Enlace Judío México.- En estas mismas páginas definí mi posición política en torno a López Obrador y expuse una buena cantidad de razones por las cuales jamás votaría a favor de un populista que pretendería “gobernar” con recetas extraídas del bote de la basura. Ahora me atrevo a esgrimir mis argumentos para apoyar la candidatura de Salomón Chertorivski como jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

FRANCISCO MARTÍN MORENO

Por elemental sentido del honor debo confesar que conozco en lo personal a Salomón, además de haberlo seguido en sus declaraciones a lo largo de su meteórica carrera política, como director general de Diconsa, secretario de Salud durante la administración de Felipe Calderón, hasta llegar a ser en la actualidad el secretario de Desarrollo Económico en el gobierno de Miguel Ángel Mancera.

Este joven político, un millennial de los años de 1970, cuenta además con una licenciatura y una maestría en Economía, ambas por el ITAM, y otra maestría en Ciencias Políticas, nada menos que en la Universidad de Harvard. Sus prendas académicas exhiben una sólida formación universitaria imprescindible en nuestros días para quienes aspiren a un puesto público del nivel que pretende Chertorivski.

Salomón no es un funcionario público movido por el deseo de enriquecerse en los diversos cargos que ha ocupado. No contempla los ahorros de la nación como la gran oportunidad de enriquecerse a título personal, tal y como acontece con la inmensa mayoría de políticos mexicanos especialistas en lucrar con el patrimonio propiedad de los mexicanos y más expertos aún en esconder en el extranjero los asombrosos montos de lo hurtado. Salomón no ha aparecido en la prensa nacional acusado de estafas o de escándalos, al poseer cuantiosos bienes de origen inexplicable. No es un político podrido, si bien es cierta y válida su vocación de servicio.

Las campañas electorales son especialmente útiles para exhibir urbi et orbi, los bienes, las carreras, los defectos, los errores y deslices de los candidatos. Se trata de enormes aparatos radiográcos al servicio de la oposición para poder observar a contraluz el comportamiento y antecedentes de los pretendientes al poder público. ¡Claro está que a unos les tiene sin cuidado los cuestionamientos relativos al origen de sus recursos a lo largo de casi 20 años de interminables campañas electorales y todavía reciben el aplauso popular: allá ellos y allá de nosotros…!

Me pareció un acierto coincidir con Salomón en que las miles de toneladas de basura producidas por esta anteriormente “muy noble y leal Ciudad de México” no sólo no deben representar un problema, sino que pueden traducirse en fondos importantes para financiar la ciudad. (En Barcelona 35% de los recursos obtenidos por la alcaldía provienen de la separación y el reciclaje de la basura, además de poder ser procesada y utilizada como un fertilizante muy eficiente).

Al escuchar sus planteamientos respecto a la movilidad urbana, una de las grandes catástrofes actuales (desde 1994 existe un plan para construir al menos 200 kilómetros de tren subterráneo y sólo se construyeron 12…), y conocer sus propuestas para construir muchas más líneas de Metro, además de trenes ligeros de superficie; acepté, una vez más, que soluciones las hay, sólo que a ver quién las ejecuta con ambas manos. Los capitalinos, y en general los mexicanos, estamos hartos de promesas, a las que de inmediato continúan las frustraciones por el histórico incumplimiento.

Buena parte de la inseguridad capitalina y de la corrupción policíaca se entiende, según él, por los bajos sueldos de los policías, además de su escasa preparación para defender a la ciudadanía. El diagnóstico es acertado. Salomón habla de cuerpos policíacos respetables, del incremento sustancial del salario mínimo en la ciudad, de la creación de fuentes de empleo, de la captación de inversiones, de haber logrado niveles de crecimiento económico durante su gestión mayores a la media nacional y de estrategias sanitarias para preservar la salud entre nosotros, los chilangos, que habitamos el manicomio más grande del mundo. ¡Claro que instrumentaría una reforma tributaria cuidando a los sectores de escasos ingresos, para poder financiar los trabajos que promete!

¿Creerle a Salomón en el patético ambiente de hartazgo y escepticismo nacionales? Yo sí le creo al hombre joven, con grandes prendas académicas, de eficiente y larga carrera burocrática sin haber mediado escándalos tan comunes en materia de putrefacción moral. A mí me convence Salomón. Aquí abro mi baraja y la juego. Me preocupa, sí, el voto clientelar fundado en los miles de millones de pesos que ofrecerá Morena en los sectores depauperados a cambio de obtener votos. ¿Pesarán más los billetazos que los argumentos y las razones? Pronto lo veremos, junto con los debates que todos ya queremos presenciar.

 

 

 

Fuente:eluniversal.com.mx