La catástrofe siria

Mideast Syria Palestinians

THE WALL STREET JOURNAL

Una revuelta diplomática contra la inacción determinada de Obama.

Un día después de que el director de la CIA, John Brennan, testificó que el ISIS ahora se jacta de tener muchos más combatientes que los que tuvo al Qaeda en su apogeo, hay más desacuerdo en las filas de Obama. Cincuenta y un diplomáticos del Departamento de Estado han firmado una carta que ataca la política del Presidente Obama para Siria—y solicita ataques militares y la expulsión del dictador Bashar Assad.

Esto es destacable. Estos rebeldes no son los “neo-conservadores” del mito liberal. Ellos son diplomáticos de carrera cuya misión es perseguir la paz a través de la diplomacia que Obama invoca como su más elevado principio de política exterior. Pero ellos están acusando a la diplomacia siria de Obama como un fracaso estratégico y moral.

Los 51 firmantes reconocen que las prioridades estadounidenses para Siria—un cese del fuego genuino, ayuda para sus sufridos ciudadanos y cambio de régimen—han fallado debido a que la diplomacia de E.E.U.U. es una lista de deseos con nada que la respalde. Una utilización “juiciosa” de la fuerza militar, dicen, “apuntalaría e impulsaría una campaña diplomática más centrada y dura liderada por Estados Unidos.”

Los rusos comprenden esto. Cuando Barack Obama estaba luchando en el 2013 en busca de alguna forma de no cumplir con su amenaza de línea roja sobre el uso de armas químicas por parte de Assad, Vladimir Putin ofreció una desintensificación que salvaba la imagen: Washington y Moscú trabajarían juntos para quitar las armas y persuadir a Assad de negociar un cese del fuego.

Assad nunca ha renunciado a todas sus armas químicas, y Putin desde entonces ha utilizado la oportunidad para jugar la carta militar que no utilizaría Obama. Él ha utilizado a las fuerzas rusas para apuntalar a Assad y atacar a los opositores al régimen–al mismo tiempo que afirmaba querer un cese del fuego. Esta semana en Oslo después de meses de engaño ruso y sirio, el Secretario de Estado John Kerry declaró que “Rusia tiene que entender que nuestra paciencia no es infinita.”

¿En serio? Rusia parece comprender muy bien a Obama y Kerry.

Entonces Siria arde. La guerra de Assad contra sus propios compatriotas ha dejado más de 250,000 muertos y creó millones de refugiados. Un análisis del Centro de Investigación Pew esta semana dice que el porcentaje de población siria desplazada de sus hogares ha alcanzado el 60%—“sin precedentes,” dice, “en la historia reciente para un solo país.”

Los números no transmiten el horror total. La ciudad de Aleppo, hogar de la mayor resistencia al régimen de Assad, ha sido bombardeada durante meses por aviones de guerra rusos y sirios. Casi cada día trae algún nuevo crimen: el bombardeo de un hospital, ataques contra mujeres y niños, y los esfuerzos exitosos del gobierno de Assad por impedir que las caravanas humanitarias de alimentos y medicinas lleguen a los civiles sitiados.

Hace dos décadas el mundo se mantuvo al margen mientras miles de musulmanes bosnios fueron rodeados y asesinados en Srebrenica. Aleppo es la Srebrenica del Presidente Obama—no es que un cuerpo de prensa adulador lo haya advertido.

El caos de Siria ha incubado también el ascenso del Estado Islámico, colocó a Estados Unidos contra sus aliados tradicionales, envió a los refugiados a derramarse sobre Europa, invitó a los rusos nuevamente a la región, alimentó la influencia de Irán en un mundo árabe nervioso y propagó la inestabilidad a lo largo de la región. Pero Obama continúa como si nada pasara.

¿Y por qué alguien debe esperar algo diferente? Este es el presidente que permaneció en silencio en el año 2009 cuando los iraníes salieron a las calles para demandar su libertad; quien ignoró a sus generales cuando se retiró muy rápidamente de Irak y Afganistán; quien en el año 2012 rechazó el llamado de su director de la CIA ( David Petraeus), su Secretario de Defensa ( León Panetta) y su Secretario de Estado ( Hillary Clinton) de armar a los rebeldes sirios moderados. Ahora agreguen a las bases diplomáticas la lista de lo que él ignora.

Hace dos años el Embajador de E.E.U.U. ante Siria, Robert Ford, renunció porque dijo que ya no podía defender más la política de Obama. La única diferencia entre el disenso ahora y entonces parece ser que los hombres y mujeres en el Departamento de Estado que manejan Siria están determinados a dejar en claro que la destrucción que está presenciando el mundo en Siria es la obra de Obama, no de ellos. Ellos comprenden que Siria no “sucedió” meramente bajo la vista de Obama. Se ha desplegado tan horrorosamente debido a la abdicación del Presidente.

Obama llegó al cargo en el año 2009 reprimiendo a George W. Bush por el alto precio de sus intervenciones en el exterior. En la tragedia humana y estratégica que es la Siria de hoy, el mundo está aprendiendo que la no intervención puede cobrar un precio aún más alto.

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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