¿Hacia una dictadura?

SAMUEL TADROS/LA RAZÓN.ES

¿Cree que Mursi retirará el decreto si aumentan las manifestaciones en los próximos días?
–Una retirada total está fuera de cuestión. Puede ofrecer algunas modificaciones para calmar a algunos críticos y proponer una limitación de sus poderes o un plazo para su final. Mursi no sólo cuenta con el apoyo de sus bases sino de muchos egipcios que están hartos del caos y la interminable revolución. La mayoría conservadora en Egipto (y no me refiero aquí a los islamistas) desea volver a la vida normal otra vez. No les interesan ni los detalles del decreto de Mursi ni entienden exactamente para qué es la lucha.

¿Está el país más dividido entre islamistas y liberales?
–La división entre ambos bandos es evidente, aunque el termino liberal no es el más ajustado para describir la situación del país. Yo usaría el término no islamista para describir a aquellos que están contra Mursi. Son una amalgama de grupos que no son necesariamente liberales, sino que comparten un temor al proyecto islamista. También existe una división entre los que buscan continuar la revolución y los que están cansados de las manifestaciones.

¿Corre Egipto el peligro de llegar a ser una dictadura bajo el presidente Mursi?
–Por supuesto. Mursi proviene de una organización cuyo compromiso con los principios democráticos está aún por demostrar. Los Hermanos Musulmanes han aceptado la democracia electoral sabiendo que cuentan con el favor de la mayoría, o al menos con la mayor parte del campo islamista. No ha aceptado la democracia liberal, que es mucho más que celebrar elecciones. Las nociones de control, equilibrio, derechos de las minorías y las libertades personales son aún problemas clave.

El Fondo Monetario Internacional ha advertido a Egipto de que sólo prestará dinero si el Gobierno pone en marcha las reformas. ¿Es posible un colapso de Egipto si la economía no se recupera en los próximos meses?
-Utilizando un término de la crisis financiera, Egipto es en cierto sentido demasiado grande para caer. El colapso económico de Egipto tendría profundas ramificaciones en toda la región. Nadie quiere una Somalia en el Nilo en el que el paso por el canal de Suez esté amenazado o el tratado de paz con Israel esté en riesgo.

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