar hoy en este nuevo terreno de semáforos verdes? Pues aquí va un breve instructivo básico de tránsito:

  1. Vacúnate y con esquema completo. Las dos vacunas y esperar 15 días para las que requieren dos dosis, y 28 días para las de una sola dosis como CanSino y J&J. Con ello tendrías al menos un seguro de vida. Pero no confundamos. No por tener un seguro de vida le pisas al acelerador. ¡No! Las vacunas son extraordinarias, seguras, eficaces, esenciales para llevarnos a la puerta de salida de la pandemia. Pero no son chalecos antibalas. Sí minimizan el riesgo de tener COVID-19 sintomático pero de ninguna forma lo eliminan. Es por ello que insisto en que te vacunes cuando te toque y con la que te toque, porque cualquier vacuna es mejor que ninguna, pero no puedes depositarle a la vacuna toda la responsabilidad. Podrás tener el mejor seguro de vida pero no por eso andarías a 250 km. por hora en un cruce carretero. 
  2. Usa tu cubrebocas. La evidencia es enorme sobre el uso de cubrebocas; solo en la última semana 2 estudios hablaron de que quienes siempre usan cubrebocas tuvieron menos de la mitad de casos de COVID-19 que los que nunca lo usan. Pero además un estudio en Texas encontró que ahora que las personas están dejando de usar cubrebocas, los casos de otras enfermedades respiratorias comenzaron a subir estrepitosamente. Digamos que el cubrebocas es como tu cinturón de seguridad. Te deja ir a todas partes, te lo pones y conduces por donde sea manteniéndote protegido. Pero además, hay que usarlo especialmente en los entornos donde hay mucha gente. Y paradójicamente estamos viendo lo contrario. Vemos a los jóvenes que se juntan, con mucha alegría de verse, pero para convivir se quitan el cubrebocas. Es justo lo contrario. O hay una boda, fiesta, celebración y las personas se quitan el cubrebocas para bailar. Es justo lo contrario. Quieres quitarte el cubrebocas, quítatelo cuando estas solo, en el parque cuando sales a correr. El cubrebocas es tu cinturón de seguridad. Muchos lo están usando justo al revés. En caso de encuentro con el virus es el cubrebocas el que te mantendrá con mayor seguridad. Y tampoco es una protección 100%. Pero definitivamente si lo usas correctamente y bien ajustado posiblemente te va a evitar un contagio. Evitará un incidente, y en este caso, la bolsa de aire sería tu vacuna. Así, entre más personas hay en un lugar, más posibilidades de encontrarte al virus. Es lógico. Y en esos entornos el cubrebocas es tu mejor aliado. Úsalo. Sé responsable contigo mismo, congruente. Te lo mereces. Has llegado hasta aquí luchando por sobrevivir la pandemia y cada vez estamos mas cerca.
  3. “Abran puertas y ventanas” cantaba Alberto Lozano con su guitarra sin saber que sería una de las herramientas más necesarias para avanzar sin algún percance. Y es tan esencial como el voltear a ver que ningún otro coche o peatón esté en tu camino antes de arrancar. Y eso sí, si estas al aire libre, en un lugar bien ventilado, siéntete con mayor confianza y más libertad. Sería como estar en un coche convertible y dejar que tu cabello, un poco más suelto, vuele en la brisa. Así. Justo el CDC hace unos días recomendó medir niveles de bióxido de carbono en entornos cerrados para monitorear indirectamente la seguridad, y ya se acepta por los organismos internacionales que el virus que causa la COVID-19 se propaga principalmente por el aire, flota por varias horas según temperatura y humedad, por lo que ventila, estate al aire libre, cuida el aire que respiras. Así como siempre cuidas la calidad de agua que tomas. Procura respirar siempre aire limpio, no aire que alguien más ya respiró.

Así estas tres sencillas reglas del nuevo código de tránsito. 

Finalmente es comprender que con el semáforo verde las medidas oficiales que mantenían al virus más controlado se han liberado, así que lo único que nos queda son las medidas de protección personal. Entre más libre ande el virus, aunque sea menos virus, menos confiados debemos estar. 

