“Compartí celda con el lugarteniente de Bin Laden”: Petr Jasek, cristiano perseguido

Lo que realmente caracteriza al checo Petr Jasek es la paz que transmite su abandono en Dios. Sólo así se explica que tras 445 días en cárceles sudanesas pueda hablar sin rencor, sin odio, sin inquietud. Ni siquiera shock o estrés postraumático.

LUIS LOSADA Y ANTONIO VELÁZQUEZ.

Son las 12:15 de una soleada mañana de Praga. Petr llega con 15 minutos de adelanto. Le doy un abrazo. “Es un honor”, le digo. Caminamos hacia un lugar donde poder charlar con tranquilidad.

Si le parece empezamos por el principio.

Antes de empezar, me gustaría agradecer a CitizenGO por toda la campaña. No os podéis ni imaginar la fortaleza y el apoyo que supuso para nosotros en la cárcel. Monitoreábamos la campaña cada día y era emocionante ver cómo gentes de todo el mundo nos estaban apoyando.

¿Se sentían de alguna manera abandonados, como que no le importaban a nadie?

Estábamos en manos de Dios, pero sentir el apoyo de todas las partes del mundo, fue muy importante para nosotros.

Ud. fue detenido en el mismo aeropuerto. ¿Qué pensó cuándo le detuvieron?

Llegó un miembro de la Seguridad de Sudán cuando ya tenía la tarjeta de embarque y me pidió que le acompañara. Al principio pensé que era un tema rutinario, pero el interrogatorio se iba alargando. Le advertí que iba a perder el avión y no hizo caso de la advertencia. Entonces me di cuenta de que algo no iba bien.

¿Qué fue lo primero en qué pensó entonces?

En mi familia. Me quitaron el móvil, el ordenador, las tarjetas de memoria. Pedí comunicarme con ellos, pero no me dejaron.

¿Para qué querían todo su material?

Querían documentar mi supuesto delito. Yo había tomado precauciones, había guardado las fotos delicadas en lugar seguro, encriptándolas. Pero me confíe y hubo algunas fotos que no las guardé.

¿Material subversivo?

No. Fui a Sudán a documentar la demolición de Iglesias por el régimen. Cuando llegué todavía salía humo de una de ellas. La quemaron por completo.

¿Así que eso que se publicó de que había ido a apoyar a un sudanés quemado durante una revuelta opositora no era verdad?

No. También me quise entrevistar con él, como parte de mi trabajo de obtener información y denunciar. Y llevaba dinero para ayudar. Pero el objetivo era documentar la persecución a los cristianos para poder denunciar en organismos internacionales. Y el joven no fue quemado por participar en una manifestación opositora sino por haberse convertido al cristianismo. Forma parte de las noticias falsas.

¿Hubo más?

Sí. Dijeron que me había ofrecido que delatara a mis compañeros para quedar libre. También es falso. Lo publicaron para dividirnos.

¿Era la primera vez que tenía problemas, su primera vez en prisión?

Si. En nuestra organización, ‘Voices of Martyrs’ somos muy cuidadosos. Estamos entrenados para situaciones complejas: colaborar con las autoridades sin facilitar más información de la necesaria, encriptar la información delicada. Además, nadie me conocía porque utilizaba un alias.

¿Cómo es eso?

Llevo 15 años dando conferencias por el mundo, pero siempre con pseudónimo, así que si metías mi nombre en Google no salía nada. Mis compañeros hacen lo mismo. No sé cómo se llaman. Así que es imposible que les delate.

Quince años dando conferencias y ni rastro en Google. ¡Impresionante!

Sí. Trabajamos con cristianos perseguidos. En lugares donde la conversión al cristianismo está penada con la muerte.

Ahora que todo el mundo le conoce, tendrá que dejar de viajar…

Sí. Tengo que definir mi nuevo rol, que probablemente será de embajador de los cristianos perseguidos por el mundo.

¿Su organización se plantea el rescate de estos cristianos en Occidente?

No. Nuestra filosofía es que deben permanecer en sus países, cristianizando. Traerlos a Occidente es reconocer la derrota.

Regresemos a su historia. Tras un largo interrogatorio, le ingresan en prisión.

Sí. Era de noche ya porque el interrogatorio se alargó 23 horas y los trámites de ingreso fueron largos. Me metieron en una celda para una persona donde ya había 6. Pedí una sábana y no me la dieron. Así que desperté a todos, me tumbé en el suelo y traté de arroparme con una camiseta. A las dos horas, me despertaron con los rezos.

¿Qué hizo mientras rezaban?

Me dijeron que me colocara detrás sin molestar. Les respeté.

¿Luego?

Luego empezamos a hablar. Me preguntaron por qué estaba en prisión y qué pasaba en el mundo. Recordaba el atentado en Paris con 129 muertos. Se lo conté. Y entonces empezaron a gritar con estusiasmo: ¡¡¡Allah Agbar!!! Decidí no contarles nada más, claro.

¿Yihadistas?

Si. Uno fue el lugarteniente de Osaba Bin Laden, se veía que era el jefe, era bajo y de mucho peso. También había un sirio que se jactaba de haber sido uno de lo que decapitó a los coptos.

¡Menudo infierno!

Me hacían mirar al retrete mientras ellos rezaban. Luego me hicieron lavar sus platos; después sus calzoncillos. Finalmente, empezaron a pegarme con el palo de fregona en la espalda, los dedos y la cara.

¿Y Ud. que hacía?

Al principio estaba muy deprimido, pero trataba de evitar que lo contaran. Porque eso es lo que quieren: hundirte. Después empecé a rezar dando gracias al Señor por dejarme sufrir como él humillaciones y golpes. Eso me daba paz. Después, empecé a recitar salmos de alabanza y glorificación al Señor.

