David Behar Asís / Breve historia de las comunidades judías emergentes de Colombia (Parte 1)

En vista que el tema de las comunidades judías emergentes de Colombia está sobre el tapete, deseo aportar mis consideraciones sobre el mismo y hacer un repaso histórico para quienes lo desconocen.

En cierto sentido, una parte de lo que relataré será autobiográfico debido a que desde hace muchos años comencé junto con Jack Goldstein a intercambiar esfuerzos para ayudar a los Bnei Anusim y sus comunidades.

Encontrarán relatos que ya he plasmado en diferentes artículos, pero, para darle continuidad, repetiré algunos. Unos nombres serán mencionados, en otros me reservaré el derecho de no hacerlo.

Corría el año 2011 cuando don Samuel (Haskale) Luckier, miembro de la comunidad de Bogotá, y quien residía en Cartagena junto con Doña Fanny, su esposa, me comentó que se sentía muy solo sin una comunidad que lo acompañara. Le contesté que en Cartagena éramos muy pocos y que para las grandes fiestas íbamos a Barranquilla. Al poco tiempo, Fanny me cuenta que localizaron una comunidad compuesta por siete familias de judíos emergentes quienes edificaron a pleno esfuerzo una sinagoga y que ellos estaban asistiendo a sus servicios religiosos. Seguidamente, me invita a conocerlos y en Rosh Hashanah me acerco y debo decir que me sentí algo intimidado por la fuerza de la liturgia y admiración por los conocimientos de todos.

Múltiples dudas me surgieron y acudí al Rabino Goldschmidt quien, sabiamente, me preguntó, ¿tienes en Cartagena alguna otra manera de participar de las fiestas? Al obtener un No como respuesta me dijo, analiza si te sientes cómodo. Así que asistí a todos los rezos en Iom Kipur y no solo me sentí tranquilo sino muy interesado por conocer los pormenores que rodeaban a esta comunidad.

Primero me hice la pregunta ¿Son judíos? – Llevaban más de doce años practicando nuestra religión y su última conversión (pues habían hecho varias) venía de la mano de un conocido Rabino. Pero no eran reconocidos ante las comunidades tradicionales como tal y ante la Sojnut no estaban habilitados para hacer Aliah. La historia de las nuevas comunidades estaba llena de falsas conversiones y de engaños muy costosos.

Entonces su conversión les llenaba un vacío sentimental pero que para nada los acercaba al mundo judío. Para mí era doloroso que fuesen rechazados. Pero eso sí, cuando fue necesario completar un minian para un Yurtzait o hashkava, o cualquier otro tipo de rezo, fueron requeridos.

En esa época nos rompíamos la cabeza tratando de buscar soluciones, sobre todo porque ya se habían establecido relaciones afectivas con muchos de ellos y ante la reticencia de las comunidades tradicionales en el ámbito nacional, extendí la invitación a participar a otras familias de judíos de herencia materna que residían en la ciudad de Cartagena. Por lo menos gozarían de un reconocimiento que les fue negado históricamente.

Así en poco tiempo teníamos una sinagoga compartida, que en palabras de varios rabinos que nos visitaron se conformaba en un experimento único. Entre todos, terminamos de dotar a la modesta sinagoga de lo que se necesitaba y extranjeros de todo el mundo nos visitaban. De cualquier manera, todo era visto exóticamente y recuerdo un comentario que me quedó grabado cuando en Sucot, un amigo al que invité a una actividad comunitaria, me dijo que se sentía dentro de una página de National Geographic, así era la incomprensión de lo que veía.

Al enterarnos de que otras cinco comunidades del país tenían historias similares, convocamos en Cartagena para el dos de septiembre de 2012 la que sería la primera reunión de todas las comunidades existentes en el país y marcamos la base para lo que posteriormente sería la Asociación de Comunidades Israelitas de Colombia. (ACIC). Los asistentes fueron:

· Juan Carlos Villegas – Bello, Antioquia.

· David Behary Yeyohayim Montoya – Cartagena

· Rafael Talmi – Cúcuta.

· Adal Alfaro – Santa Marta.