Unos dicen que semáforo verde significa que ahora nos toca a nosotros ver por nosotros mismos. Que es momento de mostrar nuestra destreza pandémica, que ahora nuestro cuidado es nuestra responsabilidad. Sin embargo, un colega un poco menos romántico me comentó que “estar en semáforo verde significa que ya hay camas disponibles en el hospital”. Es más crudo, pero también es real.

Así que sí podemos regresar a los colegio, sí, pero siempre que existan protocolos que mantengan a la comunidad escolar segura, minimizando el riesgo de contagio. Ya que ir sin medidas es la formula para el desastre.

También ya podemos ver a los amigos, ir a la oficina, sí, pero siempre que no bajemos nuestra guardia. Por más que sean los compadres o los colegas no sabemos quién podría traer el virus. No confíes ciegamente en tu vacuna. No confíes plenamente en nadie. Solo confía en que varias capas, o medidas, de protección te harán disfrutar del semáforo verde y no ser víctima de esta apertura. Vacuna, cubrebocas, ventilación, poca gente, poco tiempo.

Pero entonces en el contexto pandémico procura no estar demasiado tiempo en lugares con mucha gente. Tal como en el coche, todos evitamos los tediosos embotellamientos, especialmente si es por varias horas. Así que no estés con muchos, y menos por largos periodos de tiempo. No transites durante las horas pico y si vas a lugares concurridos, pues tienes que cuidar aún más tus medidas de protección personal. Porque entre mas relajado el entorno, más consciente debe ser de tu blindaje.

Ya lo hemos oído varias veces: justo cuando se relajan las medidas es cuando podemos ver brotes. Thomas Pueyo hablaba hace un año del concepto del “martillo y el baile”. Sin duda ahora en México estamos en periodo de danzón, pero no tropecemos ni abusemos, o requeriremos de un nuevo martillazo. Y ya no queremos vivir lo pasado. Te pido no ser parte de las estadísticas. Ya falta menos.

Y así concéntrate solamente en las medidas que sí funcionan. No tienes que seguir limpiando obsesivamente todas las superficies, no tienes que poner inútiles tapetes de cloro que ocasionan desafortunadas caídas, no tienes que poner innecesarios focos de luz UV que podrían provocar daño a los humanos, no tienes que echar sprays sanitizantes de nombres rimbombantes que solo lastiman las mucosas y difícilmente hacen algo al virus. No. Sólo sigue el manual de tránsito con rigor y sí, lávate las manos porque la higiene previene muchas enfermedades infecciosas, no solamente COVID-19. 

Recordemos que a pesar de que no queramos la pandemia sigue, que aunque lo ignoremos, el virus aún está en circulación. Estamos cansados, muy fatigados, pero el virus no esta ni enterado de ello y el riesgo de ponerse un antifaz es enorme. Nadie manejaría con los ojos vendados. Y menos con los semáforos en verde.

Pero además recuerda que en tu coche no vas solo. Llevas otros pasajeros, algunos aún sin cinturón puesto, como los niños que no se han podido vacunar, o quizás va a tu lado algún ser querido mayor que posiblemente sea vulnerable a pesar de su vacuna o que por alguna condición no pudo vacunarse. Así que aunque quieras ir a toda velocidad, cada uno llevamos en el auto a los nuestros. 

Así que sí, sal de casa, sí se puede. Disfruta el semáforo verde pero aguas, maneja con precaución.

Como dice el piloto mexicano Checo Pérez: “en la Fórmula 1 eres tan bueno como tu última carrera”. Y así tal cual sucede en esta pista en que conducimos con la COVID-19, “eres tan bueno como tu última carrera”.

Salgamos de esta todos ilesos: con seguros de vida, cinturón de seguridad, cuidando a nuestros pasajeros y fijándonos en los transeúntes y demás vehículos, porque sin duda que en la travesía te encuentras con algún novato que no tiene ni idea de cómo manejar y es entonces cuando suceden los accidentes.

En este panorama vial en que solo hay semáforos verdes no vayas en cruise control: mantén tu vista en el camino, las manos al volante, para cuidarte tú y así cuidarnos todos.

 


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