Iglesias, sedes de YMCA y librerías cristianas arrasadas en Egipto

ESTHER SHABOT

El incremento brutal de la violencia registrado en Egipto el miércoles pasado a partir del desalojo gubernamental de los campamentos de protesta de la Hermandad Musulmana, ha tomado a los cristianos de Egipto, la gran mayoría de ellos pertenecientes a la Iglesia copta, como una de sus más destacadas víctimas. Como ocurre con frecuencia cuando se desata alguna crisis especialmente aguda dentro de una sociedad determinada, las minorías étnicas, religiosas o culturales que habitan en su seno evidencian su condición de eslabones débiles. En el caso de los cristianos coptos de Egipto —aproximadamente diez millones entre una población total de 84 millones— su situación se ha vuelto cada vez más difícil no sólo por ser una minoría bien diferenciada, sino también por la naturaleza del fanatismo inherente a la ideología de la Hermandad Musulmana. Ésta, al combinar en estos momentos su radicalismo religioso excluyente con su reciente situación de haber sido despojada del poder a raíz del golpe que derrocó a Mursi, se ha lanzado con furia contra la minoría cristiana del país, al responsabilizarla de conspirar y ser cómplice activo del proceso que les arrebató el poder.

Es así como en el contexto de caos que hoy vive Egipto, en tan sólo cuatro días el listado de lugares cristianos incendiados, vandalizados y sometidos a pillaje alcanza un número de varias decenas, con pérdidas de vida en muchos de los casos. A lo largo y ancho del país, casas, comercios, iglesias y sedes de organizaciones cristianas tales como edificios de la YMCA (hay establecidas en Egipto 26 instalaciones de esta organización juvenil cristiana), han sido arrasadas presuntamente por militantes de la Hermandad Musulmana. Lo mismo ha sucedido con sedes de la Sociedad Bíblica algunas de cuyas librerías han corrido con la misma suerte. Su presidente, Ramez Atalla, ha declarado que en 129 años de vida de dicha Sociedad en Egipto, nunca se habían registrado ataques de esta naturaleza contra ella.

En las redes sociales pueden encontrarse, tanto imágenes impactantes de la devastación como numerosas voces de cristianos atemorizados que denuncian el terror bajo el cual están viviendo. A pesar de que no se sabe aún el alcance de los ataques contra espacios cristianos porque muchos de ellos están ocurriendo en localidades alejadas de las grandes ciudades, son elocuentes del acoso y sufrimiento cristianos los reportes acerca de la destrucción del edificio del YMCA en Minya, de la Escuela Franciscana en Suez, del convento de monjas de San José en Minya, de la iglesia de San Jorge en Soheg, lo mismo que de la de Santa Teresa en Azutt donde incluso las biblias y los íconos fueron quemados.

Curiosamente organizaciones salafistas, también islamistas pero rivales de la Hermandad Musulmana, han urgido a ésta a detener sus ataques contra los cristianos. De hecho, muchos egipcios musulmanes han asumido la defensa y protección de sus compatriotas. Sin embargo, la vulnerabilidad de esta nutrida y añeja minoría, desde hace mucho sometida a discriminaciones y maltratos, se ha visto peligrosamente incrementada desde el fin de la era Mubarak. Bajo el régimen de Mursi las cosas ya habían empeorado —recuérdese al respecto el ataque en abril pasado contra la sede del Pope copto, la Catedral de San Marcos en El Cairo— pero ahora, con la violencia generalizada que recorre al país, la situación de los cristianos ha pasado a niveles nunca antes conocidos. Como lo muestra lo que pasa hoy en Egipto, la necesidad popular de encontrar “chivos expiatorios” sigue siendo penosamente vigente y pareciera que no mucho ha cambiado desde los tiempos en que, por citar sólo unos cuantos ejemplos, los armenios en Turquía o los judíos en la Rusia zarista jugaron ese papel.

Fuente:excelsior.com.mx

esther shabot: Licenciada en Sociología (Universidad Nacional Autónoma de México, 1980), con especialización en Estudios Judaicos en la Universidad Iberoamericana (1982-1985). Docente en la ENEP Acatlán, UNAM (1984-1994), impartiendo las materias «Medio Oriente en el siglo xx» e «Historia Mundial del siglo xx». Actualmente es profesora en diversas universidades e instituciones educativas mexicanas privadas. Desde 1986 es columnista semanal en el periódico Excélsior donde trata asuntos internacionales. Formó parte del equipo de investigación y redacción del libro documental Imágenes de un encuentro. La presencia judía en México en la primera mitad del siglo xx (1992). Es coautora de Humanismo y cultura judía (1999) y coordinadora de El rostro de la verdad. Testimonios de sobrevivientes del Holocausto en México (2002). Redactora de la entrada sobre «Antisemitismo en México», en Antisemitism: A Historical Encyclo-pedia of Prejudice and Persecution (2005).