Me pregunto…

 TAMARA TROTTNER PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

Al píe del Tepozteco, me pregunto…

Dicen que ésta es una de las siete montañas sagradas del mundo, dicen los que saben, o creen saber, que cuando sea el fin de nuestro tiempo, del tiempo de nuestro planeta como lo conocemos, sólo van a sobrevivir unos cuantos seres humanos que se encuentren en las zonas cercanas a estas montañas y serán ellos los encargados de repoblar el paneta.

Salgo a las calles de Tepotzotlán y cada dos puertas me encuentro con alguien que vende algún amuleto, piedra, alebrije, esencia… algo que trae buena suerte, concentración, apertura de los chacras, evolución… conciencia y espiritualidad.

Sí, todos coinciden con las palabras conciencia y espiritualidad.

Respiro, escucho algunos pájaros, presiento el aire que presagia lluvia, admiro la imponencia de una montaña añeja que ha visto crecer el mundo a sus pies y sí, me siento conectada con algo, con algo mucho más grande que yo y que mis ínfimas preocupaciones. Algo que trasciende las vidas, que no se detiene en los límites del espacio…¿Dios?…¿Cosmos?…¿Energía?

¿Qué es ser espiritual? En la mañana practiqué yoga, hice una meditación, agradecí desde el fondo de mi ser estar sana, estar viva, estar rodeada de seres que amo ¿Es eso ser espiritual? ¿Cómo se ve alguien espiritual?

La espiritualidad es el concepto de una supuesta realidad inmaterial; un sendero interno que permite a la persona descubrir el alma o la esencia de su ser. Logramos revelar al ser Divino que cada uno de nosotros es, sin los limites del espacio o del tiempo, ni de nuestra mente, pensamientos, emociones o cuerpo.

Nos conectamos a nuestra espiritualidad cuando estamos presentes y permitimos que nuestra real fuerza divina de creación se revele. Somos espirituales cuando sentimos una conexión hacia otros individuos, o hacia la comunidad humana, hacia el universo en general.

Y es entonces cuando todo me empieza a hacer ruido… Hay millones de seres humanos, ahora, en este instante, que están matando o siendo perseguidos, que odian, que juzgan a otros porque piensan diferente, porque tienen una distinta religión, color, creencias o comportamientos. Hoy, ahorita, mientras que estás leyendo estas líneas hay algún niño que muere por la bomba de un fanático que cree estar obedeciendo el llamado de un Dios que le pide fidelidad destruyendo a quienes no piensan como él. Ahorita, mientras dura este párrafo, hay personas que están siendo torturadas en nombre de dios, de la religión, de la voluntad “Divina” de un ser que aparentemente creó un planeta en el que el odio y la intolerancia prevalecen.

Me imagino a todos aquellos hombres que he visto en tantas ciudades, adentro de las mezquitas, rezando con fervor, prometiendo a Dios que saldrán a destruir a todos aquellos que no crean en lo que ellos creen. Se me ha encogido el corazón al verlo, al leer cada mañana en los periódicos acerca de los actos suicidas y destructores de estos seres humanos. Pero también me entristece ver lo mismo en hombres vestidos de negro, con grandes sombreros y miradas de odio que se inclinan ante un muro, rezando con una voz y criticando con la otra, con devoción hacia Dios y odio para sus semejantes. Sucede lo mismo en las iglesias… hombres y mujeres diciendo que la paz sea contigo… pero no con aquellos que piensan diferente, no con los que no siguen MIS reglas del juego…

Me pregunto, ¿si realmente se terminara el mundo y sólo quedaran unos cuantos hombres y mujeres para poblar el planeta ¿volverían a crear la religión?

Los seres humanos necesitamos creer en algo, especialmente en los momentos difíciles de nuestras vidas nos conforta tener algo de donde agarrarnos, algo que nos permita decir: “No está en mis manos, finalmente todo es decisión de una fuerza superior”. Es importante para la gran mayoría tener fe, tener algún tipo de certeza… pero no estoy segura que la religión sea la respuesta. Después de todo la religión ha sido la causa del mayor numero de asesinatos, genocidios y torturas en la historia. Sí… necesitamos de algo, pero si yo fuera de esos que sobreviven, de esos que están en una montaña sagrada, como por ejemplo Tepotzotlán, y se viene el fin del mundo… si soy de los elegidos para permanecer, yo, definitivamente no volvería a crear ninguna religión.

¿Quizá la respuesta sería la espiritualidad?

Me pregunto…

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