¿Mejoró su situación?

No. Cuanto más glorificaba a Dios, en silencio siempre, más nerviosos se ponían los yihadistas.

¿Cómo si hubiera una batalla espiritual?, ¿como si el mal no soportara al Bien?

Sí. No soportaban que glorificara al Señor. Aunque no supieran que lo hacía, porque lo hacía en silencio.

También le robaron el anillo de casado.

Tras algunas semanas, perdí algunos kilos y le anillo se me salía. Me lo exigieron. Así que se lo tuve que dar. Me dijeron que me lo devolverían a cambio de 5.000 dólares porque el Estado Islámico necesitaba financiación.

Ahora lleva el anillo de nuevo.

Al salir de la cárcel encargamos uno e hicimos una ceremonia de renovación del matrimonio. Fue muy emotivo.

¿Cómo terminó esa pesadilla?

Me dijeron que me harían la bañera. Yo realmente pasé miedo porque estaba débil, no respiraba bien, no había suficiente oxígeno en aquella celda y tampoco comía suficiente. Pensé que podía morir.

¿Y qué pasó?

Justo cuando estaban preparando la bañera entró un guardia y me rescató. Me llevó a otra celda.

¿Mejor?

Bueno, era una celda de castigo que llaman la nevera, con el aire acondicionado puesto todo el día. Cuando me quejé me dijeron que como era de la República Checa estaría acostumbrado al frío.

¿Y cómo sobrevivió?

El segundo día me dieron unas sábanas y aprendí a utilizar el palo de la fregona para limitar el impacto del aire acondicionado.

¿En algún momento tuvo la Biblia?

En uno de mis encuentros con el cónsul de la República Checa me trajo la Biblia. Pude leer los versículos que recordaba mal y rezar mejor. La leí entera en tres semanas. Estaba hambriento de la Palabra de Dios.

Pero seguía en la cárcel. ¿Nunca cayó en la desesperanza?, ¿nunca se enfadó con Dios?

Tras la nevera me llevaron a la cárcel de la policía. Ahí estaba con ladrones, violadores, narcotraficantes. Sentí el impulso de predicar la Palabra de Dios. Y vi el bien que estaba haciendo. Así que pensé que quizás ese el plan de Dios para mi. Deje de pedir por mi liberación y empecé a pedir porque se cumpliera el plan de Dios en mi vida.

¿Qué sintió cuando la sentencia resulta condenatoria de por vida?

Para mí no fue una sorpresa. Yo leía los periódicos y todos me habían condenado. A pesar de no tener nada y de que yo contara con los mejores abogados posibles.

¿Recurrió?

No. Yo quería recurrir porque me parecía absurdo y además me parecía que no recurrir era asumir mi culpa. Pero el cónsul me advirtió que si recurría retrasaría las gestiones de amnistía. Así que me dije: mi vida está en manos de Dios, haced lo que os parezca mejor.

Y finalmente llegó la liberación.

Yo no sabía cuándo podía llegar. Ni siquiera si llegaría. Cuando vino el guarda se montó una fiesta en la cárcel, porque todos se alegran cuando alguien sale libre. Da igual quién o por qué. Pero yo no me lo terminaba de creer. Sólo cuando vi el avión oficial con bandera checa entendí que sí, que efectivamente había sido liberado.

¿Es Ud. ahora distinto?, ¿reza de otra manera?

He entendido que nuestra vida está en manos de Dios.

¿Estaba Ud. espiritualmente preparado?

En 2013 tuve un sueño. Me metían en una cárcel. Una puerta gorda de metal y amarillenta se cerraba. Aquello me intranquilizó mucho. Empecé a revisar todo. ¿Por qué motivo podían meterme en prisión? No se lo conté a nadie. Ni a mi mujer. A las semanas, me olvidé de ese sueño. Pero tras ingresar en la prisión vi esa puerta de nuevo. Sí, de alguna manera el Señor me había enviado una señal.

¿Qué pasará con sus compañeros encarcelados?

Tengo esperanza. Estamos haciendo gestiones en el Parlamento Europeo, con el gobierno checo. Vamos a insistir para pedir la amnistía.

¿Y Ud. que hará a partir de ahora?

Seguiré trabajando por los cristianos perseguidos. Ahora que mi nombre ha salido en todos los periódicos no podré viajar, pero daré conferencias, denunciaré la persecución a los cristianos en los organismos internacionales, contaré mi experiencia

¿Y quizás editar sus sermones en prisión?

Quizás. Yo no soy misionero como se ha dicho. Siempre me ha impresionado que los pastores tengan algo interesante que decir cada semana. Pero en la cárcel, involuntariamente, me convertí en predicador. Fue el Señor quien lo hizo.

Salimos del restaurante y damos un paseo por la bella ciudad de Praga. Le pregunto por su perfil profesional. Petr es ingeniero químico con master en gestión hospitalaria, labor a la que se dedicó más de una década. Posteriormente decidió dejar su carrera profesional para dedicarse en cuerpo y alma a la organización en la que llevaba años trabajando de voluntario: Voices of Martyrs.

Ha viajado por todo el mundo reportando la persecución a los cristianos. Siempre en silencio. Protegido tras su alias: Hermano Alison. Tras años reportando la realidad de los cristianos perseguidos le ha tocado sufrir en sus carnes la realidad de persecución: 445 días de infierno donde Petr fue capaz de alabar y glorificar a Dios.

Testigo de la fe. Y de la realidad de persecución que viven millones de cristianos en el mundo. Un hombre bueno cuya gran aspiración es ser fiel a Dios. Casi nada.

 

 

Fuente:actuall.com

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