· Armando Saucedo – Barranquilla

· Dagoberto Almanza – Bogota

· Guillermo Carbonell – Medellin, Barrio Prado

· Boaz Fariñas – Medellín

Con este correo de Yehohayim Montoya quiero plasmar el sentimiento que imperaba:

”¿Qué tanto podríamos hacer por las futuras generaciones?

Cuando miro la reunión de presidentes, pienso en lo que podemos lograr para nuestros hijos, nuestros jóvenes, el futuro de Israel, porque somos Israel. Un trabajo conjunto en armonía. Crear espacios de interacción. Durante estos años lentamente, pero seguros y con convicción hemos venido avanzando, creo que es hora de acercarnos. El hablar con cada uno de ustedes ha enriquecido mi compromiso con La Tora, con el pueblo, con mi comunidad, y eso es algo que se dará durante la reunión, Pirket Avot.”

Ante el interés de varios grupos para establecer una inmediata relación con la Confederación de Comunidades Judías Colombianas (CCJC), procedimos a enviar la siguiente carta de presentación:

Señores

CONFEDERACION DE COMUNIDADES JUDÍAS DE COLOMBIA

Bogotá

Estimados señores:

El día 23 de septiembre del año en curso nos reunimos 6 de las nuevas Comunidades Judías Colombianas con el objeto de cambiar impresiones y estrechar lazos de amistad.

En este día creamos lo que denominamos la ASOCIACION DE COMUNIDADES ISRAELITAS DE COLOMBIA (ACIC). Nombre creado con plena conciencia del respeto que se merece la Confederación en el actual manejo de las decisiones que competen al mundo judío colombiano. Pero esperando comprensión de nuestra necesidad de acompañarnos en nuestros pequeños y grandes problemas, que no son pocos. De cualquier manera, insistimos en que no es nuestra intención remplazar las tareas de la CCJC pero si les solicitamos nos incluyan dentro de su visión de integrar las diferentes comunidades e instituciones judías del país.

¿Por qué asociarnos? Porque el retorno de muchos a nuestras creencias es un hecho que crece día a día y necesitamos compartir experiencias que les indiquen el mejor camino para ayudarse en sus procesos hasta poder depositar en un rabino reconocido su futura conversión. Además, los jóvenes tienen necesidad de asociarse y por ello nos sentimos en la obligación de abrir caminos de intercambio con todas nuestras comunidades. También necesitamos que líderes religiosos y profesores de comunidades más maduras cubran las falencias de comunidades más jóvenes.

Nuestros muchachos han demostrado ser una bella emigración hacia nuestro estado, representados en un número importante de ellos en yeshivots y midrashot, en el ejército, además de múltiples familias que ya hacen parte del engranaje del estado.

Esperamos que a partir de nuestra asociación se creen lazos de amistad con ustedes donde Colombia sea manejada como una gran familia, aunque de momento vayamos por caminos paralelos. Entendemos que para ser miembro de la Confederación debemos demostrar una tradición respaldada por correctas acciones y consideramos que algunas de nuestras comunidades ya cumplen a cabalidad con este propósito. Nos encantaría saber bajo que parámetros debemos trabajar para ser aceptados en el seno de su organización y pueden estar seguros de nuestro mayor esfuerzo.

Al ser nombrado presidente de ACIC, entendí que no podía darme el lujo de intentar cambiar el status-quo con vacíos de información, por eso decidí solicitar ayuda a una entidad que abarcara todas nuestras inquietudes. Por consejo del Rabino Goldschmidt, viajé a Israel para entrevistarme con el Rabino Eliyahu Birnbaum, director religioso de Shavei Israel, una organización única sin fines de lucro dedicada a ayudar a los descendientes de los judios y las tribus perdidas de Israel para reclamar sus raíces. Muy amablemente, me ofrece apoyo y me sugiere que mantenga a cada comunidad independiente. Pero como antropólogo y con las experiencias previas calculé que necesitábamos una asociación que abogara por todos los que deseaban ser miembros del pueblo hebreo. Y que las comunidades con más experiencia jalaran hacia el futuro a las más nuevas.

Ya con una conversación fluida enviamos el siguiente correo al rabino Birnbaum:

“En Colombia está sucediendo un fenómeno que necesitaría la interacción de varios sociólogos y demás para encontrar respuestas a este movimiento.

