Enlace Judío México e Israel – En un nuevo estudio publicado en la revista científica Neuron, investigadores del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel creen haber descubierto que la oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, puede tener un efecto menos agradable, como la agresión.

“Hemos visto que es capaz de estimular comportamientos que quizás no queramos estimular, como la agresión”, dijo Sergey Anpilov, miembro del equipo de científicos, quien pasó una semana supervisando a 44 ratones en el experimento llevado a cabo por los investigadores en el que se les creó un entorno a los roedores en el que competían por comida y todas sus interacciones sociales fueron filmadas y analizadas.

En el estudio también participaron el profesor Alon Chen del Departamento de Neurobiología del Weizmann, así como el expero en optogenética, profesor Ofer Yizhar.

Cinco veces al día, Anpilov y su equipo usaron dispositivos especiales de fibra óptica montados en las cabezas de los ratones para alterar la función de los cerebros de algunos de los animales.

Al activar neuronas específicas, aumentaron los niveles de oxitocina. Los que no recibieron el aumento de oxitocina mantuvieron un comportamiento relativamente constante, mientras que los que recibieron el aumento de oxitocina experimentaron cambios.

Al principio, la hormona realmente actuó como el amplificador de relaciones sociales como el que se cree ampliamente que es. “Los ratones atacaron menos después de haber estimulado su oxitocina”, dijo Anpilov a The Times of Israel, y agregó que también interactuaron más entre ellos.

Sin embargo, el efecto estaba lejos de ser constante.

“El primer día, vimos que la interacción social aumentó y pasaron más tiempo juntos, pero el segundo día se volvieron más agresivos”, dijo Anpilov.

Los ratones estaban en pequeñas estructuras parecidas a casas en grupos de cuatro, con espacio para jugar e interactuar. Anpilov dijo que el elemento social era importante ya que la mayoría de las investigaciones sobre oxitocina no han puesto a los ratones en entornos sociales intensos.

Anpilov ahora sugiere que la oxitocina no es una hormona necesariamente asociada con el amor, sino que causa que las personas y los animales reaccionen más intensamente a las situaciones, ya sea para bien o para mal.

“La oxitocina no te lleva en una dirección específica, la dirección en la que te lleva depende de la situación social”, dijo, y agregó que cuando se ha impulsado, las señales sociales aparecen “amplificadas”.

Anpilov dijo que si bien se necesita más investigación sobre el tema, el estudio puede tener importantes ramificaciones prácticas, específicamente en la forma de cuestionar la sabiduría de administrar oxitocina terapéuticamente a los humanos.

“Si asumimos que la oxitocina hace lo mismo en humanos que [lo hace en] ratones, y la usamos para trastornos sociales, podemos, de manera [no intencional], aumentar los comportamientos que no queremos”.

“Puede ser contraproducente”, dejó en claro el investigador.

Existe un interés entre algunos profesionales médicos en usar la hormona de oxitocina para una variedad de afecciones, que incluyen ansiedad social, autismo y esquizofrenia.

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