Mitzraim 2

PERENGANA

Me acaban de llamar de la redacción con el fin de que les aporte mi opinión acerca de los últimos acontecimientos en Egipto, pero creo que se equivocaron de carpeta de expertos en ciertas temáticas. Sin embargo, como aprecio mucho a los editores de este medio informativo, pues quise hacer el experimento de abordar temas a los que no estoy muy acostumbrada. Espero entonces no hacer el ridículo con lo que aquí, en esta esquina voy a plantear acerca de lo que se vive en ese país.

Egipto es algo que me refiere a mi infancia, algo así como a cuarto o quizás quinto de primaria, cuando estudiábamos la parte de la Biblia que nos refiere la historia de los judíos en Egipto. Sin duda una de pasajes que más me impactó fue cuando una madre hebrea decide esconder a su hijo recién nacido por tres meses. Ella puso a su bebé en una canasta cubierta con alquitrán, entre las cañas por la corriente del río. Cuando la hija de Faraón bajó para bañarse en el río, encontró la canasta y tomó al bebé, y lo crió como su hijo, llamándolo Moisés que quiere decir “Rescatado Fuera del Agua.” Lejos de darme una cuestión de pánico ante el efecto de separación que ese hecho representaba en mi tierna conciencia, sin duda en la voz de mi maestra resultaba fascinante.

Mitzraim-Egipto entonces se convirtió para mí y para muchos de mis compañeros en un término común y cotidiano. Sin embargo, esta columna no creo que deba referirse a la nostalgia, o a la presión que me provocaba traducir del hebreo al yidish para estudiar Torá, y ahora saben mi procedencia ashkenazí, que espero no me delate.

Hoy, lo que pasa en Egipto es fundamental a un corto plazo, Giovanni Sartori atribuye este tipo de visión del pueblo a los románticos que invocaban un “espíritu del pueblo” al decir: “Partiendo de la idea del pueblo como un todo orgánico puede fácilmente inferirse que cada individuo no cuenta para nada; en nombre de la totalidad, todos y cada uno pueden ser aplastados al mismo tiempo; y tras la fórmula ¿todos contra uno solo?, cabe percibir la justificación de las autocracias totalitarias, pero no de las democracias.
Una democracia no puede siquiera comenzar a funcionar a menos que se deshaga de tal fórmula”.

Por lo tanto esperamos que lo que sigue sea favorable únicamente para un equilibrio de los hombres y de las naciones, no queremos plagas en Egipto. Esperemos que el mar nunca más se tenga que abrir para salvar a alguien.

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