Trump, Los Simpson y la máquina del fango

JOSÉ GORDON

El 19 de marzo del año 2000 se transmitió un episodio de la serie de televisión Los Simpson titulado “Bart to the future” (Bart al futuro), haciendo eco de la película “Back to the future” (De regreso al futuro).

El relato conjetura cómo serán de adultos los hijos de Homero Simpson. El futuro económico de su hijo Bart resulta ser sombrío. Sus sueños no han cuajado, tiene serios problemas económicos. La fortuna de Lisa, su hermana menor, es totalmente distinta: es la primera mujer que ha llegado a la presidencia de su país. Sin embargo, tiene una difícil tarea, reflejada en una escena en donde está reunida con su gabinete. Lisa (que viste al estilo Hillary Clinton) comenta: “Como ustedes saben, heredamos del Presidente Trump un presupuesto completamente tronado”.

Este escenario fue imaginado hace 16 años por Dan Greany, uno de los guionistas de Los Simpson, quien pretendía mostrar cómo sería “la hora más oscura de Estados Unidos”. Cuando nadie pensaba que la visión tan limitada de Trump podría llevarlo a ser candidato presidencial, la literatura televisiva planteaba la posibilidad.

No obstante, la bola de cristal de los escritores tiene también sus limitaciones. Dan Greany dijo en una entrevista con el Daily News que jamás imaginó el nivel de bajeza que llegaría a ocurrir: “Estábamos seguros de que eso sería un desastre pero no pensábamos que iba a suceder este tipo de monstruosidad”. El Donald Trump que retrataban era un personaje muy pagado de sí mismo, pero no tenía el halo de oscuridad que hoy lo marca. Greany dice que en el episodio que escribió no había nada que tuviera que ver con muros, con redadas de mexicanos o con la islamofobia: “Podíamos esperar que construyera monumentos gigantes a sí mismo, pero nadie pensaba que el primero de ellos sería un muro”.

El guionista nunca imaginó a qué nivel descendería el debate político. En efecto, se trata de un hombre con mapas muy limitados. Basta señalar que, recientemente, se atrevió a recomendar que uno debe de rodearse de personas con menor inteligencia para que siempre escuchen arrobados lo que uno dice. A falta de programas de gobierno específicos, Trump suele señalar que todo se resuelve con una “buena administración” (good management). Cuando lo fuerzan en entrevistas que no son a modo, dispara barbaridades misóginas. Se puede ver lo que realmente piensa: el aborto es un crimen. “¿Quiénes deben ser penalizados?” Trump confiesa que las mujeres son las culpables, los hombres no. Cuando ve que esas palabras tienen graves consecuencias electorales, simplemente se desdice, cambia de tema y acusa a quien hizo la pregunta. En ello, sigue una táctica descrita por Umberto Eco en torno a lo que resultó ser su última novela publicada en vida: Número cero.

Eco llama a este procedimiento, la máquina del fango. Decía el escritor italiano que en los años de gobierno de Berlusconi, cada vez que un juez lo acusaba, él intentaba demostrar que el juez era el verdadero culpable. Su defensa era el ataque: “No me puede juzgar porque el juez es culpable de algo”. La estrategia es salpicar a otros y jugar con los miedos sin necesidad de algún tipo de lógica: todo es culpa de los mexicanos que son una bola de violadores; su rival Ted Cruz (otro personaje que da miedo) no merece ser Presidente porque su esposa es horrible y la pareja de Trump es una belleza, luego entonces el macho alfa acusa a su rival de que “algo” le falla.

La máquina del fango siempre trata de proyectar una sombra de sospecha. Umberto Eco ejemplifica con una historia que le sucedió en carne propia y que de alguna manera disfraza en su novela: “Apareció un artículo que decía: ´El otro día, el profesor Eco fue visto en compañía de un desconocido en un restaurante chino mientras comía con unos palillos´. ¿Desconocido? Sería desconocido por ellos, no por mí. Era un amigo mío. Al restaurante chino voy siempre. Fue hecho así, para arrojar una sombra de extrañeza. No fue una carretilla de fango, fueron unas pequeñas salpicaduras”. ¿Reconoce usted este tipo de historias que buscan desviar la atención de lo verdaderamente grave?

Fuente:reforma.com

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