Investigadores israelíes manipulan recuerdos en ratones, dicen que podría aplicarse a humanos

Ratones [ilustrativos] (credito de la foto: INGIMAGE)

Enlace Judío México e Israel.- Un equipo de investigadores israelíes ha logrado implantar emociones en ratones que nunca se experimentaron. 

MAAYAN JAFFE-HOFFMAN

En el estudio actual, pudimos, por primera vez, hacer que los ratones asignen un valor negativo a un evento que nunca tuvo lugar y, en consecuencia, recordar un sentimiento que no se experimentó en la realidad“, dijo la Universidad de Haifa Estudiante de doctorado Haneed Kayyal, quien dirigió el estudio con el Dr. Adonis Yiannaks, investigador postdoctoral.

Específicamente, en un estudio de tres partes, los científicos identificaron una vía neuronal en el cerebro que determina si un sabor particular tendrá un valor emocional positivo o negativo (que afecta el consumo futuro), y usar estas neuronas para borrar o trasplantar recuerdos que nunca fueron experimentados en la realidad, informó The Jerusalem Post en su sitio web.

Dado que estas vías neuronales son muy similares en mamíferos, incluidos ratones y humanos, los investigadores creen que el estudio también será aplicable en personas.

Los hallazgos nos permitirán explorar en el futuro cómo se puede tratar una variedad de enfermedades psiquiátricas, que van desde trastornos alimenticios que tienen ‘grabados emocionales’ demasiado potentes o demasiado débiles en respuesta a experiencias alimenticias y para tratar traumas emocionales como como TEPT, que no permiten erradicar el valor emocional de una experiencia“, explicó el profesor Kobi Rosenblum del Departamento de Neurobiología de Sagol en la Universidad de Haifa, que supervisa a los estudiantes de doctorado.

Rosenblum ha estado estudiando durante mucho tiempo cómo el cerebro etiqueta los recuerdos sensoriales como positivos o negativos, basándose en el entendimiento de que, aunque las personas nacen naturalmente con una preferencia por ciertos sabores, por ejemplo, estas preferencias innatas pueden cambiarse mediante un proceso de aprendizaje.

En la primera parte del experimento, los investigadores dieron a los ratones algo dulce para saborear y lo asociaron con una sensación general de incomodidad, en este caso, dolor abdominal. Después de repetir esto varias veces, los ratones evitaron comer el sabor dulce.

El equipo investigó simultáneamente la actividad cerebral de los ratones durante la asociación de un sabor dulce con dolor abdominal y encontró “activación neuronal en la corteza insular en el cerebro, un área involucrada en funciones cerebrales complejas, que se proyecta a la amígdala basolateral, que se encuentra en la corteza prefrontal medial y está involucrado en la formación de recuerdos emocionales“, explicó un comunicado.

La amígdala basolateral se activa durante los estados de ansiedad.

En segundo lugar, el equipo examinó la necesidad de esta vía neuronal para generar valores negativos al evitar la transmisión de información neuronal entre las dos regiones del cerebro durante el aprendizaje. Cuando se silenció la vía, los ratones no recordaron la experiencia negativa y continuaron comiendo el sabor dulce, a pesar de que les causaba molestias.

Los hallazgos mostraron la importancia y la necesidad de la vía neural que encontramos, cuyo silenciamiento evitó que los ratones crearan un recuerdo de la experiencia por la que habían pasado“, dijeron los investigadores en un comunicado.

Finalmente, el equipo expuso a un tercer grupo de ratones al mismo sabor dulce e inmediatamente activó la misma población específica de células nerviosas que se activó después del consumo de este sabor, cuando experimentaron malestar, pero sin ninguna experiencia sensorial de incomodidad. Dos días después, estos ratones también evitaron consumir el sabor dulce, como si supieran que les causaría dolor abdominal, aunque no experimentaron ninguna sensación desagradable.

El estudio fue publicado en el Journal of Neuroscience.

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Silvia Schnessel: Silvia Schnessel es corresponsal de Enlace Judío en España. Docente y traductora, maneja el español, el hebreo, el francés, el inglés y el catalán. Es amante del periodismo, del sionismo y de Israel.