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27 de noviembre 2012.-Decenas de miles de egipcios protestaron el martes contra el presidente Mohamed Mursi en una de las mayores manifestaciones desde la caída de Hosni Mubarak, acusando al líder islamista de buscar imponer una nueva autocracia. La policía lanzó gases lacrimógenos contra jóvenes que tiraban piedras en calles próximas a la Plaza Tahrir en El Cairo, el centro de la revuelta que derrocó a Mubarak el año pasado.

Se desataron enfrentamientos entre opositores y partidarios de Mursi en una ciudad al norte de la capital egipcia. Pero la violencia no pudo opacar la demostración de fuerza de los normalmente divididos opositores de los islamistas en el poder, lo que supuso el mayor desafío para Mursi en sus cinco meses en el Gobierno.

“El pueblo quiere derrocar al régimen”, gritaron los manifestantes, repitiendo frases usadas en el levantamiento de 2011. También se produjeron protestas en Alejandría, Suez, Minya y ciudades del Delta del Nilo. La protesta convocada por grupos de izquierda, liberales y socialistas marca una escalada en la peor crisis desde la elección, el pasado junio, del brazo político de los Hermanos Musulmanes y expone las divisiones entre los islamistas y sus rivales.

Un manifestante de 52 años murió tras inhalar el gas, la segunda víctima mortal desde que Mursi anunció la semana pasada el decreto que amplía sus poderes e impide cuestionar legalmente sus decisiones. El Gobierno de Mursi ha defendido el decreto como un esfuerzo para acelerar reformas y completar la transición democrática.

Los opositores de Mursi lo acusan de comportarse como un faraón moderno. Estados Unidos, gran benefactor del Ejército egipcio, ha expresado su preocupación, temiendo más turbulencias en un país que tiene un crucial tratado de paz con Israel.

“No queremos una dictadura otra vez. El régimen de Mubarak era una dictadura. Tuvimos una revolución para tener justicia y libertad”, dijo Ahmed Huseini, de 32 años. Los fraccionados grupos de la oposición egipcia no islamista se han unido en las calles por la crisis, aunque aún deben construir una maquinaria electoral para desafiar a los bien organizados islamistas, que vencieron a sus rivales laicos en dos elecciones convocadas desde que Mubarak fuera derrocado en febrero de 2011.

ERROR DE CÁLCULO
“Existen señales de que en el último par de días, Mursi y los Hermanos se han dado cuenta de su error”, comentó Elijah Zarwan, miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, que agregó que las protestas eran “una ilustración muy clara de que esto fue un error de cálculo político”.

La medida de Mursi provocó una rebelión entre los jueces y golpeó la confianza en una economía que lucha por recuperarse de dos años de agitación. El presidente aún debe implementar impopulares medidas para contener el aplastante déficit presupuestario del país, necesarias para completar un acuerdo por un préstamo de 4.800 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional.

Partidarios y opositores a Mursi se enfrentaron con piedras y algunos lanzaron bombas incendiarias en la ciudad de el Mahalla el Kubra, en el delta del Nilo. Fuentes sanitarias afirmaron que casi 200 personas resultaron heridas. “La principal exigencia es la retirada de la declaración constitucional (el decreto). Este es el punto”, afirmó Amr Mussa, ex jefe de la Liga Árabe y candidato presidencial que se unió a la nueva coalición de oposición, el Frente Nacional de Salvación.

El grupo incluye a varios importantes políticos liberales. Algunos eruditos de la prestigiosa mezquita y Universidad al Azhar se unieron a las manifestaciones del martes, lo que demuestra que Mursi y sus partidarios han alienado a algunos musulmanes más moderados. Miembros de la gran minoría de cristianos egipcios también se unieron.

PARLAMENTO Y CONSTITUCIÓN
Mursi abandonó formalmente a los Hermanos Musulmanes cuando asumió su mandato y afirmó que sería un presidente para todos los egipcios, pero aún es miembro de su partido Libertad y Justicia. El decreto emitido el pasado jueves amplió los poderes de Mursi y protege sus decisiones de revisión judicial hasta la elección de un nuevo Parlamento, prevista para el primer semestre de 2013.

En Washington, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, instó a los manifestantes a comportarse pacíficamente. “La actual disputa constitucional es una situación egipcia interna que sólo puede ser resuelta por el pueblo egipcio a través del diálogo pacífico democrático”, dijo a periodistas. Human Rights Watch ha dicho que el texto le da más poder a Mursi del que tenía la junta militar a la que sucedió en el mando del país.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo a un periódico austríaco que animaría a Mursi a resolver el tema a través del diálogo. En un intento por suavizar las tensiones con los jueces indignados por su medida, Mursi aseguró al máximo tribunal del país que los fragmentos de su decreto sobre la inmunidad de sus decisiones se aplicarán sólo en temas de importancia “soberana”.

Aunque eso debería limitarlo a temas como declaraciones de guerra, algunos expertos dicen que existe margen para una interpretación más amplia.