Los terroristas no son bárbaros, sino enemigos en guerra contra el occidente

GIULIO MEOTTI

“Unidad ante los bárbaros,” dice el titular del diario francés Le Monde. Sería reconfortante, excepto que los terroristas que atacaron en Francia y en Túnez no son bárbaros, sino musulmanes modelo.

Seifeddine Rezgui, el terrorista que mató a sangre fría a cerca de cuarenta turistas extranjeros en una playa de Túnez, era un estudiante ejemplar. Rezgui estudiaba una maestría en ingeniería informática. No tenía antecedentes penales y hasta el momento, no había participado en  campos de entrenamiento. Se considera el clon de Mahoma Emwazi, el verdugo de los periodistas occidentales en el desierto sirio, e hijo de la clase media británica islámica con una licenciatura en ciencias de la computación.

El terrorista que decapitó a un francés era musulmán, nacido y criado en Francia, llamado Yassin Salhi. Tenía una esposa y tres hijos. “Un muchacho tranquilo, fue un placer tenerlo en la mezquita, muy agradable,” afirmó Nacer Benyahia, presidente de la mezquita en Pontarlier, frecuentada por el terrorista que elogió al Estado Islámico.

En Somalia, golpeado el mismo día por terroristas islámicos, la líder de los yihadistas es una mujer musulmána conversa con ciudadanía británica. Su nombre es Samantha Lethwait, quien según los servicios de inteligencia, tiene 400 muertes en su “conciencia”. La mujer tiene formación universitaria, es hija de un soldado de Su Majestad, activista en Amnistía Internacional y madre.

Fritz Gelowicz, quien planeaba una serie de asesinatos en el aeropuerto de Frankfurt, nació de padre comerciante y madre médica. El terrorista, quien en el mes de abril separó a estudiantes musulmanes de cristianos en Garissa, Kenia, matando a 147 cristianos, una vez fue director e hijo de un funcionario local.

Estudiantes con títulos universitarios, hijos de la fracasada integración francesa, conversos … el terrorismo islámico no proviene del analfabetismo, la pobreza, o la desigualdad. Germina desde el interior de la democracia occidental o de la clase media alta del mundo árabe. La guerra que han declarado no es lógica, sino teológica. Una investigación sobre combatientes extranjeros británicos publicada en el New York Magazine concluye: “La mayoría de ellos quieren a morir tan pronto como sea posible e ir al cielo.” Se estima que cada mes, 1,000 combatientes extranjeros se ofrecen como voluntarios en el Califato.

El terrorismo de los años setenta y ochenta eligió las infraestructuras del ”imperialismo,” como tuberías y aviones. Hoy en día, el yidahismo ataca hoteles de lujo, como el de Soussa, Túnez, o el Hotel Sheraton de Bagdad, atacado el mes pasado por el Estado Islámico. En 2002, Al Qaeda masacró a turistas occidentales en Bali, Indonesia, dejando 200 muertos. En 2005 fue el turno de Sharm el Sheikh, un pequeño pueblo transformado por Hosni Mubarak de atracción mundial. En Netanya, Israel, un terrorista suicida mató a treinta israelíes en el Hotel Park en la noche del Seder de Pesaj.

El Marriott fue devastado en el colapso de las Torres Gemelas y destruido nuevamente ocho años más tarde en Islamabad, Pakistán. Los terroristas lo llamaron la “cueva de la decadencia occidental,” con una piscina para mujeres extranjeras y un bar en el sótano donde se servía alcohol.

Los hoteles son objetivos ideológicos, ya que son símbolos de la cultura occidental, y los terroristas quieren purificar estos lugares. De acuerdo al mandato coránico de prevenir el vicio y destacar la virtud, los hoteles son lugares donde hombres y mujeres se mezclan libremente, donde los huéspedes pueden consumir alcohol, bailar y tener sexo.

El terrorista británico Omar Khyam confesó haber adoptado el Yihad después de ver un espectáculo en un club nocturno. Y en Bali, esa noche, los terroristas atacaron no sólo un complejo de lujo, sino también un club nocturno. Al igual que en la novela “Plataforma” de Michel Houellebecq, el castigo por la cómoda promiscuidad occidental, tan adicta al placer, es una catarsis del terrorismo. Son enemigos en guerra contra el occidente.

El académco estadounidense Victor Davis Hanson se preguntó una vez: “¿Acaso estos terroristas libran una guerra que tiene por objeto destruir la cultura occidental o son simplemente una banda de delincuentes que tuvieron suerte el 11 de septiembre?” Ustedes tienen la respuesta.

Fuente: Arutz 7/ Taducción Esti Peled para Enlace Judío

Traducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico

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Esti Peled: Esti Peled es corresponsal de Enlace Judío en Israel. Desde Haifa, donde radica, está siempre atenta a lo que sucede en el Estado judío. Aprovechando las 8 horas de diferencia horaria entre Israel y México, nos brinda las últimas noticias desde el lugar más "cubierto" del planeta.