Es increíble cómo centenares de familias en el país practicaron en silencio su judaísmo, por sentirse desconectados del judaísmo tradicionalista.

Solo con el run-run de que podían asociarse con otros y disponer de un minyan ha creado una división política por comunidades que tiende a crecer.

¿Cuál es nuestra situación actual? Varios rabinos que, aunque podamos criticar su modus operandi, insistieron en la educación formal de los miembros de estas comunidades, logrando conversiones que no cubrían las expectativas de la mayoría. En este momento no alcanzamos a reconocer los nombres de los rabinos que están convirtiendo, con intermediarios que no tienen nuestro reconocimiento (y seguirán haciéndolo) y la falta de exigencias para que sigamos aceptando estas conversiones.

Es por esto que ahora nos encontramos en la encrucijada de que las NUEVAS, INCONCLUSAS CONVERSIONES arrastren a los que estudiaron por decenas de años para ser ungidos con una teuda guiur muy merecida.

El país está descontrolado y ACIC poco puede hacer mientras no tenga unas herramientas que permitan aglutinar los deseos de todos.

Por todo lo anterior es que les solicitamos a Shavei que se una en el propósito de reglamentar e imponer el orden. (Antes que sea demasiado tarde).

De momento, lo único que se nos ocurre es que ACIC cambie de actitud y se apersone de las conversiones en Colombia, pero para ello deberemos ofrecer algo políticamente mejor que lo que brindan muchos actualmente. De esta manera, por lo menos podremos validar que las conversiones hayan pasado por un proceso idóneo de preparación, y que los candidatos merecen su certificado. Y cuando se requiera información sobre un interesado para hacer Alia nosotros podamos brindar la confianza de que este cumple con los requisitos para ello.

Sinceramente, desearíamos un rabino que fuese nuestro portaestandarte, por mil razones, pero la principal que se involucrase con nuestras comunidades y con nuestras emociones. Emociones que nos destruyen por querer brindar la felicidad del reconocimiento total a muchos y cada vez vemos más trabas que soluciones.

De cualquier manera, tenemos una junta dispuesta a ser fiel a Shavei, pero el tema de las conversiones es de solución inmediata. (Aunque esté integrada de un componente de conversión intermediaria y otro posterior al hacer alia).
No queremos ser videntes, pero las características del crecimiento de los afectos a nuestra religión será más que geométrico, quizás sea inclusive explosivo y necesitaremos el concurso de todas las ayudas y decisiones correctas”

Enterado Shavei Israel de la nueva asociación solicitan que hagamos un Shabaton para acercarse y explicar cómo trabajaríamos a futuro. Logísticamente, veíamos casi imposible conseguir los fondos para el evento y gracias a que desde el 25 de junio de 2012 teníamos contacto con Jack Goldstein pudimos echar adelante el proyecto. Sin su apoyo creo que hubiésemos desistido.

Por hacer historia, transcribo el primer correo que recibí de él.

“Desde hace unos años he mantenido una línea independiente por varias razones. Gustosamente nos pondremos a charlar del tema. Las cosas, como dice, hay que hacerlas bien, con verraquera, perseverancia y retando, en el mejor de los sentidos, tantos vicios que afectan el desarrollo de nuestras comunidades e irónicamente, van en contravía de los principios más básicos que debiéramos expresar. Considero prudente organizar bien una estrategia para llegar a feliz término estos proyectos. Gustosamente me suscribo a meterle la ficha al tema. Creo que pudiéramos sentar un gran precedente.”

Sobre el primer Shabaton por favor, lean los comentarios de Jack al respecto en su artículo (Historia del primer gran Shabaton de las comunidades emergentes) Solo agregaría que fue un evento extraordinario que partió en dos la historia de las nuevas comunidades en Colombia.

Increíble pensar que pocas semanas antes del Shabaton un grupo de disidentes amenazó con destituir a la que en ese momento era la Junta Directiva, por razones que nunca supimos a ciencia cierta y que nunca entendimos, pues se había trabajado muy duro con resultados muy prometedores. Esta disidencia falló y en parte fracturó a la Asociación. Por muy poco el Shabaton estuvo a punto de ser cancelado.

