Basura electoral

ARNOLDO KRAUS/EL UNIVERSAL

En México los meses preelectorales son muy desagradables. Cada seis años, antes de las elecciones presidenciales, la población tiene que soportar una cantidad de atropellos cada vez más indignantes. No sólo porque la ciudadanía empobrece más, sino porque conforme pasa el tiempo, disminuyen las oportunidades y se esfuman las esperanzas de convivir arropados por justicia y equidad.

En tiempos electorales la pobreza y sus males retratan sin ambages a los políticos. La miseria representa el fracaso de quienes gobiernan y la oportunidad de quienes buscan ocupar los mismos puestos. Menuda paradoja: la mala herencia y el pésimo desempeño de quienes gobiernan, se convierte en oportunidad y discurso de las nuevas camadas. Quienes mañana gobernaran son los mismos de hoy, y son, como bien escribió Miguel de Unamuno pocos días antes de su muerte, los hunos y los hotros.

La basura electoral en México no permite diferenciar entre unos y otros. Basta mirar la propaganda. Basta pensar quienes la elaboran y enarbolan, y donde acabaron esos quienes después de terminar su mandato. Es necesario mirar el pasado desde el presente, y recordar lo que dijeron los entonces candidatos cuando aparecían su rostro y sus palabras en la basura electoral. Ninguna actividad en México contamina tanto como las campañas electorales. Ninguna es tan inútil.

A vuelapluma enlisto trece preguntas. ¿Cuánto cuesta la basura electoral?, ¿quién la paga?, ¿cuánta se recicla?, ¿sirve?, ¿modifica la opinión pública?, ¿cuál es el destino de los plásticos, alambres, madera y el resto de los materiales utilizados?, ¿es lícito escribir estupideces en las bardas de la ciudad?, ¿el Instituto Federal Electoral o los partidos políticos deberían contar con la autorización de la ciudadanía para invadir la vía pública?, ¿quién hace la basura electoral: amigos, compinches, socios, u opositores políticos transmutados en rivales vendidos?, ¿tiene derecho la ciudadanía de quitar la contaminación visual?, ¿tiene derecho la patrulla P92-30, SSP-DF de detener a Daniel Gershenson por retirar la propaganda que afea y enferma a su ciudad?, ¿tenemos derecho los ciudadanos que pagamos impuestos de remover la basura electoral?, ¿deben respetar los partidos políticos la veda electoral (del 15 de febrero al 29 de marzo) y quitar su broza?

La acción contra Daniel Gershenson, admirable activista a favor de la justicia, es un escalón más de la estulticia política. El 21 de febrero lo detuvo la patrulla mencionada mientras quitaba pendones en la vía pública, al lado de la estación del metro San Joaquín. La policía, después de interrogarlo, y averiguar si pertenecía a un partido político, le indicó, que por carecer de autoridad para remover basura electoral, y haber infringido la ley, tendría que ser conducido en su patrulla al Ministerio Público. Una hora después, una segunda patrulla, por razones desconocidas, decidió “liberar” a Gershenson. No sobra repetir que la propaganda debió retirarse antes de la veda electoral ni sobra el siguiente paréntesis sin paréntesis: si fueron las cámaras de vigilancia las que “denunciaron” a Gershenson, ¿por qué fallan cuándo deben filmar atracos o robos?

Los conductores de las patrullas no son los responsables de haber violado la libertad de Gershenson. Los culpables son los políticos que malgastan el dinero de la población y no retiran la propaganda de acuerdo al calendario electoral. Las calles de las ciudades mexicanas han sido destrozadas por nuestros gobiernos. Unas por falta de cuidado. Otras por peligrosas. Algunas por interminables obras viales. Esas calles no pertenecen al gobierno. Son de la ciudadanía. Mientras que no se cometan destrozos, los habitantes tenemos derecho de retirar la basura electoral.

Las tropelías gubernamentales son cada vez más execrables. Al nauseabundo listado debe agregarse una nueva prohibición: la ciudadanía no tiene derecho de cuidar y limpiar su ciudad.

Dejemos de ser sectarios. Indignémonos como sucede en otros países. Cambiemos el viejo refrán, “Haz patria, mata un chilango”. Adecuemos alguno, o algunos, a la basura electoral, al tiempo basura preelectoral y a la realidad basura de los vacuos discursos políticos. Basura es la palabra. Cambiemos el viejo refrán. Propongo tres: “Enaltece a México. Retira propaganda”; “Haz patria, retira propaganda”, y, “No mates un político, expúlsalo de la vía pública”.

La basura electoral comparte similitudes con la mayoría de los políticos mexicanos. No sirve y (casi) nadie cree ni en ellos, ni en la propaganda. La basura electoral no comparte destino con la mayoría de los políticos mexicanos. La primera tiene vida efímera, daña poco. Los segundos han dañado irreversiblemente la vida de la mayoría de la población.

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Arnoldo Kraus: Arnoldo Kraus es médico. Imparte clases de ética médica en el posgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es miembro del Colegio de Bioética. Colabora semanalmente en el periódico La Jornada, así como en diversas revistas culturales. Autor de textos indispensables en el debate nacional en torno a la bioética. Ha publicado ocho libros. Morir antes de morir. El tiempo Alzheimer (Taurus, 2007). En 2010 apareció bajo el sello Almadía un libro de ensayos intitulado Aproximaciones a la muerte.