También empieza un proceso de resistencia política de la dirigencia de las comunidades tradicionales hacia lo que hacíamos y recibo duras críticas de algunos que no están de acuerdo en organizar a las nuevas comunidades, mi única respuesta fue que lo que deseaba era evitar que las incompletas conversiones persistieran y que el camino no fuera tan pedregoso para los que intentaban acceder a nuestra religión. (Era una época donde Jack y yo nos sentíamos como comunistas de los años sesenta.) Fue un momento donde me cuestioné si realmente tenía la capacidad para seguir. El correo de una persona muy especial me alentó a hacerlo:

“¡David!

Puedes estar orgulloso por la parte que has tomado en esto. Siempre estaré sorprendido por aquellos que se unen a nuestras comunidades, no obligados por la conveniencia social de algún matrimonio, sino por pura y física convicción.

Se necesita mucho valor para adoptar una religión por cuya fe puedes estar esperando señalamientos y persecuciones a causa de tus creencias; y más difícil aún, la incomprensión, discriminación y rechazo de muchos de nuestros “correligionarios”; muchos ellos los mismos que nada dicen de las conversiones por conveniencia social.

Sabes que no soy una persona “religiosa”, a pesar de estar firmemente convencido de los principios, ética y moral que heredamos de nuestros ancestros, pero valoro inmensamente a estas personas que, a pesar de lo dicho, siguen este proceso; y a ti, por el valor que has demostrado al asumir tu parte.

Para el 19 de Agosto de 2013 se organiza un Hasbará para las nuevas comunidades por iniciativa de los señores Jaime Rosental y Marcos Peckel con una magnífica asistencia. Quiero reiterar que gracias a mí querida amiga y prima política Frida Spiwak, muchos foráneos pudieron acceder a una habitación en su connotado hotel que de otra manera no hubiesen podido asistir. Su ayuda fue constante a través de la historia de los siguientes años.

En agosto del 2013, en Buenos Aires logramos llamar la atención sobre el proceso colombiano que empezaba a producir curiosidad continentalmente.

Con la ayuda de Judith Schusterman, una buena amiga argentina, quien me puso a la orden su organización Baalei Tefilá, empecé a establecer contactos.

Primero con el personaje más importante que podía haber contactado quien es Lalo Slepoi, máximo representante de la Sojnut en América latina. Él me comentó que hablaría sobre el tema con Jack Corcos (uno de los máximos dirigentes de la Sojnut). Posteriormente me reuní con Benny Schneid de la organización Sionista Argentina quien me ofreció consejo en lo que pudiera necesitar.

Por esos días, me invitaron a una reunión de la Junta Directiva de la Organización Sionista Argentina (OSA) para exponer el caso colombiano. Ya me habían advertido que todas las tendencias políticas y religiosas estarían representadas en los 22 miembros que estaban presentes y de entradita me fusilaron con una pregunta:

“Señor Behar, usted requiere de nuestra atención, pero antes que nada, debe decidir qué tendencia necesita su atención”.

Ya tenía preparada la respuesta, y les dije que era la ortodoxia moderna, ya que decididamente era el mejor camino para la aceptación religiosa de las comunidades emergentes y el camino expedito a las Aliot. De esta manera como me advirtieron que sucedería, recibí la tarjeta del Licenciado Alberto Chernizki con quien quedé en intercambiar correos y charlé con Ariel Blufstein (Masortí) con la intención de ayudar también a la comunidad Masortí de Santa Marta. Estaba a la espera de una cita para charlar con el Rabino Abraham Skorka pero no fue posible, ya que estaba muy ocupado por su reciente libro sobre el Papa Francisco.

En esa misma época y tratando de aprender del proceso de las conversiones en diferentes países de América Latina, me reuní con Ram Tapia Adler, director del JOINT de Latinoamérica en Santiago de Chile y conversé en varias ocasiones con el rabino Juan Bravo, quien manejaba una relación estrecha con las comunidades emergentes peruanas. Quiero mencionar que en esta travesía conocí a quien se convertiría en mi gran amigo, Victor Zajdenberg, analista de Relaciones Internacionales argentino, especializado en Israel y Medio Oriente y gran colaborador de la revista Hashavua.

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